La organización
ecologista inaugura hoy un ciclo que muestra
las consecuencias de las bombas sobre la población
civil
11 septiembre 2007 - Madrid,
España — A pesar de que cada día
aumenta el número de víctimas
por bombas de racimo en todo el mundo, España
sigue fabricando y vendiendo este indiscriminado
armamento. Para poner de manifiesto el peligro
que suponen para la población civil
y exigir al Gobierno su prohibición,
Greenpeace ha organizado ciclo de actividades
'La Vida bajo las Bombas' (en el Círculo
de Bellas Artes de Madrid).
Que reúne una exposición
fotográfica, un ciclo de cine y un
ciclo de conferencias que aúna a víctimas
de conflictos armados (Shapiri Hakami, Javier
Couso), escritores (Ignacio Ramonet, Olga
Rodríguez), fotógrafos especializados
en conflictos armados (Gervasio Sánchez),
cantantes, directores de cine,etc. Además
se ha formado un torre gigante de zapatos
recogidos por toda España como símbolo
de las mutilaciones de las bombas. La torre
y la exposición fotográfica
viajarán después por distintas
ciudades españolas.
España es uno de
los países que posee y produce bombas
de racimo. Varias empresas de nuestro país
las fabrican, aunque la falta de transparencia
en el comercio español de armamento
hace imposible saber a dónde las venden.
Además, el ejército español,
según reconoció el ministerio
de Defensa, tiene un arsenal limitado de este
tipo de armas.
Actualmente está
en marcha un proceso, liderado por el gobierno
noruego, que tiene como objetivo de lograr
un Tratado internacional de prohibición
de las bombas de racimo. Hasta el momento
se han celebrado dos reuniones, en Oslo y
Lima, y 68 gobiernos han firmado la declaración
final, en la que se comprometen a lograr este
Tratado en el año 2008.
"Es necesaria una legislación
que evite que estas armas sigan causando víctimas
inocentes. El Gobierno español tiene
ahora la oportunidad de demostrar su compromiso
con la paz, prohibiendo la fabricación,
venta, almacenamiento y uso de bombas de racimo
en territorio español, y apoyando de
forma clara el proceso impulsado por Noruega
para lograr su prohibición internacional.
No quedarse sólo en buenas intenciones,
sino en hechos", declaró Juan
López de Uralde, director ejecutivo
de Greenpeace España.
Se ha documentado la utilización
de bombas de racimo por fuerzas militares
de los países de la OTAN, Estados Unidos
o Israel. Desde los años 60 se han
usado en distintos conflictos, como por ejemplo:
Líbano, Irak, Afganistán, Kosovo,
Laos o Vietnam. Sólo en el Líbano
se calcula que tras la guerra del pasado verano,
quedaron un millón de submuniciones
sin detonar.
Una bomba de racimo está
formada por una bomba “contenedor” que puede
ser lanzada desde tierra, mar o aire y que,
al abrirse durante la trayectoria, expulsa
cientos de submuniciones que se dispersan
por amplias superficies. En teoría,
estallan cuando alcanzan el suelo, pero esto
no siempre es así.
Actúan de forma indiscriminada,
no distinguen entre blancos civiles y militares
y, por sus altas tasas de error, siguen causando
muertos y heridos mucho tiempo después
de que acabe un conflicto. Afectan sobre todo
a la población civil, que son el 98%
de sus víctimas. En especial los niños,
que son atraídos por sus colores y
formas llamativas.
“Con este ciclo queremos
mostrar las consecuencias que estas armas
provocan en víctimas inocentes ya que
no matan sólo durante los conflictos
sino mucho tiempo después. Entre el
5% y el 30% de las municiones no estallan
y quedan dispersas sobre el territorio, actuando
como si fueran minas antipersonales. - declaró
Mabel González, responsable de la campaña
de Desarme. - “No podemos dar la espalda a
una situación que sufren millones de
personas en el mundo. Hombres mujeres y niños
mueren, resultan heridos o mutilados y sus
tierras quedan contaminadas. Debemos acabar
con esta amenaza".
+ Más
Greenpeace celebra que el
Ministerio de Medio Ambiente haya impedido
que el barco Aqaba Express se desguace en
la India
El Ministerio debería
hacer un seguimiento más cercano a
la flota antigua de las empresas españolas
para impedir nuevos casos
10 septiembre 2007 - Madrid,
España — La organización ecologista
Greenpeace cree que la gestión del
Ministerio de Medio Ambiente en el caso del
barco Aqaba Express (antes Beni Ansar), que
ha permanecido varios meses en el Puerto de
Almería y cuyo destino eran las Playas
de Alang (India), donde iban a proceder a
su desguace, ha sido muy acertada. El buque
ha salido de Almería el pasado sábado
con destino a Constanza (Rumania) donde tiene
prevista su llegada el próximo día
15.
Los armadores del Aqaba Express, cuyo destino
actual es Constanza donde va a ser reparado,
han aportado a las autoridades españolas
el contrato de reparación; un nuevo
certificado de registro para permitir el traslado
entre Almería y Rumanía y un
seguro adaptado a las condiciones de dicho
certificado. También han obtenido la
autorización de Rumanía para
que el barco sea reparado en el puerto de
Constanza.
Greenpeace cree, que incluso
con todos los requisitos cumplidos, habrá
que hacer un seguimiento al Aqaba Express
para confirmar que finalmente llega al destino
que ha declarado. Por otro lado, la organización
ecologista pide al Ministerio de Medio Ambiente
que siga más de cerca a las empresas
españolas y qué hacen con su
flota al final de su vida útil, para
impedir que se produzcan nuevos casos de tráfico
ilegal de residuos (como es considerada esta
práctica según la UE y el Convenio
de Basilea).
Algunas grandes empresas
españolas utilizan los vacíos
legales de la legislación marítima
internacional para llevar a desguazar sus
barcos a países como Bangladesh, India,
China y Paquistán, donde no existen
los requisitos de protección del medio
ambiente y de la salud de los trabajadores
que tiene la UE, y por lo tanto les sale más
rentable la venta del barco.
Este es el caso de Acciona
Trasmediterránea, cuyos dos últimos
barcos desguazados, el Ciudad de Cádiz
y Ciudad de Alicante, acabaron en las Playas
de Alang (India) entre los meses de abril
y mayo de 2003.
Greenpeace ha solicitado
a la empresa información sobre su política
ambiental respecto al desguace de su flota
y sobre sus vínculos con Limadet, antigua
propietaria del buque Aqaba Express. Acciona
Trasmediterránea ha contestado a Greenpeace
enviando documentación donde demuestra
que desde 1998 no tiene ninguna participación
accionarial en Limadet, a pesar de figurar
como propietaria en la base de datos de Goliath.
Sin embargo no contesta sobre su política
ambiental de desguace de sus buques, por lo
tanto ésta sigue siendo una perfecta
incógnita.
Los barcos viejos contienen
sustancias peligrosas como amianto, metales
pesados, PCBs y gases explosivos. Durante
el desguace, estas sustancias tóxicas
se liberan en el medio ambiente y ponen en
grave riesgo la salud de las personas que
trabajan allí, ya que lo hacen sin
las medidas de protección adecuadas.