21 septiembre 2007 - Internacional
— El nuevo informe de Greenpeace y Worldwatch
concluye que los océanos del planeta
están en grave peligro. Proteger el
40% de los océanos de la explotación
humana es el único camino para conservarlos
y asegurar la recuperación de la biodiversidad
en las áreas agotadas.
Un nuevo informe de la prestigiosa
organización Worldwatch Institute,
Oceans in Peril: Protecting Marine Biodiversity
(Océanos en peligro: protegiendo la
biodiversidad marina ), muestra la necesidad
de estas reservas marinas – áreas donde
todos los usos extractivos y destructivos,
incluida la pesca, están prohibidos-
y lanza un retrato alarmante del grave estado
en el que se encuentran los océanos
del planeta.
Escrito para el Worldwatch
Institute por un equipo de expertos de la
Unidad Científica de Greenpeace en
la Universidad de Exeter, Reino Unido, este
informe es una actualización de un
estudio anterior realizado por el mismo equipo
en 1998. Los resultados han sido sorprendentes
por el rápido y grave deterioro que
han sufrido todos los océanos del planeta
en menos de una década.
El informe destaca también
nuevas amenazas para los océanos, tales
como su creciente acidificación, y
subraya como la carrera por unos recursos
en constante disminución está
llevando a los ecosistemas marinos al borde
del colapso.
También demuestra,
con datos de la FAO (Organización para
la Agricultura y la Alimentación de
la ONU), que el 76 por ciento de los stocks
pesqueros del planeta están totalmente
explotados o sobrexplotados. En 2005 se capturaron
158 millones de toneladas de pescado, lo que
supone un incremento del 700 por cien respecto
a 1950. Las capturas registradas entre 1950
y 2000 muestran el colapso de 366 de las 1.519
pesquerías que existen a nivel mundial,
el caso más conocido es el de la pesquería
de bacalao de Grand Banks en Newfoundland.
Para el Coordinador de Campaña
de Greenpeace Chile este informe da cuenta
que ”Chile no cuenta con este tipo de áreas
de protección y tiene graves problemas
de sustentabilidad de los recursos pesqueros".
Y agrega "el entendimiento y aplicación
de estas medidas de protección y conservación
pueden dar una posible solución a la
escasez de los recursos que hoy se encuentran
sobre-explotados“.
El informe Océanos
en peligro también se hace eco del
engaño que supone la acuicultura cuando
se presenta como la solución mágica
a la crisis pesquera presentando datos alarmantes:
la alimentación de especies carnívoras,
como salmones o langostinos, requiere 2,5
kilos de pescado para producir un kilo de
estas especies, con lo que se agrava aún
más la crisis de los océanos.
Más grave aún es el caso del
atún capturado en alta mar y engordado
en “granjas”; para su alimentación
se necesitan 20 kilos de pescado por cada
kilo de atún producido.
El daño que sufren
miles de animales marinos y el ecosistema
entero por los efectos del palangre y el arrastre
de profundidad, así como la sobrepesca
de las aguas de los países en desarrollo,
agravado por una tasa de pesca ilegal que
se estima en el 20 por ciento del total (con
un valor estimado de entre 4 .000 y 9.000
millones de dólares). Mientras que
algunos países con suficientes recursos
para controlar sus aguas parecen querer poner
en práctica algunas medidas para proteger
los recursos, hay muy poca, o ninguna, regulación
de cualquier captura realizada en aguas internacionales;
un asunto que es necesario poner en discusión
urgentemente a nivel internacional.
Pero no todo son malas noticias,
en el informe se incluye una serie de medidas
que de ponerse en práctica podrían
revertir la tendencia actual, recuperando
la productividad pérdida de nuestros
océanos. Esa solución es el
establecimiento de una extensa red de reservas
marinas por todo el planeta, que proteja las
especies vulnerables y sus hábitats,
aumente la pesca en las zonas cercanas a las
reservas y amortigüe los efectos del
cambio climático.
Las reservas marinas son
la herramienta más útil y poderosa
disponible para detener y revertir el declive
de nuestros océanos y son aplicables
tanto en alta mar como en aguas costeras.
Los océanos tienen una enorme capacidad
de recuperación y en todos los lugares
donde se ha declarado una reserva marina,
la vida próspera.
+ Más
Océanos en peligro
19 septiembre 2007 - Amsterdam,
Holanda — El nuevo informe de Greenpeace y
Worldwatch concluye que los océanos
del planeta están en grave peligro.
Proteger el 40% de los océanos de la
explotación humana es el único
camino para conservarlos y asegurar la recuperación
de la biodiversidad en las áreas agotadas.
Los océanos cubren
el 70% de la superficie de la Tierra y tres
cuartas partes de la humanidad vive en áreas
costeras. Somos enormemente dependientes de
los recursos marinos -aunque nuestros océanos
se enfrentan a amenazas como la sobrepesca,
la contaminación, el cambio climático
y la desaparición de especies.
Un nuevo informe de la prestigiosa
organización Worldwatch Institute,
Oceans in Peril: Protecting Marine Biodiversity
(Océanos en peligro: protegiendo la
biodiversidad marina ), muestra la necesidad
de estas reservas marinas – áreas donde
todos los usos extractivos y destructivos,
incluida la pesca, están prohibidos-
y lanza un retrato alarmante del grave estado
en el que se encuentran los océanos
del planeta.
Escrito para el Worldwatch
Institute por un equipo de expertos de la
Unidad Científica de Greenpeace en
la Universidad de Exeter, Reino Unido, este
informe es una actualizacion de un estudio
anterior realizado por el mismo equipo en
1998. Los resultados han sido sorprendentes
por el rápido y grave deterioro que
han sufrido todos los océanos del planeta
en menos de una década..
“Estudios recientes, como
el que muestra cómo el 90 por ciento
de los grandes peces predadores (tiburones,
peces espada y atunes) han desaparecido debido
a la sobrepesca desde la década de
los 50, han ayudado a denunciar lo que está
sucediendo bajo las olas, lejos de las miradas
de la mayoría de las personas”, afirmó
Paul Johnston, jefe de la Unidad Científica
de Greenpeace.
El informe destaca también
nuevas amenazas para los océanos, tales
como su creciente acidificación, y
subraya como la carrera por unos recursos
en constante disminución está
llevando a los ecosistemas marinos al borde
del colapso.
También demuestra,
con datos de la FAO (Organización para
la Agricultura y la Alimentación de
la ONU), que el 76 por ciento de los stocks
pesqueros del planeta están totalmente
explotados o sobrexplotados. En 2005 se capturaron
158 millones de toneladas de pescado, lo que
supone un incremento del 700 por cien respecto
a 1950. Las capturas registradas entre 1950
y 2000 muestran el colapso de 366 de las 1.519
pesquerías que existen a nivel mundial,
el caso más conocido es el de la pesquería
de bacalao de Grand Banks en Newfoundland.
El informe Océanos
en peligro también se hace eco del
engaño que supone la acuicultura cuando
se presenta como la solución mágica
a la crisis pesquera presentando datos alarmantes:
la alimentación de especies carnívoras,
como salmones o langostinos, requiere 2,5
kilos de pescado para producir un kilo de
estas especies, con lo que se agrava aún
más la crisis de los océanos.
Más grave aún es el caso del
atún capturado en alta mar y engordado
en “granjas”; para su alimentación
se necesitan 20 kilos de pescado por cada
kilo de atún producido.
El daño que sufren
miles de animales marinos y el ecosistema
entero por los efectos del palangre y el arrastre
de profundidad, así como la sobrepesca
de las aguas de los países en desarrollo,
agravado por una tasa de pesca ilegal que
se estima en el 20 por ciento del total (con
un valor estimado de entre 4 .000 y 9.000
millones de dólares). Mientras que
algunos países con suficientes recursos
para controlar sus aguas parecen querer poner
en práctica algunas medidas para proteger
los recursos, hay muy poca, o ninguna, regulación
de cualquier captura realizada en aguas internacionales;
un asunto que es necesario poner en discusión
urgentemente a nivel internacional.
Pero no todo son malas noticias,
en el informe se incluye una serie de medidas
que de ponerse en práctica podrían
revertir la tendencia actual, recuperando
la productividad perdida de nuestros océanos.
Esa solución es el establecimiento
de una extensa red de reservas marinas por
todo el planeta, que proteja las especies
vulnerables y sus hábitats, aumente
la pesca en las zonas cercanas a las reservas
y amortigüe los efectos del cambio climático.
Las reservas marinas son
la herramienta más útil y poderosa
disponible para detener y revertir el declive
de nuestros océanos y son aplicables
tanto en alta mar como en aguas costeras.
Los océanos tienen una enorme capacidad
de recuperación y en todos los lugares
donde se ha declarado una reserva marina,
la vida prospera.
ACCIÓN.- Escaladores
de Greenpeace despliegan en la Basílica
del Pilar una pancarta gigante para denunciar
que en Aragón se fabrican bombas de
racimo
Voluntarios de la organización
han formado una pirámide de dos metros
con zapatos recogidos en toda España
como símbolo de la mutilación
que causan estas bombas.
18 septiembre 2007 - España — Activistas
de la organización ecologista y pacifista
Greenpeace están realizando, desde
primera hora de la mañana, una acción
directa no violenta en la Plaza del Pilar
de Zaragoza, para denunciar que en España
(y concretamente en Zaragoza) se están
fabricando bombas de racimo que podrían
ser vendidas a países en conflicto.
Los activistas han descolgado una pancarta
de unos 200 metros cuadrados en la basílica
del Pilar, con el lema “Por la paz: no a las
bombas de racimo”.
Al mismo tiempo, Greenpeace
está exhibiendo una pirámide
de zapatos en recuerdo de las personas mutiladas
por las bombas de racimo que nunca más
volverán a usar los suyos y una pancarta
donde se lee: “Instalaza fabrica bombas de
racimo”, en referencia a la empresa que fabrica
las bombas.
Con esta acción,
Greenpeace reclama que Instalaza, una de las
empresas españolas que se dedica al
negocio de las armas y que tiene su sede social
en Zaragoza, deje de fabricar armas de racimo.
Instalaza es uno de los fabricantes españoles
de este tipo de explosivos, concretamente
la munición de mortero MAT-120 con
21 submuniciones. En los últimos dos
años ha vendido este armamento al ejército
por un valor que ronda los tres millones de
euros.
“El argumento de la empresa
de que sus armas son ‘modernas’ e incorporan
mecanismos de autodestrucción no es
cierto. La última prueba la tuvimos
en 2006 en Líbano, donde un millón
de submuniciones quedó esparcido en
el territorio sin explotar”- aseguró
Mabel González, responsable de la campaña
de Desarme de Greenpeace.
Las bombas de racimo se
han usado en todos los últimos grandes
conflictos (Kosovo, Afganistán, Irak,
Líbano…) y tienen un impacto brutal
sobre las poblaciones.: un 98% de sus víctimas
son civiles, especialmente los niños,
que se sienten atraídos por sus colores
y formas llamativas. Afectan principalmente
a la población civil, ya que el contenedor
principal se abre en el aire diseminando una
enorme cantidad de bombas que cubren grandes
extensiones de terreno de manera indiscriminada.
Muchas submuniciones no explotan al impactar
y suponen una amenaza de muerte o mutilación
para cualquiera durante muchos años,
por lo que estas zonas quedan despobladas
e inutilizadas.
“Desde Greenpeace exigimos
al Gobierno español la prohibición
de la fabricación, almacenamiento y
venta de bombas de racimo y que el ejército
renuncie a su arsenal. Además, demandamos
a las empresas españolas que con carácter
inmediato dejen de fabricar este tipo de armento
indiscriminado”, concluyó Mabel González,
desde la plaza del Pilar.
+ Más
Agresión contra activistas
de Greenpeace
28 septiembre 2007 - Orán,
Salta, Argentina — Activistas de Greenpeace
fueron emboscados y golpeados por un grupo
de personas dirigido por el productor salteño
Mario Gerala, cuando intentaban documentar
un desmonte dentro de una Reserva de Biosfera
declarada por la UNESCO.
Los hombres de Gerala
golpearon con palos y piedras al grupo de
activistas, conocido como Los Jaguares, cuando
ingresaban a realizar un relevamiento de las
operaciones de desmonte que tres topadoras
están realizando dentro de las fincas
Abra Grande y Abra Chica, ambas del productor
salteño, quien tiene autorización
para desmontar 1.670 hectáreas de Selva
de Yungas.
El desmonte había sido detectado y
documentado por Greenpeace, a través
de un sobrevuelo realizado en helicóptero.
"Este tipo de patotas demuestra la forma
en que proceden los empresarios inescrupulosos
acostumbrados a pasar por encima tanto de
las personas como de los bosques", declaró
Martín Prieto, director Ejecutivo de
Greenpeace, quien se encontraba en el lugar
cuando el equipo de activistas ingresó
a la finca.
Según declaró el dirigente ambientalista,
"Gerala pretendía impedir que
documentemos y difundamos el crimen ambiental
que está cometiendo dentro de un área
de altísimo valor de conservación.
Lo que pasa aquí es lo mismo que está
ocurriendo en los últimos bosques nativos
argentinos, donde las topadoras avanzan sin
control con la complicidad de los productores
y los gobiernos".
Gerala emboscó a los activistas de
Greenpeace, junto con cinco hombres armados
con piedras y palos y apoyados por una camioneta,
a unos cien metros de la entrada de su finca,
sobre la ruta 51, a diez kilómetros
de la ciudad de Orán. Los hombres,
bajo las órdenes del productor salteño,
quien amenazó en forma personal con
una piedra a uno de los activistas, golpearon
a Leonardo Silva y Federico Lombardo, del
equipo de Jaguares de Greenpeace.
El equipo estaba integrado, además,
por Romina MacGibbon, Verónica Loetti
y Jorge Punzi, el fotógrafo Julio Pantoja,
el camarógrafo Hernán Pérez
Aguirre y Martín Prieto.
"A pesar de la violencia, Greenpeace
va a seguir documentando el aberrante crimen
ambiental que Gerala lleva a cabo dentro de
un área protegida con la anuencia del
gobierno de Salta", agregó Prieto.