12 septiembre
2006 - Distrito Federal, México — Organizaciones
campesinas y sociales, científicos y ambientalistas
dieron el Grito de Independencia genética
de México rechazando la experimentación
con maíz transgénico que buscan realizar
empresas transnacionales en el país.
“Esta conferencia es una respuesta
pública y colectiva a la consulta que está
realizando el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad
y Calidad Agroalimentaria (Senasica, organismo de
Sagarpa), sobre las solicitudes que realizaron las
empresas Monsanto, Dow y Dupont-Pioneer para realizar
experiencias con maíz transgénico
en México. Desde diferentes perspectivas
y con una diversidad de argumentos que expresan
desde los que día a día trabajan la
milpa con sus manos hasta quienes conocen el tema
desde sus laboratorios manifestamos que estas solicitudes
son una amenaza a la cultura, la economía,
el ambiente y la soberanía alimentaria, y
no deben ser aprobadas” dijo Verónica Villa,
del Grupo ETC. “No necesitamos ni queremos semillas
patentadas que consolidan la dependencia con empresas
trasnacionales y que contaminan y dañan nuestro
maíz”.
Aunque se presentan como solicitudes
de experimentación, las organizaciones entienden
que de ser aprobadas, se daría un paso decisivo
para permitir la futura liberación a campo
abierto, lo que aumentará el riesgo de contaminación
de las variedades de maíz nativo.
“El maíz es la base de
nuestra vida, de nuestras culturas y economías,
con el nacemos, crecemos y morimos. Por ser un cultivo
de polinización abierta, el maíz transgénico
necesariamente amenaza nuestras variedades tradicionales.
La contaminación de nuestras semillas es
un ataque al corazón de los pueblos indios”
dijo Pedro Turuseachi, miembro de Contec (Consultoría
Técnica Comunitaria), Sierra Tarahumara,
Chihuahua
“Las campesinas y campesinos
hemos creado miles de variedades de maíz
distinto color, sabor, tamaño, que se adaptan
a todos los campos de país, sean altos, llanos,
secos, húmedos. Ha sido una creación
de amor y cuidado, que alimentamos y nos alimenta,
es el corazón de lo que nos han dado nuestros
abuelos y la herencia principal que tenemos para
nuestros hijos. Ahora todo esto está amenazado
por la codicia de unas pocas empresas que se quieren
apropiar de este tesoro para despojarnos de nuestras
semillas”, agregó Elizabeth Paez, de las
comunidades campesinas de la región Tuxtleca,
Veracruz, miembro del Colectivo de Educación
Integral de la Mujer (CEDIM).
En el 2001, las autoridades ambientales
de México hallaron contaminación transgénica
en variedades campesinas de Oaxaca y Puebla, probablemente
debido a la entrada masiva de maíz transgénico
en las importaciones que provienen de Estados Unidos,
donde actualmente el 60% del maíz plantado
es transgénico. Datos de una asociación
científica de ese país demuestran
que más del 90% de los acervos tradicionales
de maíz tiene más del 1% de contaminación
de grano transgénico.
Desde ese entonces, el gobierno
no ha tomado medidas efectivas para parar las fuentes
de contaminación. Por el contrario, ni siquiera
han dado a conocer estudios realizados por la propia
Sagarpa y Semarnat (2002), que mostraron que la
contaminación está mucho más
extendida en Puebla y Oaxaca, y que también
existe en otros estados. Pero sí se publicó
en el 2005 un estudio muy limitado y con muchas
deficiencias, firmado por funcionarios de Instituto
Nacional de Ecología y la Comisión
Nacional para la Biodiversidad (Sol Ortiz et al)
afirmando que no habían encontrado contaminación
en una pequeña área de Oaxaca.
La experiencia de los que están
en el campo, muestra otra realidad. “A través
de la red ‘En Defensa del Maíz’, que agrupa
a campesinos y organizaciones indígenas de
todo el país, realizamos nuestros propios
muestreos en el 2003 y 2005 y encontramos contaminación
en nueve estados, al Norte, Sur y Centro del país.
Cuando comenzamos a ver que en muchas milpas campesinas
se presentaban deformaciones que nunca habían
visto anteriormente, realizamos un muestreo de esas
plantas y encontramos que el 11 por ciento están
contaminadas”, reporta Ana de Ita del Centro de
Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, que
mostró fotografías de las deformaciones
encontradas. “Si además de permitir las importaciones
de maíz transgénico se da luz verde
a la experimentación, el resultado inevitable
será aumentar la contaminación y darle
impunidad a las empresas que hasta ahora no han
tenido que dar cuentas del daño que han causado
al maíz y a los campesinos”, agregó.
Alberto Gómez de UNORCA
y Vía Campesina aseveró que la entrada
de transgénicos mina la soberanía
alimentaria, entregando los campesinos a la dependencia
de las multinacionales y las semillas patentadas
“Diez empresas controlan actualmente la mitad de
mercado mundial de semillas, y solamente seis la
totalidad de los transgénicos. Si se siguen
contaminando las semillas de maíz, nuestro
principal cultivo, su intención es que no
tengamos otra opción que comprarle a esas
empresas. No lo vamos a permitir”
Las solicitudes de las trasnacionales
refieren al Proyecto Maestro de Maíz (PPM),
un proyecto elaborado por estas empresas en conjunto
con algunos investigadores del Centro de Estudios
Avanzados del IPN (Cinvestav), representantes de
Sagarpa y otros investigadores invitados por estas
instituciones. Este Proyecto, que pretende establecer
marcos de bioseguridad para la experimentación
con granos transgénicos en México,
adolece de múltiples deficiencias.
Al respecto, Elena Alvarez-Buylla,
del Laboratorio de Genética Molecular de
la UNAM señaló que “ no existen razones
técnicas o científicas que justifiquen
las siembras experimentales a campo abierto de las
líneas de las compañías semilleras
y si implican riesgos importantes. Las líneas
que se quieren probar ya están resultando
obsoletas, incluso bajo las condiciones óptimas
para su siembra en Estados Unidos en donde: no han
aumentado los rendimientos de maíz, requieren
de una mayor cantidad de agrotóxicos que
líneas tradicionales en algunos casos y están
generando la aparición de plagas resistentes
a pesar de la estricta regulación de Estados
Unidos.”
La investigadora agregó
que “existen nuevas tendencias basadas en conocimiento
biotecnológico para la agricultura, que no
son transgénicas y podrían desarrollarse
en México para el beneficio público.
Estas dependen justamente de la variabilidad genética
existente en las razas criollas y por tanto, es
crucial evitar a toda costa la contaminación
de estas razas criollas con transgenes que podrían
evitar su uso en estos nuevos desarrollos. En particular,
nos preocupa a sobre manera la posibilidad de contaminación
de líneas de maíz que expresan sustancias
tóxicas para el consumo humano o animal como
fármacos y sustancias industriales, que de
contaminar aún a niveles mínimos los
acervos de grano, podrían tener efectos multiplicativos
desastrosos a lo largo de la cadena alimentaria.
Estos desarrollos deben impedirse a todos los niveles
en el mundo entero. Por último, los protocolos
para realizar las siembras experimentales adolecen
de problemas técnicos graves que no han sido
resueltos o que han sido atendidos de manera insatisfactoria.”
Antonio Serratos, actualmente
investigador en El Colegio de México, integró
la Comisión Nacional de Bioseguridad Agrícola,
que después de numerosos análisis,
llamó en 1998 a declarar una moratoria a
la siembra de maíz transgénico en
México, por los impactos potenciales que
podría tener sobre los maíces nativos.
“No ha habido cambios sustanciales en las condiciones
que analizamos en ese momento, por lo que se debería
reinstalar la moratoria. Con relación al
tipo de experimentación que se plantea ahora,
cuyo objetivo es el estudio de las medidas necesarias
para la bioseguridad, ya existen conocimientos al
respecto desde 1997. Por lo tanto las experiencias
que se pretenden llevar a cabo no tienen que ver
con la bioseguridad, pero sí con el inicio
de un proceso para poder pasar a la fase de liberación
comercial.”
Por otra parte, Gustavo Ampugnani
de Greenpeace, agregó que la acción
de la Senasica de volver a presentar estas solicitudes
(ya se habían considerado a fines de 2005
y comienzos del 2006) es ilegal. “La Ley de Bioseguridad
y Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM)
exige en su artículo 2º, que se debe
establecer Régimen Especial de Protección
del Maíz, lo cual no se ha hecho. Además,
esta ley tampoco está reglamentada y no existe
un Consejo Consultivo Científico de la Comisión
de Bioseguridad y Organismos Genéticamente
Modificados (Cibiogem), que según la ley
debería emitir su parecer sobre este tipo
de experiencias”. Ampugnani agregó que un
régimen de este tipo “Por la importancia
de lo que está en juego, debe ser un proceso
abierto, transparente y participativo, donde realmente
se tome en cuenta los conocimientos de los campesinos,
sus creadores y quienes mejor conocen el maíz,
y de científicos que sean independientes
de las empresas”.
Alvarez-Buylla y Serratos, son
dos de los muchos científicos mexicanos,
que junto a organizaciones de la sociedad civil,
firman el “Manifiesto por la protección del
maíz mexicano”, en el cual plantean las condiciones
imprescindibles para un auténtico régimen
de bioseguridad en el país.
“Este es un esfuerzo conjunto
de muchos científicos y organizaciones que
ofrece propuestas concretas para la elaboración
del Régimen Especial de Protección
del Maíz, tal como lo exige la ley de bioseguridad.
Esta iniciativa se suma a la enorme cantidad de
acciones y propuestas que existen por todo el país,
que desde las más diversas perspectivas coincidimos
en el rechazo al maíz transgénico”
dijo Cati Marielle del Grupo de Estudios Ambientales
(GEA).
El Grito de Independencia genética
no es sólo de rechazo, también revaloriza
los conocimientos, la experiencia y la capacidad
que existe en México para que el maíz
siga siendo nuestro sustento, al mismo tiempo que
cuidamos el ambiente y la diversidad y no caemos
en la dependencia que significan las semillas patentadas
de las empresas de transgénicos.
Convocantes:
CASIFOP, Centro de Análisis
Social, Información y Formación Popular;
CECCAM, Centro de Estudios para el Cambio en el
Campo Mexicano; CENAMI, Centro Nacional de Misiones
Indígenas; CONTEC, Consultoría Técnica
Comunitaria, Chihuahua; GEA, Grupo de Estudios Ambientales;
Greenpeace México; Grupo ETC, Grupo de Acción
sobre Erosión, Tecnología y Concentración;
ORAB, Organización de Agricultura Biológica,
Oaxaca; SER Mixe, Servicios del Pueblo Mixe, Oaxaca;
UNOSJO, Unión de Organizaciones de la Sierra
Juárez de Oaxaca; UNORCA, Unión Nacional
de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas
Con el apoyo de comunidades y
organizaciones campesinas e indígenas de
Jalisco, Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Tabasco,
Michoacán, Chihuahua, Puebla, Tlaxcala, Morelos
e Hidalgo, participantes en la Red en Defensa del
Maíz.