04 octubre
2006 - Santiago, Chile — Greenpeace demandó
en todo el mundo la protección del maíz,
denunciando cultivos en tres continentes, Europa,
Asia y América, con grandes círculos
para exigir que no se continúe con la contaminación
genética. En Chile Greenpeace, pide que se
suspenda la producción de semillas de maíz
transgénico, que son exportadas.
04 de octubre 2006.- Grandes círculos
se dibujaron sobre campos de cultivos de maíz
en México, España y Filipinas, como
lanzamiento de una campaña global para proteger
el centro de origen del maíz en México
de contaminación genética y la producción
convencional de maíz en muchos lugares del
planeta donde se ha comenzado a cultivar maíz
transgénico.
México es el país
de origen del maíz, donde se cultivan más
de 200 variedades diferentes. El maíz es
uno de los mayores cultivos en el mundo y alimenta
a cientos de millones de personas diariamente.
La producción masiva de
maíz transgénico amenaza uno de los
lugares de mayor biodiversidad del planeta y pone
en riesgo la provisión de alimentos globalmente.
A nivel internacional Greenpeace
está demandando que:
* Los gobiernos alrededor del
mundo establezcan prohibiciones a las liberaciones
de cultivos transgénicos.
* Los gobiernos retiren las autorizaciones a los
cultivos transgénicos comerciales y experimentales
* La contaminación genética de los
cultivos debe ser limpiada por las compañías
que las han causado, tales como Monsanto, bajo el
principio “el que contamina paga”.
Chile no está ajeno a la
amenaza de la contaminación genética,
Greenpeace Chile ha investigado en semillas convencionales
de maíz en dos temporadas, encontrándose
contaminación en dos sucesivas temporadas.
Chile autoriza el cultivo de semillas
de maíz transgénicas para su exportación,
sin informar públicamente donde se encuentran
estos cultivos, exponiendo a los productores vecinos
a altos riesgo de contaminación. El Servicio
Agrícola y Ganadero quien posee la información,
se ha negado a proporcionarla aludiendo a que se
trata de información privada, lo que ha sido
fuertemente rechazado por Greenpeace, otras organizaciones
ambientales y productores de agricultura orgánica,
que son directamente afectados.
La contaminación descubierta
en Chile, implica un claro riesgo económico
para la agricultura nacional especialmente para
el creciente negocio de la producción de
semillas, ya que, para el mercado europeo, que es
más exigente que otros, el 33% de los ingresos
por exportación corresponde a semillas chilenas.
Este mercado y otros están amenazados por
contaminación genética, donde los
niveles son altos. En este aspecto recientemente
una noticia de Le Monde, en Francia, indicó
que el 25% de las semillas importadas, incluidas
las chilenas, presentan trazas de contaminación
genética.
“Chile aún tiene la gran
posibilidad de no convertirse en un país
con una
agricultura transgénica, nuestra oferta hacia
los exigentes mercados de
alimentos debe ser limpia, sustentable, sin dañar
nuestros recursos naturales y
libre de transgénicos, para proteger nuestra
específica agrobiodiversidad,
reprsentanda por la isla ecológica que somos”,
dijo Juan Carlos Cuchacovich Campañista de
Transgénicos de Greenpeace Chile