Greenpeace
revela hoy en un análisis la actuación
del CSN. 7En lugar de imponer sanciones económicas,
el CSN se limita a remitir cartas amonestando a
los titulares y recordándoles sus obligaciones
25 julio 2006 - Madrid, España
Desde que en 1999 se modificara la Ley de Energía
Nuclear para permitir que el Consejo de Seguridad
Nuclear (CSN) pudiera sustituir sanciones pecuniarias
(multas) por apercibimientos (que son simples advertencias
a los titulares en las que se les conmina a cumplir
sus obligaciones), el CSN no ha parado de utilizar
la figura del apercibimiento en lugar del de las
sanciones, habiendo dejado sin multar un total de
818 infracciones desde el año 2000, de carácter
grave en un número significativo de casos.
Si en el 2000, el primer año
en el que CSN empezó a aplicar apercibimientos,
tan sólo se utilizaron en ocho ocasiones,
en los años sucesivos se dispararon, pasando
a 96 en el 2001, año en el que María
Teresa Estevan Bolea ya ocupaba la presidencia del
CSN, y casi 200, en el 2002. La tónica se
ha mantenido en los años sucesivos, con una
cifra récord de 221 en el 2005.
Así queda constatado en
un informe remitido por el CSN al Congreso de los
Diputados a petición del diputado Joan Herrera,
del grupo parlamentario de Izquierda Verde- Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya Verds (IV-IU-ICV),
quien realizó, a petición de Greenpeace,
una pregunta parlamentaria al respecto. Esta mañana,
a las 12:00, representantes de Greenpeace se reunen
con Joan Herrera en la sede de ICV en Barcelona
para entregarle un análisis jurídico
de la figura del apercibimiento y de la lamentable
aplicación que de ella ha hecho el CSN.
"Es un verdadero escándalo
que el organismo oficialmente encargado de velar
por la seguridad de las centrales nucleares las
perdone multas de entre 10 y 100 millones de pesetas
como si no pasase nada. Con ello, en lugar de fomentar
el cumplimiento riguroso de la normativa, favorece
que los gestores de estas instalaciones hagan caso
omiso de ella", ha declarado Carlos Bravo,
responsable de la campaña de Energía
de Greenpeace.
Greenpeace pide revisar con carácter
de urgencia la Ley de Energía Nuclear, que
es una ley trasnochada (del año 1964), y
muy especialmente su régimen sancionador,
que establece sanciones ridículas para las
centrales nucleares. Entre otras cosas, que se eliminen
por completo todas las habilitaciones que se han
concedido al CSN en el pasado que permiten a este
Organismo aplicar de manera arbitraria la normativa
y la potestad sancionadora, tales como sustituir
sanciones por apercibimientos o aplicar multas coercitivas.
Del análisis del informe
remitido por el CSN al Parlamento se concluye que
mayoritariamente son las instalaciones radiactivas
las que se ven más beneficiadas en número
por la magnanimidad o arbitrariedad del CSN. No
obstante, también a las centrales nucleares
se les perdonan las multas, tanto en cuanto a su
funcionamiento como instalación nuclear como
en relación con las deficiencias de las instalaciones
o servicios radiactivos autorizados que prestan
servicios para las mismas.
A la central nuclear de Vandellós-2
se le perdonaron dos multas, en el 2001 y en 2002,
por realizar cambios de titularidad de la central
sin autorización y por superar la potencia
máxima autorizada del reactor, que de haberse
analizado y sancionado con rigor es posible que
se hubieran detectado entonces los graves problemas
de organización que dos años más
tarde estarían detrás del grave accidente
que provocó la rotura de una tubería
del sistema de agua de servicios esenciales.
La central nuclear de Cofrentes
con cuatro apercibimientos, el último hace
tan sólo unos meses, es la que mejor parada
sale con esta práctica. El CSN perdonó
a Cofrentes una multa en el 2001 por el incumplimiento
de las Especificaciones Técnicas de Funcionamiento,
una infracción que, según consta en
el apercibimiento, fue calificada como grave, y
por tanto se debería haber sancionado con
multa entre 60.101 (10 millones de pts.) y 601.012
(100 millones de pts.). A esta misma central se
le han perdonado otras tres multas más. Las
centrales de Almaraz, Ascó y Zorita también
han sido agraciadas.
Entre las muchísimas instalaciones
radiactivas apercibidas por el CSN se encuentran
todo tipo de actividades, desde meras actividades
industriales, hasta hospitales y centros de salud.
Resulta increíble observar la inacabable
lista de hospitales y clínicas que tendrían
que haber sido duramente sancionadas y que, sin
embargo, el CSN lo ha arreglado con una sencilla
carta de amonestación. Los responsables políticos
deberían exigir al CSN que hiciese cumplir
la normativa de manera estricta y rigurosa para
evitar que se repitan accidentes tan graves como
el del acelerador de Zaragoza, que provocó
la muerte de varios pacientes. De no haberse producido
víctimas, seguramente para el CSN las deficiencias
del acelerador no serían más que leves
incumplimientos formales que no hubieran dado lugar
ni siquiera a una sanción.
Greenpeace sabe que los inspectores
que visitan las instalaciones y denuncian las infracciones
no son responsables de que después éstas
se transformen en simples apercibimientos. Son sus
inmediatos superiores y los directores, que tienen
nombres y apellidos, quienes impiden que estas conductas
se sancionen con el debido rigor. Por eso Greenpeace
exige que se depuren responsabilidades dentro del
CSN para acabar con una práctica antijurídica,
que debiera repugnar al organismo regulador. Por
supuesto que el Consejo, como órgano de gobierno,
es el primer responsable por dejación de
funciones y por permitir que esta práctica
se haya convertido en la norma y no en la excepción.
1.- Disponible el informe de Greenpeace
Análisis de la aplicación de la figura
del apercibimiento por el consejo de seguridad nuclear
del 2000 al 2005
2.- La respuesta del CSN al diputado de ICV, Joan
Herrera, está disponible en nuestra web