Madrid,
15 de junio de 2006.– Hace tiempo que WWF/Adena
es consciente de que el Ártico constituye
una suerte de sistema de alarma temprana, algo así
como el canario de los mineros, para alguno de los
problemas ambientales más graves que la humanidad
afronta, como la contaminación por sustancias
tóxicas o el cambio climático. En
un nuevo informe publicado hoy por la ONG de conservación,
los científicos comisionados por ella concluyen
que existen cada día mayores evidencias de
que las substancias perniciosas están ya
afectando a la salud de muchos animales árticos,
como osos polares, belugas, focas y aves marinas.
¿Cómo llegan los
tóxicos al Ártico?
Aunque resulta difícil
establecer una relación causa-efecto directa,
según el informe existen razones poderosas
para relacionar la contaminación química
con la deficiencia inmunológica, las alteraciones
hormonales y los cambios comportamentales en la
fauna ártica.
Muchos estudios realizados en
todo el Ártico han demostrado que superpredadores,
como los osos polares y las belugas, están
muy contaminados por productos químicos como
los PBC (actualmente prohibidos) y plaguicidas organoclorados.
Pero los científicos advierten que otras
substancias de comercialización más
reciente, tales como los ignífugos bromados
o los compuestos fluorados, se están añadiendo
a la carga tóxica de las especies árticas.
Los investigadores han encontrado que la presencia
del ignífugo PBDE en las focas está
relacionada con cambios en los recuentos de glóbulos
rojos y blancos de su sangre.
Samantha Smith, Directora del
Programa Ártico de WWF/Adena, señaló:
“No podemos ignorar por más tiempo las pruebas
de que los productos químicos están
dañando la salud de los animales silvestres.
En la actualidad, además de productos químicos
ya prohibidos desde hace tiempo, como el DDT, se
están acumulando otras nuevas substancias,
afectando a los osos polares, las belugas y otras
especies árticas”.
WWF/Adena manifestó su
preocupación de que la contaminación
por tóxicos interactúe con las restantes
amenazas que pesan sobre el Ártico, como
el cambio climático, la destrucción
de hábitats y la reducción de los
recursos tróficos (alimenticios) y multiplique
el riesgo para la supervivencia de muchas especies
animales de la región. Según el informe,
la contaminación química del Ártico
está afectando también la salud de
algunas poblaciones indígenas que mantienen
una dieta tradicional basada en alimentos extraídos
del mar.
La ONG ambiental pide con urgencia
que los políticos europeos refuercen la propuesta
de Reglamento de la Unión Europea sobre substancias
químicas (REACH). En su actual redacción,
la propuesta REACH de la Unión Europea fracasaría
a la hora de identificar y reemplazar las substancias
químicas más peligrosas.
Samantha Smith añadió:
“No hay tiempo que perder, las pruebas acumuladas
hasta el momento resultan más que suficientes
como para que los legisladores de la UE se opongan
a las presiones de la industria y aprueben una redacción
definitiva de REACH más precautoria. Sólo
un REACH fuerte puede reducir la ‘huella’ química
tanto en el Ártico como en el resto del mundo”.
Artículo: Carlos G. Vallecillo