EE.UU.,
el mayor contribuyente al Fondo para la Biodiversidad
de la CBD, va a reducir sus contribuciones a la
mitad
31 marzo 2006 - Curitiba, Brasil
— La 8 ª Cumbre sobre Biodiversidad (CBD),
que ha tenido lugar durante dos semanas en Curitiba
(Brasil), pone hoy punto final. Greenpeace considera
que sus resultados han sido un enorme fracaso, una
oportunidad perdida para detener la pérdida
de biodiversidad en los océanos y los bosques
del planeta.
"La Cumbre sobre Biodiversidad
es como un barco a la deriva sin capitán
que lo dirija",- ha declarado Miguel ángel
Soto, responsable de la campaña de Bosques
de Greenpeace- "Han fracasado las negociaciones
para trazar un camino para detener la biopiratería,
dotar de financiación adicional a las áreas
protegidas, establecer reservas marinas en aguas
internacionales y prohibir las talas ilegales y
el comercio vinculado a ellas.”
Aunque la presidenta de la CBD,
la ministra de Medio Ambiente brasileña Marina
Silva, abrió la Conferencia pidiendo una
legislación contra la biopiratería,
Australia, Nueva Zelanda y Canadá han impedido
que se establecieran plazos firmes para las negociaciones.
Lo único que se consigue con esto es que
las empresas farmacéuticas y de biotecnología
ganen tiempo para asegurar sus patentes sobre la
vida bajo el régimen de la OMC.
En la anterior cumbre, los estados
firmantes del Convenio acordaron establecer una
red global de áreas protegidas con el fin
de proteger la vida en la tierra y evitar la explotación
industrial de la biodiversidad del planeta a expensas
de las futuras generaciones. Los países ricos
prometieron asignar fondos para establecer dicha
red.
"Esta conferencia
ha quedado eclipsada por el anuncio de que EE.UU,
el mayor contribuyente al Fondo para la Biodiversidad
de la CBD, va a reducir sus contribuciones a la
mitad",- ha añadido Miguel Ángel
Soto- "Hace cuatro años los líderes
del mundo se comprometieron a asegurar la defensa
de la vida en la tierra para 2010. Hay muchos planes
y programas en marcha, pero el apoyo financiero
nunca llega a los países pobres que necesitan
proteger su biodiversidad".
Al comienzo de la Cumbre, Greenpeace
presentó una propuesta de protección
de los últimos bosques primarios del planeta
y las áreas marinas más sensibles
(1), con los que pretendían convencer a los
gobiernos para que pasaran a la acción. Sin
embargo, los políticos han hecho oídos
sordos a la propuesta de la organización.
La Cumbre tampoco ha sido capaz
de encontrar soluciones a un asunto vital para todos
los países: el fin de actividades pesqueras
y forestales ilegales o destructivas. “La necesidad
de una moratoria en la pesca de arrastre de profundidad
en aguas internacionales está siendo bloqueada
por unos pocos países que anteponen sus intereses
económicos a la protección de la biodiversidad
marina", ha declarado Sebastián Losada,responsable
de Océanos de Greenpeace.
A pesar de la explotación
que está sufriendo la Amazonia por las talas
ilegales y destructivas el Gobierno brasileño
ha bloqueado cualquier colaboración significativa
a nivel regional e internacional.
"Ni los países
enriquecidos ni los países pobres han cumplido
sus promesas por lo que la red mundial de áreas
protegidas sigue estando pendiente"- ha declarado
Paulo Adario, Coordinador de la campaña de
Greenpeace en la Amazonia.- "Los gobiernos,
en lugar de avanzar en la protección de la
naturaleza, la han puesto en peligro permitiendo
que se convierta en un objeto de mercado".
Entre los escasos logros de la
CBD hay que mencionar el mantenimiento de la moratoria
a la tecnología denominada “Terminator”,
la experimentación con semillas modificadas
genéticamente y estériles que evitan
que los agricultores puedan guardar las semillas
para ser plantadas de nuevo al año siguiente.
Esta decisión ha sido posible pese a la oposición
de Australia, Canada y Nueva Zelanda, la punta de
lanza del Gobierno de los EE.UU. durante esta Conferencia,
y el fuerte lobby de las compañías
trasnacionales de la biotecnología. Las semillas
“terminator” son consideradas por los movimientos
sociales como una auténtica arma de destrucción
masiva y una amenaza para la soberanía alimentaría
de los pueblos y naciones del planeta.