Madrid,
14 de junio de 2007.- WWF/Adena se opone al
uso de nuevas sustancias raticidas para controlar
la proliferación de topillos en zonas
agrícolas de Castilla y León.
Puesto que ocasionaría un daño
irreparable al medio ambiente y un grave riesgo
para la salud humana, tal y como ocurrió
con la clorofacinona, veneno empleado para
intentar controlar la plaga en la campaña
anterior. La organización de conservación,
sin embargo, entiende la preocupación
de los agricultores y apoya la puesta en marcha
de otro tipo de medidas agronómicas
compatibles con la conservación del
entorno.
En los últimos días
la organización agraria UCCL-COAG afirma
haber empezado a utilizar, por iniciativa
propia, un nuevo rodenticida, la bromadiolona,
para controlar las poblaciones de topillos
en el sur de la Provincia de Valladolid. WWF/Adena
se opone a esta iniciativa unilateral y considera
que la distribución masiva de venenos
supondría una nueva alteración
grave del medio, que afectaría entre
otras a aquellas especies predadoras que mejor
pueden contribuir al control natural de estos
roedores. Además el uso de estas sustancias
puede incluso representar un riesgo para la
población y para la actividad ganadera
y cinegética, tal y como ha ocurrido
con la clorofacinona utilizada en Tierra de
Campos.
En este sentido WWF/Adena
recuerda que sigue abierto el proceso por
el uso de clorofacinona a raíz de la
denuncia por delito contra la fauna y la salud
pública interpuesta por distintas organizaciones
ecologistas, como la propia WWF/Adena.
Diversas investigaciones
demuestran que distintos tipos de plaguicidas,
incluyendo los rodenticidas son poco selectivos
y destruyen también la fauna predadora.
Esto provoca efectos muy negativos a medio
plazo, obligando a repetir regularmente los
tratamientos tóxicos, con los consiguientes
riesgos para la propia salud humana. Las fuentes
que afirman ahora que la bromadiolona es inocua
para otras especies distintas a los roedores,
son las mismas que lo afirmaron en enero de
la clorofacinona. Sin embargo esta sustancia
provocó mortalidades masivas de palomas,
además de matar otras aves y liebres,
muchas de ellas especies que podían
haber sido consumidas por la población
local. Además, estudios llevados a
cabo en Francia, demostraron que la bromadiolona,
utilizada en campañas contra los topillos,
causó la muerte de numerosos zorros
y Águilas ratoneras.
Según Luis Suárez,
responsable del programa de especies de WWF/Adena:
“Entendemos perfectamente la preocupación
de los agricultores y les apoyamos en su solicitud
de medidas de compensación de daños,
ayudas para seguros contra este tipo de plagas
y para la aplicación de diferentes
medidas de manejo agronómico contra
los roedores”. Y finaliza: “Sin embargo estas
medidas deben de ser respetuosas con el medio
ambiente y, desde luego, no pasan por la utilización
de venenos u otros productos químicos
tóxicos”.
Para la organización ecologista resulta
especialmente importante el favorecer una
población alta y estable de predadores
naturales, puesto que constituyen la mejor
herramienta para combatir estas explosiones
poblacionales de topillos. Considera, así
mismo, que también deben establecerse
medidas concretas que permitan controlar futuros
repuntes de la plaga, como la aprobación
y aplicación del plan regional de lucha
contra el veneno, que favorecería la
recuperación de especies predadoras
como el milano real.
Nota para el editor: por qué son tan
importantes los predadores contra los topillos
Ante la explosión
demográfica de roedores, los zorros
incrementan notablemente su éxito reproductor,
al igual que las rapaces diurnas, como el
Cernícalo vulgar o el Milano Negro.
En cuanto a las rapaces nocturnas, especializadas
en la captura de roedores, sacan adelante
segundas puestas. Las 50.000 Milanos reales
invernantes en España concentran sus
poblaciones en las zonas donde los topillos
son abundantes, al igual que las Águilas
Ratoneras o los Aguiluchos Pálidos
cuyos efectivos invernantes pueden llegar
también a cifras altas, tendiendo a
concentrarse allí donde los micromamíferos
sean más numerosos. Es decir, el incremento
de la población de predadores tendería
con seguridad y en unos plazos razonables
a limitar enormemente los efectos de la plaga.
Además de esta forma se evitaría
el empleo de sustancias químicas tóxicas
peligrosas para la fauna y para la salud humana.
Artículo: Luis Suárez