24 agosto
2006 - Ciudad de México, México —
Las intensas lluvias que desbordaron dos veces el
Río Bravo, las 30 personas que murieron por
la ola de calor en Baja California, los 100 mil
casos de cuadro diarreico en Tamaulipas, las lluvias
torrenciales en Veracruz, los desbordamientos de
canales de aguas negras en el Estado de México,
la granizadas históricas ocurridas en la
Ciudad de México, las inundaciones en la
zona conurbada de Guadalajara, los deslaves y fracturas
de las carreteras en Zacatecas, la pérdida
de cultivos y ganado en Sonora, y las inundaciones
en diferentes estados evidencian la alarmante vulnerabilidad
social y económica del país frente
a fenómenos meteorológicos agravados
por el cambio climático, denunció
la organización ambientalista Greenpeace.
Se entiende por vulnerabilidad
la falta de capacidad de una persona o grupo para
anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse del
impacto de una amenaza natural. Implica una combinación
de factores que determinan el grado hasta el cual
la vida y la subsistencia de alguien queda en riesgo
por un evento distinto e identificable de la naturaleza
o de la sociedad (1). Esto quiere decir que algunos
grupos sociales o países son más frágiles
y propensos al daño, pérdida y sufrimiento
de una misma amenaza y que la vulnerabilidad puede
aumentar o disminuir con acciones concretas.
Para el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) la vulnerabilidad de un país
es producto de la urbanización rápida
y no regulada, la persistencia de la pobreza urbana
y rural generalizada, la degradación del
medio ambiente causada por el mal manejo de los
recursos naturales, la política pública
ineficiente y los rezagos y desaciertos de las inversiones
en infraestructura (2).
Los diversos impactos que asolan
el país como inundaciones, pérdida
de cultivos y ganado, menor rendimiento de pesquerías,
enfermedades gastrointestinales o causadas por mosquitos
(dengue, malaria, virus del Nilo), olas de calor,
extinción de especies, destrucción
de viviendas e infraestructura y la fatal pérdida
de vidas humanas, responden a una sola causa que
no se encuentra contemplada en las políticas
públicas: la vulnerabilidad de México
frente al cambio climático.
“Frente a este panorama es urgente
que el gobierno asuma que los fenómenos meteorológicos
acrecentados por el cambio climático como
lluvias, granizadas, huracanes, olas de calor y
sequías generan cada vez mayores impactos
debido a nuestra vulnerabilidad. Esta vulnerabilidad
es causada por factores humanos, no naturales, es
decir, existe una carencia de políticas públicas
que estén dirigidas a eliminar nuestra fragilidad
ante el incremento de estos fenómenos. Por
otra parte, existen prácticas que aumentan
nuestra vulnerabilidad y que están avaladas
por nuestro marco regulatorio actual”, afirmó
Arturo Moreno, coordinador de la campaña
de energía y cambio climático.
Si las políticas públicas
contemplaran acciones preventivas contra el cambio
climático nuestro grado de vulnerabilidad
sería menor y no ocurrirían las periódicas
pérdidas económicas, enfermedades
y muertes de personas.
Debido a la creciente vulnerabilidad
el World Disasters Report de la Cruz Roja y la Red
Crescent Societies los impactos del cambio climático
no podrán ser atendidos por la ayuda nacional
o internacional ni serán capaces de responder
a las demandas de los países más afectados.
El Centro Nacional para la Prevención de
Desastres (Cenapred) señala que en México
murieron 2767 personas de 1980 a 1999 debido a fenómenos
hidrometeorológicos, por su parte, la Organización
Mundial de la Salud afirma que ocurren 160 mil muertes
anuales en América Latina, África
y Asia debido al cambio climático, cifra
que aumenta constantemente y se duplicará
en el 2020.
“Es imposible evitar los fenómenos
meteorológicos sin embargo podemos reducir
la vulnerabilidad frente al cambio climático
y sus devastadores efectos con medidas concretas
e inmediatas para evitar el deterioro del ambiente
que se debe a factores como la deforestación,
el pastoreo excesivo, las alteraciones de las riberas
y el uso de métodos de cultivo inadecuados
en las laderas. Los manglares, que confieren protección
natural contra los huracanes están desapareciendo
de las regiones costeras; con la erosión
continua del suelo y la pérdida de cubierta
vegetal en las áreas montañosas, la
capacidad para absorber las lluvias torrenciales
disminuye y la tierra se vuelve más susceptible
a deslizamientos e inundaciones repentinas y violentas”,
agregó Moreno.
En este contexto el cambio climático
ha sido considerado un arma de destrucción
masiva y la peor amenaza que enfrenta la humanidad
en este siglo (3). Con este fenómeno y debido
a la vulnerabilidad, los países en desarrollo
como México sufrirán los mayores impactos.
Cada año se levantan nuevas comunidades (4)
que se establecen con o sin permiso de las autoridades
en lugares de alto riesgo (5), es decir comunidades
de futuras víctimas.
Un ejemplo de esto es Chiapas
(6), uno de los estados que presenta mayor vulnerabilidad
física y social frente a fenómenos
climáticos, vulnerabilidad que aumenta debido
a las políticas públicas vigentes,
las cuales favorecen la destrucción de bosques,
selvas y humedales costeros que servirían
de protección frente a lluvias y huracanes.
Esto quedo demostrado por el huracán Stan,
que siendo de categoría 1, provocó
170 muertes en Chiapas, mientras que el huracán
Wilma de categoría 5 ocasionó sólo
una en Quintana Roo.
“Aunque se intente simular que
estos desastres son naturales, es necesario enfatizar
que se trata de desastres políticos provocados
por la ausencia de medidas preventivas. Es urgente
que las autoridades reconozcan esto y realicen acciones
concretas para reducir la vulnerabilidad, pues cada
año los daños serán mayores
y no estamos sólo hablando de infraestructura
y riqueza material, estamos hablando de invaluables
perdidas humanas”, dijo Moreno.
Más información
con Cecilia Navarro a los tels. 5530 2165 ext. 220
y 04455 5172 9869 o en greenpeace.org.mx.
Notas al editor
1. Piers Blaikie, Terry Cannon, Ian David, Ben Wisner,
Vulnerabilidad. El entorno social, político
y económico de los desastres, de la Red de
Estudios Sociales en Prevención de Desastres
en América Latina, 1996.
2. El desafío de los desastres naturales
en América Latina y el Caribe, del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID). 2000.
3. En 1999 la ONU consultó a 200 expertos
para saber cuáles eran los problemas que
requerían especial atención. En 2000,
durante el Foro Económico de Davos se hizo
una pregunta similar a empresarios y la respuesta
en ambos casos fue el cambio climático global.
4. “Catastrophe & Culture-Antropología
de los desastres”, 2002.
5. Víctor Magaña y Carlos Gay, Vulnerabilidad
y adaptación regional ante el cambio climático
y sus impactos ambiental, social y económicos,
estudio realizado para el INE por el Centro de Ciencias
de la Atmósfera de la UNAM.
6. Ceceña Ana Esther y Barreda Andrés,
Chiapas y sus recursos estratégicos, Instituto
de investigaciones Económicas-UNAM, 1995.