Los trabajadores
de Garoña se someterán a dosis más
altas de radiactividad durante la recarga de combustible
Garoña ha sufrido 12 problemas
importantes de seguridad desde 2004, 3 de ellos
de Nivel 1 en la escala INES y 5 paradas forzosas
del reactor15 febrero 2007
España — Los trabajadores contratados para
la próxima recarga de combustible de uranio
de la central nuclear de Garoña se enfrentarán
a niveles significativamente más altos de
radiactividad provocados por la rotura de un elemento
de combustible nuclear del interior de la vasija
del reactor. Esta situación implica que estos
trabajadores estarán expuestos a recibir
en esta recarga dosis más altas de radiactividad.
Nuclenor se ha visto obligada
a adelantar la parada de recarga por el incremento
de los niveles de radiactividad en el circuito primario
que se han venido produciendo desde el pasado mes
de diciembre (el día 11 se detectó
el problema) por las pérdidas anómalas
de radiactividad del elemento de combustible dañado.
A pesar de que Nuclenor se vió forzada a
apantallar el elemento de combustible roto para
tratar de minimizar la liberación de radiactividad
al circuito primario, ésta se ha seguido
produciendo.
Este problema afecta al combustible
nuclear que alberga la vasija del reactor, que es
el verdadero corazón de la central nuclear.
En estos elementos tienen lugar las reacciones de
fisión nuclear, que generan gran cantidad
de radiactividad. Una rotura o anomalía en
estos elementos provoca, en primer lugar, un aumento
de liberación de radiactividad al circuito
primario, que finalmente puede redundar en un incremento
de los niveles de radiactividad emitidos al medio
ambiente exterior.
Pero, además, provoca,
inevitablemente, que muchas de las operaciones que
hay que realizar durante la parada de recarga impliquen
la posibilidad de que los trabajadores que las ejecuten
reciban dosis más altas de radiactividad,
a no ser que se cambien de forma importante los
procedimientos y se empleen en esas tareas a más
personal que actúe durante periodos más
cortos (con el fin de disminuir el tiempo de exposición
a la radiación), lo que no siempre es posible.
Greenpeace considera que en esta ocasión
va a resultar muy difícil poder realizarlo.
Esta rotura del combustible nuclear
es el último problema de seguridad reconocido
por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en la
central nuclear de Garoña, cuya vida útil
está ya agotada, como demuestran los graves
problemas de agrietamiento por corrosión
que afectan a diversos componentes de la vasija
del reactor y del resto del circuito primario. A
estos problemas técnicos de gran calado,
imposibles de solucionar, se suman los continuos
errores humanos en la operación de la central,
que hacen que su Cultura de Seguridad pueda calificarse
de muy deficiente.
Los 12 sucesos de los 3 últimos
años
El pésimo funcionamiento
de la central de Garoña se ha puesto de manifiesto
en estos últimos 3 años en, al menos,
12 sucesos de seguridad notificables, de los cuales
5 han provocado la parada automática del
reactor y 3 han sido clasificados como de Nivel
1 en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares
(INES) (ver tabla adjunta).
Los tres sucesos de Nivel 1 fueron
debidos a:
* envío de chatarra contaminada
radiactivamente a instalación de reciclado
(3 de febrero de 2004)
* comportamiento anormal de las
válvulas de ventilación del edificio
del reactor (15 de marzo de 2005)
* la no detección, durante
7 meses, de la inoperabilidad de la instrumentación
post-accidente de la temperatura interior de la
contención (detectado del 16 al 18 de noviembre
de 2005)
Esta última anomalía
se debe a un defecto en el montaje de los medidores
de temperatura del cableado de la contención,
que atraviesa el edificio del reactor hasta llegar
a la sala de control. La instalación del
nuevo cableado se había efectuado siete meses
antes, tras una modificación de diseño
llevada a cabo durante la recarga del combustible,
pero no había sido detectado hasta el 16
de noviembre, momento en el que las temperaturas
invernales evidenciaron los errores en las mediciones
de temperatura. Este último suceso reafirma
claramente la falta de controles suficientes en
la instalación de Garoña.
Otro suceso que demuestra la dejadez
de la Cultura de Seguridad de la empresa explotadora
de la central nuclear de Garoña tuvo lugar
el 26 de mayo de 2005, en relación al intento
de localizar una fuga de agua al pozo seco del reactor
que venía produciéndose al menos desde
el 14 de mayo y cuya evolución iba empeorando
significativamente día tras día. Este
problema en el reactor de Garoña se produjo
tan sólo mes y medio después de la
anterior parada de recarga de la central.
Los 7 sucesos restantes, además
del problema de la rotura del combustible ya mencionado,
son fallos en diversos equipos, algunos de ellos
muy importantes para la seguridad: en la señalización
de los niveles de agua en la vasija del reactor,
en los sistemas eléctricos, rotura de bomba
del circuito primario, funcionamiento anómalo
de sistemas de seguridad, incapacidad de refrigeración....
Greenpeace reitera que, debido
al peligroso funcionamiento y al evidente agotamiento
de la vida útil de Garoña, es un error
esperar hasta 2009 para proceder a su cierre definitivo,
como parece haber decidido el Gobierno. Es necesario
cerrar esta central nuclear de forma inmediata.
Los hechos demuestran continuamente
que la seguridad de Garoña está seriamente
degradada, tanto por problemas técnicos como
por los fallos derivados de la deficiente cultura
de seguridad del operador (Nuclenor). Su funcionamiento
entraña un riesgo inaceptable para la seguridad
pública y el medio ambiente. Además,
su aportación eléctrica es prescindible
(menos de 1,5% del total nacional en 2005) y está
más que compensada por la producción
del régimen especial (renovables y cogeneración).
Greenpeace valora como un éxito
la Declaración contra las bombas de racimo
aprobada por 46 países
La organización insta a los firmantes a continuar
con este proceso23 febrero 2007
Oslo, Noruega — La Conferencia de Oslo, que ha reunido
a 49 países invitados por el Ministerio de
Asuntos Exteriores de Noruega, ha concluido con
un éxito.
Este grupo de países ha
acordado una declaración que los compromete
a concluir, en el año 2008, un proceso para
prohibir las bombas de racimo que causan daños
inaceptables a los civiles. Sólo tres de
los países presentes (Japón, Rumania
y Polonia) no apoyaron la declaración.
El texto contó con el apoyo
de España y de otros países de todos
los continentes, incluyendo países que poseen,
producen o han usado bombas de racimo. También
con el de algunos de los estados más afectados
por el problema, como Afganistán, Líbano
y Serbia. Los 46 estados que han apoyado la declaración
también han llegado a un acuerdo sobre el
calendario y "hoja de ruta" a seguir a
partir de ahora. Las siguientes reuniones se celebrarán
en Lima (en mayo o junio), Viena en noviembre y
Dublín a comienzos de 2008.
Las bombas de racimo han
matado y herido a civiles durante más de
cuarenta años. "/Hoy la comunidad internacional
ha dado un paso histórico para poner fin
a esto de una vez por todas. La fuerte voluntad
política que se ha expresado, y la sensación
de urgencia que ha sido el sentimiento dominante
en la conferencia, nos da la confianza de que este
proceso tendrá éxito y llevará
a la creación de un tratado nuevo y decisivo
en 2008/", ha declarado Mabel González,
responsable de la campaña de desarme de Greenpeace.
"Greenpeace, además, quiere felicitar
al Gobierno noruego por el éxito de esta
convocatoria, y al español por sumarse al
proceso".