03 abril
2006 - DF, México — El hundimiento del buque
Orión frente a la península de Yucatán
es un claro ejemplo de negligencia y entraña
un alto riesgo de daño ambiental, pues equivale
a vertir en el mar 95 pipas de combustible. Por
ello Greenpeace demanda que, en vez de minimizar
este evento, las autoridades actúen de inmediato
para recuperar el combustible, además de
sancionar e investigar a la empresa propietaria
de la embarcación, pues no es la primera
vez que le ocurren esta clase de percances.
La empresa responsable es Naval Mexicana, propiedad
de Eduardo Gutiérrez Rodríguez, que
también era propietaria del buque Orfeo cuando
éste quedó varado en la playa de Coatzacoalcos
en enero del 2005, embarcación que Naval
Mexicana nunca logró regresar al mar.
Ahora tocó el turno al
buque Orión, una embarcación que pese
a operar en pésimas condiciones transportaba
950 toneladas de combustible, el equivalente al
contenido de 95 pipas medianas de combustible.
Por las características
del hundimiento, México podría haber
violado tratados internacionales que ha suscrito
como el Convenio Internacional para Prevenir la
Contaminación por Buques (MARPOL), ya que
el barco no contaba con las especificaciones técnicas
ahí establecidas, como el doble casco; el
Convenio Internacional sobre Responsabilidad Civil
(CLC), por la contaminación que causen los
hidrocarburos y por las irresponsables condiciones
en que operaba el buque; y el Convenio Internacional
para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (Solas),
ya que todavía hay tripulantes perdidos.
Según la Ley de navegación vigente,
Naval Mexicana se debe asumir toda la responsabilidad,
por lo que es obligatorio que cuente con un seguro.
Es indispensable tomar en cuenta
que el combustible que trasladaba el Orión
es muy pesado, de baja solubilidad en agua y escasa
evaporación, esto lo hace muy persistente
y contaminante. A pesar de ello, Ignacio Loyola,
titular de la Procuraduría Federal de Protección
al Ambiente (Profepa), se ha dedicado a minimizar
el hundimiento, sin tomar en cuenta que su impacto
ecológico debe considerar los efectos a corto,
mediano y largo plazos.
Conviene señalar que cerca
de la zona del hundimiento existen cuatro sistemas
arrecifales potencialmente amenazados: Cayo Arenas,
Arrecife Triángulos, Cayo Nuevo y Cayo Arcas
(donde hay una plataforma de Pemex). Las investigaciones
realizadas tras otros accidentes de estas características
muestran que el restablecimiento de los ecosistemas
afectados puede llevar muchos años y los
costos ecológicos se traducen de forma directa
en costos económicos y sociales.
Por lo anterior, Greenpeace exige
a las autoridades que los responsables sean sancionados
y que se haga lo imposible por rescatar el combustible,
ya que constituye una amenaza potencial para el
medio ambiente.