Gland,
Suiza, 22 mayo.– De acuerdo con un nuevo informe
publicado por WWF y la Sociedad para la Conservación
de Ballenas y Delfines (WDCS, por sus siglas
en inglés), previo a la 59ª reunión
de la Comisión Internacional Ballenera,
las ballenas, delfines y marsopas están
enfrentando cada vez más amenazas debido
al cambio climático global.
El informe ¿Ballenas
en agua caliente? ( Whales in hot water?)
resalta los crecientes impactos del cambio
climático en los cetáceos, que
van desde cambios en la temperatura del mar
y la desalinización del agua de mar
a causa del derretimiento de hielo e incremento
de precipitación fluvial, hasta la
elevación del nivel del mar, pérdida
de hábitats glaciares en los polos
y disminución de poblaciones de krill
en zonas clave.
El krill – una especie marina
pequeña parecida al camarón
que depende del hielo marino – es la principal
fuente de alimentación de muchas de
las grandes ballenas.
El aceleramiento del cambio
climático se suma de manera significativa
a las alteraciones ocasionadas por otras actividades
humanas como la contaminación química
y de ruido, las colisiones con barcos y enredos
con redes de pescar, que matan a cerca de
1,000 cetáceos diariamente.
“Las ballenas, delfines
y marsopas tienen cierta capacidad de adaptación
a los cambios en su ambiente”, aseguró
Mark Simmonds, Director Internacional de Ciencias
de WCDS. “Pero el clima está cambiando
a tal velocidad que es difícil saber
hasta qué punto los delfines y ballenas
serán capaces de adaptarse. Consideramos
que muchas poblaciones son muy vulnerables
a los cambios pronosticados”.
Actualmente los impactos
del cambio climático son mayores en
el Ártico y Antártico. De acuerdo
con el informe, los cetáceos cuyo hábitat
se encuentra en aguas polares y que dependen
de ellas para obtener sus recursos alimentarios
– como belugas, narvales y ballenas de cabeza
arqueada– tienen altas probabilidades de verse
afectados de manera dramática por la
reducción de la cubierta glaciar marina.
Conforme se reduzca dicha
cubierta, habrá más actividades
humanas como navegación comercial,
exploración y desarrollo petrolero,
minero y de gas, así como actividades
militares en áreas del Ártico
que nunca habían sido utilizadas. “Esto
traerá como resultado riesgos mucho
mayores de derrames químicos y petroleros,
más contaminación acústica
y mayores colisiones entre ballenas y barcos”,
aseguró Wendi Elliot del Programa Global
de Especies de WWF, autora principal del informe.
Otros impactos del cambio
climático que el informe incluye son:
reducción del hábitat disponible
para un número importante de especies
de cetáceos que no pueden trasladarse
a aguas más frías (por ejemplo,
los delfines de río); la acidificación
de los océanos a medida que absorben
las crecientes cantidades de CO2; incremento
en la susceptibilidad a enfermedades en los
cetáceos; y limitación del éxito
reproductivo, condición corporal y
tasas de supervivencia.
El cambio climático
también podría ser el detonante
de la muerte de los últimos 300 individuos
de ballena franca del Atlántico Norte
en peligro de extinción, dado que la
supervivencia de sus crías ha sido
directamente relacionada con los efectos de
la variación del clima en la abundancia
de presas.
WCDS y WWF instan a los
gobiernos a reducir sus emisiones mundiales
de CO2, al menos en un 50 por ciento para
la mitad del presente siglo. El último
informe del Panel Intergubernamental para
el Cambio Climático mostró que
era posible detener el calentamiento global
si las emisiones comienzan a bajar antes del
año 2015.
Posteriormente, las dos
organizaciones para la conservación
solicitarán que la Comisión
Internacional Ballenera facilite la investigación
sobre futuros impactos del cambio climático
en los cetáceos, incluyendo el apoyo
a un taller especial sobre el cambio climático
el año próximo; elaborar planes
de manejo y conservación a la luz de
la amenaza que representa el cambio climático,
e incrementar esfuerzos y recursos para combatir
todas las otras amenazas a dichas especies.
Fran Mallion
WDCS Oficial de prensa