28 julio
2006 - Ciudad de México, México —
Gravemente preocupado ante la escalada de violencia
por la que atraviesa el conflicto en Líbano,
Israel y Gaza, Greenpeace hace un llamado al alto
el fuego. La mayor prioridad es detener el sufrimiento
de la población herida, desplazada y de las
familias de las víctimas. A esto se suman
las inevitables consecuencias de la guerra: daños
ambientales de largo alcance. Por todo ello, Greenpeace
hace un llamado para que en vez de la actual violencia
y la destrucción ambiental en la región
se establezcan condiciones de estabilidad y paz
duraderas.
El alto al fuego permitiría
la entrada inmediata de ayuda humanitaria a Líbano,
así como de instituciones cuya presencia
es indispensable como la Organización Mundial
de la Salud y el Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente, para evaluar los daños
ambientales causados por los bombardeos.
En el caso de los derrames petroleros
hacia el mar, ocasionados por el bombardeo de los
tanques de almacenamiento en la planta de energía
de Jiyyeh, a 30 kilómetros de Beirut, la
máxima prioridad es impedir que el combustible
alcance a toda la costa oriental del Mediterráneo
y afecte a diversas especies como las tortugas marinas.
Por lo pronto, a las autoridades
libanesas les urge asistencia para frenar y controlar
el derrame de combustible sobre sus playas y sus
zonas pesqueras. Ya hoy, podría llevarles
entre 6 y 12 meses limpiar el petróleo disperso
sobre alrededor de 100 kilómetros de costa.
Greenpeace hace un llamado urgente
a la comunidad internacional para lograr un cese
inmediato al sufrimiento humano y a la destrucción
ambiental.
Greenpeace se opone a la guerra
y a la violencia en cualquier parte del mundo. El
camino a la paz nunca podrá basarse en el
uso de las armas, pues esto sólo genera más
violencia y dolor a la población. Sólo
la cooperación pacífica y el diálogo
entre los pueblos y las naciones ofrece una oportunidad
para la paz.