Madrid-Valladolid, 5 de
julio de 2007.- La organización agraria
UPA de Castilla y León ofrece un diálogo
con las entidades ecologistas
para estudiar conjuntamente soluciones con
el fin de frenar la plaga de topillos. WWF/Adena,
los grupos ecologistas de Castilla y León
(Fundación Global Nature, Ecologistas
en Acción, Asociación para la
Conservación del Lobo ibérico,
Plataforma para la Defensa de la Cordillera
Cantábrica, ACENVA y Cantueso) y SEO/BirdLife
se manifiestan, una vez más, dispuestas
a colaborar con los agricultores y la administración
en la búsqueda de una solución
satisfactoria al problema que no suponga un
riesgo para el medio ambiente y las personas.
Desde el inicio del problema,
los conservacionistas han realizado numerosas
propuestas a las administraciones y organizaciones
profesionales agrarias para atajar la plaga
de topillos y paliar sus efectos. Estas propuestas
se han basado, entre otras, en solicitar medidas
de valoración, compensación
y aseguramiento de este tipo de daños.
Así como diversas medidas agronómicas
de prevención y control de la plaga
y de fomento de una población alta
y diversificada de predadores naturales. Además,
los grupos ecologistas han participado en
numerosas reuniones y propiciado la participación
de expertos y científicos de prestigio
de Universidades y del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas. Sin embargo,
las recomendaciones de estos científicos
sobre la nula selectividad de la dispersión
de grano envenenado y de los altos riesgos
de los tratamientos masivos con veneno no
fueron tenidas en cuenta en ningún
momento, ni por los agricultores ni por la
Administración.
A este respecto, el informe
científico-técnico presentado
en febrero de 2007 por los investigadores
de las entidades mencionadas* asegura que
los depredadores, junto con parásitos
y patógenos, constituyen el mejor aliado
para solucionar a corto plazo la plaga. Los
expertos en plagas del Ministerio de Agricultura
coinciden con estas recomendaciones. Pero,
como se ha demostrado, los predadores se encuentran
amenazados de intoxicación por bioacumulación,
al consumir presas envenenadas. Si se produce
una mortalidad importante entre las especies
que consumen topillos, su recuperación
poblacional futura será más
lenta que la de los roedores, y se mostrarán
incapaces de mantener niveles poblacionales
de topillos relativamente bajos, a corto y
medio plazo. Estas simples evidencias continúan
sin ser tenidas en cuenta por las asociaciones
agrarias que, muy recientemente, han anunciado
la dispersión masiva y por su cuenta
y riesgo, de nuevos rodenticidas, como la
bromadiolona.
Es conveniente recordar
que una de las conclusiones del informe de
la Universidad de Murcia sobre los análisis
toxicológicos efectuados a las palomas
muertas por la ingestión de clorofacinona
señala “los riesgos para la salud humana”
que puede tener la ingesta de aves u otros
animales muertos o intoxicados por esta causa.
Tanto la clorofacinona como la bromadiolona
son productos altamente tóxicos que
requieren autorizaciones específicas
para su manipulación y la eliminación
de sus residuos. Por ello, el riesgo que conlleva
su uso es evidente, tanto para los que manipulan
el producto como para la población
en general. A este respecto, ante la reiteradas
denuncias de ASAJA sobre los problemas de
salubridad para la población por la
gran cantidad de roedores que ahogados en
canales, ríos y acequias, que podrían
llegar a contaminar el agua de bebida, hay
que decir que el verdadero y grave riesgo
para las personas ( además de para
fauna silvestre, rebaños, etc.) sería
que estos centenares de miles de topillos
se ahogaran repletos de veneno anticoagulante.
El nuevo raticida (bromadiolona) que la organización
UCCL-COAG ya ha empezado a utilizar incluye,
entre otras, la siguientes indicaciones de
manejo: “No contaminar el agua con el producto
ni con su envase (no limpiar el equipo de
aplicación del producto cerca de aguas
superficiales/evítese la contaminación
a través de los sistemas de evacuación
de aguas de las explotaciones o de los caminos”.
Las asociaciones ecologistas
solicitan a la nueva Consejera de Agricultura
que busque soluciones a este problema sin
utilizar productos altamente tóxicos,
que suponen graves riesgos tanto para la biodiversidad
como para la salud humana. Así como
la importancia de la compensación por
los daños demostrados a los cultivos.
Estas asociaciones se ofrecen a colaborar
con la Administración y las organizaciones
profesionales agrarias no sólo en la
resolución del problema actual, sino
en la búsqueda de medidas preventivas
de futuras explosiones demográficas,
que manifiestan naturalmente estas especies
de micromamíferos.
Artículo: Carlos Cano