4º
aniversario de la invasión de Irak. 17
de marzo, Jornada Internacional contra la ocupación
16 marzo 2007 - España
— Greenpeace apoya las movilizaciones que se
celebran el día 17 de marzo en todo el
mundo, para conmemorar el cuarto aniversario
de la invasión de Irak y denunciar la
catastrófica situación que se
ha generado desde entonces. Desde que comenzó
la ocupación, la inestabilidad ha aumentado
desde Oriente Medio a Asia Central, el terrorismo
internacional se ha fortalecido y ha quedado
demostrado que la violencia no podrá
resolver los problemas de este región.
La guerra de Irak fue ilegal
y se lanzó basándose en mentiras.
En aquel país no había armas de
destrucción masiva, el régimen
de Sadam Husein no tenía vínculos
con el terrorismo global ni con Al Qaeda, y
no se ha llevado a los iraquíes la paz
ni la democracia que les prometieron. Pero éstas
fueron sólo las justificaciones para
la guerra. Las verdaderas razones de la intervención
militar en este país eran la intención
de apoderarse de sus reservas de petróleo
y de usar Irak como una palanca para rediseñar
Oriente Medio a la medida de los intereses estratégicos,
económicos, políticos y militares
de Estados Unidos.
Ni Irak, ni la región,
ni el mundo son hoy más seguros. La resistencia
a la invasión ha crecido sin cesar desde
la invasión y las tropas ocupantes e
iraquíes afrontan cada vez más
ataques y bajas en combate. EE UU se gasta mensualmente
en Irak 6.500 millones de euros (el doble que
al principio de la ocupación) y ahora
el Gobierno de George W. Bush quiere enviar
21.500 soldados más a la zona, lo que
dejaría el total en más de 160.000.
En torno a 3.500 soldados estadounidenses han
muerto (una cifra superior a la de los muertos
en los ataques del 11 de septiembre), y cerca
de 24.000 han resultado heridos, muchos de ellos
de gravedad.
Pero la peor parte se la han
llevado los iraquíes. La revista médica
The Lancet estima en más de 600.000 el
número de muertos desde la invasión.
El diseño del proceso político
llevó a una competencia por el poder
entre suníes, chiíes y kurdos
que ha disparado la violencia sectaria. Unos
cuatro millones de iraquíes están
desplazados en su propio país o refugiados
en los países vecinos. La inseguridad
es cada día mayor y el funcionamiento
de los servicios públicos tampoco ha
mejorado. Hoy, en torno al 60% de los ciudadanos
iraquíes está en paro, y según
UNICEF hay 4,5 millones de niños con
desnutrición.
La “guerrra global contra
el terrorismo” ha sido un fracaso. Esta estrategia
militar y unilateral no ha logrado un mundo
más justo ni seguro, sino todo lo contrario.
La violencia en Irak aumenta sin cesar, y lo
mismo ocurre en Afganistán, donde se
usó un enfoque predominantemente militar
para luego desviar la atención hacia
Irak. Un reciente informe muestra que, desde
la invasión de Irak, los ataques del
terrorismo yihadista internacional en todo el
mundo se han multiplicado más de seis.
A esto hay que añadir
el debilitamiento de las instituciones internacionales
como la ONU, y del Derecho Internacional. Se
violan los derechos humanos en lugares como
Guantánamo y Abu Ghraib, entre otros
muchos, y se ataca la libertad y la justicia
como muestran los vuelos secretos de la CIA
en territorio de países europeos. A la
vez, los dobles raseros están llevando
a una carrera nuclear que puede poner en peligro
todo el sistema de no proliferación.
Ahora, desde Washington se
está poniendo a Irán en el punto
de mira. Una de las razones es el programa nuclear
de este país. Nadie ha probado de momento
que quiera fabricar armas y ellos aseguran que
sólo pretenden producir electricidad.
Teherán no ha hecho, de momento, nada
ilegal en el marco del Tratado de No Proliferación,
del que es miembro, y aunque ése fuera
su propósito, tardaría de cinco
a diez años en obtener un arma nuclear.
Sin embargo, Washington ha logrado que el caso
llegue al Consejo de Seguridad de la ONU, y
algunas fuentes aseguran que no ha descartado
un ataque militar. Esto tendría consecuencias
impredecibles.
“Esta estrategia ha
fracasado, y ha dejado más que demostrado
que la violencia no es solución para
los problemas de Oriente Medio ni del resto
del mundo. Los manifestantes que en febrero
y marzo de 2003 se opusieron en todo el mundo
a esta invasión tenían razón
cuando predijeron sus catastróficos efectos.
Ahora, en el cuarto aniversario, es hora de
volver a salir a la calle para reclamar la paz
y rechazar las guerras y la violencia”, declaró
Mabel González, responsable de Desarme
de Greenpeace.