Greenpeace
da una visión global sobre los factores humanos
que influyen en una de las mayores amenazas medio
ambientales a escala mundial
16 junio 2006 - Madrid, España
— Greenpeace recuerda, en el Día Mundial
de la Lucha contra la Desertificación y la
Sequía, que España es el país
más árido de Europa. Según
la ONU, un tercio de su superficie sufre una tasa
muy elevada de desertificación y un 6% ya
se ha degradado de forma irreversible. Las zonas
más afectadas por este fenómeno son
la vertiente mediterránea y las Islas Canarias.
La sobreexplotación de
los recursos hídricos, la tala indiscriminada
de bosques, la agricultura intensiva (a menudo asociada
al uso de variedades transgénicas) y el sobrepastoreo,
los incendios, y la ocupación del suelo para
el negocio inmobiliario resultan en gran parte responsables
de esta situación.
A los problemas causantes de este fenómeno
y de la sequía se suman los efectos que el
cambio climático está provocando a
nivel global. El aumento de las temperaturas y la
disminución de las precipitaciones son sólo
dos de los múltiples efectos producidos por
el incremento de las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Las previsiones para la Península Ibérica
son que los periodos de sequía serán
más frecuentes y más intensos que
los actuales.
Greenpeace recuerda que, tratándose
de un proceso concatenado de múltiples orígenes,
es necesario abordar la lucha contra la desertificación
desde un punto de vista muy amplio. “La desertificación
es fundamentalmente un problema de desvinculación
entre los recursos naturales y el sistema socio-económico
que los explota, o sea, es ante todo un problema
de desarrollo sostenible”, ha declarado, Sara Pizzinato
responsable de la campaña de energía
y cambio climático de Greenpeace.
La organización ecologista
reclama tomar medidas urgentes que impidan seguir
perdiendo, cada año, millones de toneladas
de suelo arrastrados por el agua y el viento junto
con las especies que ahí se albergan como
consecuencia del avance de los procesos de desertificación.
Para ello Greenpeace, en el Día
Mundial de la Lucha contra la Desertificación
y la Sequía, exige al Gobierno:
• Cambiar la política hidráulica tradicional
centrada en la ejecución de grandes obras,
que ha demostrado su ineficacia, hacia una gestión
más hidrológica y ambientalista ya
que el agua es un bien escaso y limitado, por lo
que la solución a la escasez está
en una gestión racional y de fomento del
ahorro.
• Reducir la emisión de gases de efecto invernadero
para cumplir con Kioto, con una fuerte apuesta para
el ahorro energético y la gestión
de la demanda de energía y la sustitución
de las centrales térmicas y nucleares por
renovables. Además pide un Plan Nacional
de Asignación para 2008-2012 riguroso con
el Protocolo de Kioto.
• Tomar en cuenta parámetros medioambientales
en la política energética. Actualmente
está centrada en producir electricidad sin
tener en cuenta los efectos del cambio climático
y la escasez de los recursos hídricos.
• Proporcionar una política forestal acorde
con las necesidades del país más árido
de Europa, con medidas de reforestación y
de control del suelo urbanizable, lucha contra incendios
y talas indiscriminadas, que se protejan los bosques
primarios promoviendo el uso de madera certificada
FSC.
• Primar la agricultura ecológica y el uso
de variedades locales adaptadas al clima en detrimento
de los monocultivos intensivos y de las variedades
transgénicas, altamente demandantes en agua,
productos químicos y petróleo.
• Poner freno a la edificación desaforada
asociada a la construcción de campos de golf,
sobre todo salvaguardando las costas.
“La ciudadanía es cada
vez más consciente del problema de la escasez
de agua y el avance del desierto, y exige a sus
Administraciones que articulen medidas más
efectivas encaminadas a racionalizar la gestión
del agua frente a la especulación. Es necesario
apostar por políticas de ahorro y conservación
de los recursos”, ha afirmado Julio Barea, responsable
de la campaña de Aguas de Greenpeace.