Madrid,
19 de marzo de 2007.- WWF/Adena advierte que
los grandes ríos del mundo –con diferencia,
las mayores fuentes de agua- se están
muriendo, por lo que aumentan las amenazas de
escasez de agua. La continua pérdida
de caudal, como consecuencia de la deficiente
planificación y la protección
inadecuada de las áreas naturales, indica
que no está garantizado que el agua fluya
para siempre.
En su último informe,
Los 10 ríos del mundo en mayor riesgo,
publicado con motivo del día Mundial
del Agua (22 de marzo) WWF/Adena ofrece una
lista de 10 grandes ríos que están
agonizando como resultado del cambio climático,
la contaminación y las presas.
Jamie Pittock, Director del
Programa Mundial de Agua Dulce de WWF/Adena,
explicó: “La situación de los
ríos estudiados en el informe simboliza
la crisis del agua dulce. Crisis que muchas
organizaciones vienen denunciando desde hace
años pero cuyas advertencias han sido
ignoradas. De modo similar a lo ocurrido con
el problema del cambio climático que,
finalmente, comienza a tener respuesta del sector
empresarial y del gobierno. Queremos que los
responsables admitan el problema ahora, y no
cuando la emergencia de agua dulce adquiera
proporciones difíciles de afrontar”.
Cinco de los diez ríos
de la lista del informe se encuentran en Asia:
Yangtze, Mekong, Salween, Ganges e Indo; en
Europa, el Danubio; en América, el río
de La Plata y el río Bravo o río
Grande; en África, el Nilo-Lago Victoria
y en Australia, el Murria-Darling.
Los embalses del Río
Danubio – uno de los ríos más
grandes en Europa – han destruido el 80 por
ciento de los humedales y llanuras de inundación
de su cuenca. Aunque no existiera el aumento
de temperaturas que amenazan con derretir los
glaciares del Himalaya, el Río Indo ya
manifiesta una gran escasez, debido al exceso
de extracción de agua para la agricultura.
La pesca de especies dulceacuícolas,
principal fuente de proteína y medio
de vida para cientos de miles de comunidades
en el mundo, está también amenazada.
El informe hace un llamamiento
a los gobiernos para proteger más eficazmente
el flujo natural de los ríos y la distribución
y uso del agua, con el fin de salvaguardar los
hábitats y los medios de vida de grandes
poblaciones humanas.
Pittock agregó: “La
conservación de los ríos y humedales
debe ser considerada parte esencial de la seguridad
nacional, la salud y el desarrollo económico.
Se han de investigar intensamente nuevas maneras
de utilizar el agua de modo eficiente para cultivos
y otras producciones, a fin de que no se utilice
más agua de la necesaria”.
WWF/Adena señala además
que los acuerdos de cooperación para
la gestión de recursos compartidos, como
la Convención Sobre Cursos de Agua de
las Naciones Unidas, deben ser ratificados y
dotados de los recursos para que funcionen en
la realidad.
Pittock concluyó: “La
crisis del agua dulce va más allá
de los 10 ríos mencionados en este informe
y refleja hasta qué grado el desarrollo
destructivo amenaza la capacidad de la naturaleza
para satisfacer nuestras necesidades. Debemos
modificar nuestra manera de comportarnos ahora
o pagaremos el precio en un futuro no muy lejano”.
Imágenes disponibles para televisiones
Artículo: Guido Schmidt
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WWF/Adena: la última
década se destruyeron casi 94 millones
de hectáreas de bosques
Madrid, 20 de marzo de 2007.-
En el día Forestal Mundial WWF/Adena
advierte que los ecosistemas forestales mundiales
–al igual que los de nuestro país– están
gravemente amenazados. Si continúan las
talas ilegales, los incendios forestales, la
transformación en tierras agrícolas,
la ausencia de gestión forestal y el
crecimiento urbanístico sin límites,
los bosques están condenados a desaparecer.
Los bosques albergan buena
parte de la diversidad biológica del
planeta a la vez que desempeñan un papel
fundamental en la regulación del clima.
En la actualidad ocupan unos 3.866 millones
de hectáreas, casi una tercera parte
de las tierras emergidas del planeta. Sin embargo,
a pesar de los beneficios que generan a la humanidad,
casi la mitad de la cubierta forestal original
ha desaparecido. Y de lo que nos queda sólo
la quinta parte muestra un estado de conservación
favorable.
En la pasada década
se produjo una pérdida neta de superficie
forestal de 93,9 millones de hectáreas
o, lo que es lo mismo de 5,6 millones de hectáreas
al año (una hectárea equivale
a la superficie de un campo de fútbol).
En este mismo periodo se destruyeron bosques
naturales para trasformarlos en plantaciones
agrícolas y forestales a un ritmo de
16,1 millones de hectáreas al año;
el 94 por ciento de esa superficie en zonas
tropicales. La agricultura fue la responsable
del 70% de esta transformación. Si a
este panorama sumamos la situación de
ausencia de gestión forestal, las talas
ilegales y su comercio asociado, los incendios
forestales y el desarrollo urbanístico,
resulta fácil comprender que los bosques
están seriamente amenazados.
En España, la situación
se caracteriza por la explotación intensiva
de eucalipto y pino en las zonas de influencia
atlántica y montana, y el abandono e
infrautilización de los productos y servicios
ambientales y socioculturales de los montes
mediterráneos. En ambos casos destaca
la carencia de planificación territorial
y la ausencia de gestión forestal. De
hecho, menos del 13% de la superficie forestal
cuenta con un documento de gestión, como
demanda la Ley de Montes. Carencia que incluso
ocurre en los espacios de la Red Natura 2000.
Apenas queda el 20% de las
masas forestales originales de nuestro país.
Cada verano el fuego arrasa una superficie media
de 150.000 hectáreas a la vez que el
20% del territorio nacional sufre riesgos extremos
o altos de erosión, un panorama nada
positivo para asegurar la mejora de nuestras
masas forestales.
Lourdes Hernández,
del Programa de Bosques de WWF/Adena, apuntó:
“Es imprescindible un cambio social y político
para atajar la trágica tendencia actual.
Las Comunidades Autónomas deben asumir
sus responsabilidades y apostar de forma prioritaria
por una gestión forestal sostenible y
una ordenación racional del territorio”.
WWF/Adena hace, además, un llamamiento
al mercado español de madera para que
no contribuya a la devastación de los
bosques evitando el consumo de fuentes ilegales
o desconocidas y exigiendo productos certificados
por el instrumento FSC (Forest Stewardship Council
o Consejo de Administración Forestal).
Artículo: Lourdes Hernández