01
abril 2007 - Internacional — Cuando el buque
destructor HMS Sheffield fue hundido durante
la guerra entre la Argentina y el Reino Unido
por las Islas Malvinas, el Ministerio de Defensa
británico no reconoció la presencia
de armas nucleares a bordo de ninguno de los
barcos que participaron del conflicto. Como
miembros de una red de vigilancia anti-nuclear,
compuesta por entidades civiles, teníamos
otra información. Y el tiempo nos dio
la razón.
Es un día frío
y lluvioso en Inglaterra en 1982. En el camino
que lleva a la Base Naval de Portsmouth una
figura solitaria se agazapa en el único
refugio en kilómetros a la redonda,
una parada de ómnibus. Una fila de
vehículos, incluyendo cuatro camiones
de cargas pesadas, uno con equipo de radio,
uno equipado para socorro y un autobomba avanza
lentamente. El hombre en la parada, saca un
trozo de papel y toma nota de la hora y una
descripción exacta de los móviles.
El es uno de los tantos voluntarios que forman
parte de la red anti-nuclear que vigila el
movimiento de las ojivas nucleares y sabe
perfectamente hacia donde se dirigen: a completar
las cargas de profundidad a bordo del buque
HMS Sheffield.
Unos meses después,
la nave fue hundida. Greenpeace emitió
un comunicado en 1982 denunciando la presencia
de armas nucleares a bordo del Sheffield.
Sin embargo, las autoridades nunca confirmaron
que hubiese armas en el buque.
El 5 de diciembre de 2003,
el Ministerio de Defensa inglés admitió
por primera vez que algunos de los barcos
involucrados en el conflicto por las Malvinas
en 1982 habían zarpado con cargas nucleares
dispuestas para destruir submarinos. Más
de veinte años después, el gobierno
británico aceptó que teníamos
razón. Pero no es suficiente.
Greenpeace exige el esclarecimiento
definitivo sobre si había o no armas
nucleares a bordo del Sheffield al momento
en que este fue hundido, y de ser afirmativo,
si éstas lograron ser rescatadas o
si permanecen en las profundidades. El gobierno
británico asegura que jamás
ingresó armas nucleares a las aguas
territoriales argentinas y que no había
ninguna a bordo del Sheffield cuando este
fue blanco de un misil Exocet.
Pero un reporte de la Agencia
Internacional de Energía Atómica
de 1991 confirma la presencia de armas nucleares
abordo del Sheffield cuando éste fue
hundido. Además, y para confirmar las
sospechas, el Sheffield fue el único
barco naufragado al cual se le realizaron
operaciones de rescate por parte de un equipo
especializado de buceo, cuya misión
era la recuperación de “material estratégico”.
Es muy difícil creer
que no había armas en el barco cuando
este se hundió. Todos los movimientos
de armas que se realizaron en el puerto de
Portsmouth durante la guerra de Malvinas fueron
monitoreados, y sabemos que el Sheffield fue
cargado con un arsenal nuclear antes de partir.
Luego abandonó Portsmouth y se dirigió
hacia el Mediterráneo, desde donde
fue redireccionado hacia el Atlántico
Sur. El barco no volvió a tocar tierra,
y si descargó las armas mientras estuvo
en el mar, nunca nada regresó a la
Base Naval. Entonces la verdadera pregunta
al Ministerio de Defensa británico
es cómo y dónde se retiró
el arsenal del Sheffield antes de que se hundiese.
El Reino Unido dejó
de desplegar sus armas nucleares en su flota
naval en tiempos de paz, en parte, gracias
a la campaña Mares libres de Armas
nucleares, una coalición de organizaciones
pacifistas que perseguía el objetivo
de eliminar las armas nucleares de submarinos
y barcos, entre los 80 y 90.
En 1991, los Estados Unidos
y la Unión Soviética acordaron
el retiro de los misiles crucero submarinos
de toda base naval, aunque cada uno lo hizo
unilateralmente y sin compromisos vinculantes.
Desde entonces, la marina estadounidense ha
desarrollado la capacidad de equipar con misiles
Tomahawk todos sus submarinos en sólo
30 días.
La marina de los Estados
Unidos había propuesto la eliminación
de esta capacidad, pero a fines de 2003 se
dio a conocer a través de la revista
“Inside the Navy”, que el ex secretario de
Defensa estadounidense Donald Rumsfeld había
decidido mantener vigente esta estructura
de la guerra fría.
Poco tiempo después,
el Reino Unido anunció su decisión
de no eliminar su sistema marítimo
de defensa, los misiles Trident, sino que
serán reemplazados por armas nuevas,
aun no definidas. Greenpeace continúa
haciendo campaña en Gran Bretaña
en contra de este proyecto, a pesar de la
decisión del premier británico
Tony Blair.
El gobierno de los Estados
Unidos aprobó la designación
de fondos para la investigación y el
desarrollo de armas nucleares pequeñas
y portátiles, diseñadas para
ser utilizadas en el campo de batalla, lo
cual incrementa y extiende alarmantemente
la presencia nuclear en tiempos de guerra.
Las armas nucleares no pertenecen
a la tierra, pero mucho menos aún a
los mares. La presencia, una vez más,
de misiles en nuestros océanos representa
una inmensa escalada de peligrosas armas nucleares,
aumentando trágicamente la posibilidad
de accidentes. Lejos de fomentar y crear mayor
seguridad, una inversión de estas características
no hace más que devolvernos años
atrás, a un mundo mucho más
peligroso.