23/01/2006
- Rio de Janeiro - Una de las principales organizaciones
no gubernamentales de protección al medioambiente,
Greenpeace, critica la creación de la planta
de enriquecimiento de uranio por la empresa Industrias
Nucleares de Brasil. Con la nueva planta, Brasil
no más dependerá de otros países
para producir el combustible nuclear que suministra
las centrales Angra I y Angra II. Sin embargo, para
el coordinador de la Campaña de Energía
Nuclear de Greenpeace, Guilherme Leonardi, la inversión
es, en verdad, un retroceso.
Leonardi lamentó el empeño
de Brasil para dominar la tecnología de enriquecimiento
de uranio cuando, según él, varios
países están abandonando ese tipo
de producción de energía. Él
discuerda de la afirmación de expertos de
que la energía nuclear es una energía
limpia y, por ello, las inversiones son válidas.
"Al contrario, es una energía
sucia porque, necesariamente, va a producir basura
radioactiva y, además, es peligrosa porque
puede provocar un accidente en cualquier momento
del procesamiento del ciclo del combustible nuclear,
o en la generación de energía o, aún,
en la gestión de los residuos", alerta
el coordinador del Greenpeace.
Según él, la mayoría
de los países que utilizan centrales nucleares
para generar energía está reconsiderando
el asunto, y ya se observa una tendencia de disminución
y hasta de cese de la construcción de nuevas
unidades, que es lo que Brasil debería hacer.
Greenpeace calcula que Brasil
gastó US$2.580 millones para construir la
Central Nuclear Angra I y US$6.000 más para
Angra II.