28 marzo
2006 - Canadá — El gobierno de Canadá
dio inicio a la cruenta temporada de cacería
de focas arpa, la matanza de mamíferos marinos
más grande del planeta. El Departamento de
Pesca y Océanos de ese país autorizó
para este año la caza de 325,000 focas, a
pesar de que esta actividad no es sustentable ni
tiene base científica. Greenpeace rechaza
los propósitos comerciales de esta masacre
y sus procedimientos.
Como en el caso de otras cacerías,
en esta ocasión Greenpeace manifiesta su
oposición a cualquier actividad que afecte
a las poblaciones de focas, morsas y lobos marinos
(pinnípedos). Con mayor razón, se
opone a esta cacería cuando las especies
mencionadas están en peligro, amenazadas,
con poblaciones seriamente reducidas o que se desconoce
su situación.
Greenpeace se opone a que este
tipo de matanzas se realicen con fines estrictamente
comerciales o con dudosos beneficios para la pesca
y la acuacultura. Sin embargo, no se opone a la
cacería que practican los indígenas
con fines de subsistencia.
Asimismo, Greenpeace apoya la
modificación o abolición de artefactos
pesqueros que dañen o maten a los pinnípedos
de manera intencional o acccidentalmente.
Greenpeace continúa trabajando activamente
para detener la cacería comercial de focas
en Canadá. Nuestro objetivo por ahora es
el gobierno de Canadá, que no sólo
permite la cacería sino que la promueve.
El gobierno canadiense establece las cuotas y se
gasta el dinero de los impuestos canadienses para
desarrollar mercados para el pelaje de las focas
y subsidiar la cacería.
El gobierno canadiense ha demostrado
irresponsabilidad al permitir la cacería
comercial, cuando sus propios científicos
no han podido determinar con certeza el número
poblacional de focas. Además, no toman en
cuenta las amenazas externas que afectan a las focas,
como es el calentamiento global, pues este año
no se han formado suficientes bloques de hielo para
sostener a las madres que dan a luz a sus crías.
El gobierno canadiense aduce que
la población de focas es “abundante” y que
a este nivel no hay preocupaciones de conservación.
Sin embargo, ese gobierno tiene mala reputación
en la gestión de los ecosistemas marinos.
Ya antes utilizó el mismo argumento para
alentar las pesquerías de bacalao y estuvo
cerca de llevarlas al colapso, afectando al entorno
y a amplios grupos de pescadores.
Por lo anterior, Greenpeace demanda
la suspensión inmediata de la cacería
de focas.
En 1981-82 Greenpeace llamó
la atención mundial acerca de la atroz matanza
de crías de foca arpa que se realizaba en
la costa atlántica de Canadá. Miembros
de Greenpeace enfrentaron a los cazadores y realizaron
acciones que incluyeron el pintado de las pieles
de las focas con colorantes no tóxicos, para
quitarles su valor comercial y salvar la vida de
esos mamíferos marinos. Los activistas de
Greenpeace fueron arrestados, pero lograron despertar
la conciencia internacional. En 1982, la Comisión
Económica Europea prohibió la importación
de pieles de crías, con lo que condenó
a esa industria a la extinción. A partir
de ese momento, Greenpeace orientó sus esfuerzos
hacia otros problemas ambientales, aunque sigue
oponiéndose a los intentos del gobierno de
Canadá por reactivar la comercialización
de focas.