08 marzo
2006 - Internacional — Greenpeace presentó
hoy el primer informe que da cuenta de casos de
contaminación causada por cultivos transgénicos,
y que se han dispersado en diversas formas al medio
ambiente, produciendo efectos negativos en la producción
agrícola y diversos ecosistemas.
El informe señala a Chile, entre otros países,
como fuente de contaminación, situación
grave, ya que pone en evidencia la falta de regulaciones
existentes y arriesga el trabajo realizado al haberse
desarrollado como un mercado exportador agrícola
de semillas. El nuevo gobierno tiene el desafío
de convertir a Chile en una potencia productora
de alimentos, pero no de alimentos transgénicos,
que los compradores no desean.
Los casos reportados incluyen
la venta de carne de cerdo transgénica, contaminación
de cultivos con transgénicos de productos
farmacéuticos, siembra, cosecha y distribución
ilegal de semillas de maíz resistentes a
antibióticos de Syngenta, plantaciones de
contrabando de soya transgénica; plantaciones
ilegales de papaya, ciruelas, semillas transgénicas
falsas de algodón, contaminación de
variedades genéticamente modificadas con
transgénicos en experimentación, y
casos de mezcla de transgénicos no aprobados
en ayuda alimentaria. Los países involucrados
en casos de contaminación son el doble de
los que permiten oficialmente la siembra de cultivos
genéticamente modificados.
El registro global de contaminación,
que ha sido conformado por Greenpeace junto a GeneWatch
Inglaterra, es la única base de datos a escala
global sobre casos de contaminación transgénica
de semillas convencionales y campos de liberación
ilegal de OGMs, incluye 113 casos desde 1996 hasta
2005, y abarca la contaminación en 39 países.
"Este reporte es sólo
la punta del iceberg, ya que hasta ahora no existe
un registro global o nacional oficial," dijo
el Dr. Sue Mayer de GeneWatch Inglaterra, quien
encabeza al equipo de investigadores. La mayor parte
de los incidentes de contaminación son guardados
como información confidencial tanto por las
compañías como por las autoridades
públicas.
Hay preocupación por la
próxima reunión de las 132 Partes
del Protocolo, que busca establecer estándares
mínimos de seguridad e información
sobre los Organismos Genéticamente Modificados
(OGM) u OVM, Organismos Vivos Modificados, como
son llamados en el Protocolo. En la última
reunión en la que se tenían que acordar
los requerimientos para la identificación
y documentación de embarques con OGMs destinados
al consumo humano o animal o para procesamiento
(que representa más del 98% de todo el comercio
de OGMs) fue bloqueado por dos países partes
del Protocolo: Brasil y Nueva Zelanda. Estos países
fueron apoyados por países no partes como
Estados Unidos, Argentina y Canadá, así
como por comerciantes internacionales de granos
y transnacionales agroquímicas. Ellos argumentaron
que la identificación precisa de OGMs en
embarques internacionales no era necesaria ni económicamente
posible. Su propuesta fue identificar los embarques
con la declaración de que dichas cargas de
granos “pueden contener” OGMs, lo que no da información
precisa sobre su cantidad y su tipo.
Greenpeace reveló que la
mayoría de los países exportadores
de OGMs cuentan con una legislación nacional
que demanda exactamente el etiquetado y documentación
que esos países NO quieren que se establezca
como el estándar internacional. Adicionalmente,
los mayores importadores de maíz y soya (que
representan la mayor parte de los OGMs comercializados
hasta ahora) requieren una identificación
y etiquetado precisos de las importaciones de OGMs.
"Mientras los países productores de
transgénicos y los mercados más poderosos
que los importan ya están bien protegidos,
se quiere negar el mismo derecho a la información
al resto de los países menos desarrollados,
que no tienen leyes de Bioseguridad ni medios para
aplicar medidas de seguridad," dijo Benedikt
Haerlin, líder de la Delegación de
Greenpeace Internacional al Protocolo de Bioseguridad
de Cartagena. "No podemos creer que Brasil,
quien será anfitrión de esta Reunión,
y Nueva Zelanda insistan en defender este estándar
doble y antiético”.
Sin estándares internacionales de Bioseguridad
sobre identificación y documentación
de transgénicos, la comunidad global no tendrá
la posibilidad de dar seguimiento y retirar OGMs
peligrosos, en caso de ser necesario, explicó
Haerlin y concluyó:
Greenpeace llama a que se establezca
un registro obligatorio internacional de todos los
eventos de transgénicos que se desarrollan
en el mundo, y que se adopte estándares mínimos
de identificación y etiquetado de todos los
productos transgénicos que se comercializan
internacionalmente. “Sin resguardos de bioseguridad
la comunidad global no tendrá oportunidad
de monitorear e identificar transgénicos
peligrosos” dijo Benedikt Haerlin de la delegación
internacional de Greenpeace para el Protocolo de
Bioseguridad.
— Mónica Infante Flores