Madrid,
22 de mayo de 2007.- Según un nuevo
informe de WWF/Adena y la Whale and Dolphin
Conservation Society (WDCS), publicado en
vísperas de la 59 reunión anual
de la Comisión Ballenera Internacional,
las ballenas, los delfines y las marsopas
se enfrentan en la actualidad a nuevas amenazas
procedentes del cambio climático.
El informe “Whales in hot
water?” da a conocer los impactos crecientes
del cambio climático sobre los cetáceos.
Los cambios van desde el aumento de temperatura
del mar y la pérdida de salinidad del
agua de mar por derretimiento de los hielos
y aumento de las precipitaciones, hasta el
aumento del nivel del mar, pérdida
de hábitats polares helados y la disminución
de las poblaciones de krill en áreas
clave. El krill es una suerte de camarón
minúsculo que depende del hielo flotante
y constituye el alimento principal de las
grandes ballenas.
El cambio climático
acelerado viene a unirse a otras alteraciones
de las actividades humanas, como la contaminación
química y acústica, la colisión
con buques y el enredo en las artes de pesca,
que matan unos 1.000 cetáceos al día
en los mares del mundo.
Mark Simmonds, Diretor Científico
de la WCDS, explicó: “Ballenas, delfines
y marsopas tienen cierta capacidad de reacción
a un medio ambiente cambiante. Pero el clima
está variando con tal rapidez que no
está nada claro que los cetáceos
se muestren capaces de adaptarse. Creemos
que muchas poblaciones van a ser muy vulnerables
a los cambios que los científicos han
predicho”.
Los impactos del cambio
climático van a ser más profundos
en el Ártico y la Antártida.
Según el informe, los cetáceos
que confían en las aguas polares con
hielos para sus hábitats y para conseguir
alimento (como las belugas, los narvales y
las ballenas de Groenlandia) probablemente
se verán gravemente afectadas por la
reducción de los hielos flotantes (banquisa).
Por otra parte, la desaparición
de la cubierta de hielos facilitará
el desarrollo de más actividades humanas,
como el transporte marítimo, la explotación
de petróleo, gas y minería y
las actividades militares en zonas del Ártico
anteriormente intactas. Wendy Elliott, del
Programa Internacional de Especies de WWF/Adena,
aclaró a este respectop: “Esto tendrá
como resultado un gran aumento del riesgo
de derrames de petróleo y de substancias
químicas, un agravamiento de las molestias
acústicas y mayor número de
colisiones de cetáceos con buques”.
Otros impactos que prevé
el informe son: la disminución del
hábitat disponible para muchas especies
que no podrán acceder a aguas más
frías (caso de los delfines de río),
la acidificación del océano
y la absorción de cantidades crecientes
de CO2, mayor propensión de los cetáceos
a contraer enfermedades, así como la
reducción del éxito reproductor,
del estado corporal y de la tasa de supervivencia.
El cambio climático
podría ser la gota que rebosa el vaso
para la supervivencia de las, aproximadamente,
300 ballenas francas norteñas, puesto
que la supervivencia de sus crías manifiesta
una correlación directa de los efectos
del cambio climático sobre la abundancia
de sus presas.
La WDCS y WWF/Adena instan
a los gobiernos a reducir las emisiones mundiales
de CO2 un 50%, como mínimo, para mediados
de siglo. El último informe del Panel
Intergubernamental del Clima demostró
que es posible parar el calentamiento del
planeta si las emisiones mundiales comenzaran
a disminuir antes del año 2015.
Las dos organizaciones de
conservación hacen también un
llamamiento a la CBI para que facilite la
investigación de los futuros impactos
del cambio climático sobre los cetáceos.
Incluyendo este apoyo el desarrollo de un
taller sobre cambio climático el próximo
año, la elaboración de un plan
de gestión y conservación a
la luz de las amenazas climáticas y
un aumento del esfuerzo y los recursos para
combatir las restantes amenazas que penden
sobre los cetáceos.
Artículo: Carlos Vallecillo