El cambio climático
aumenta la pobreza en los países del Sur
según varias ONG de medio ambiente y desarrollo
Madrid, 11 de diciembre de 2007-
Amigos de la Tierra, Ayuda en Acción, Greenpeace,
Intermón Oxfam, SEO/BirdLife, World Vision
y WWF/Adena han hecho públicos hoy en España
cuatro informes en los que denuncian que el calentamiento
global ha convertido en inalcanzables los Objetivos
de Desarrollo del Milenio (ODM) y puede incluso
llegar a invertir los logros del desarrollo humano
alcanzados hasta el momento. Las organizaciones
de medio ambiente y de desarrollo que se han unido
para presentar estos estudios, hacen un llamamiento
para que en la reunión de alto nivel que
comienza mañana en Bali, en el marco de la
Conferencia de la ONU sobre cambio climático,
los países industrializados establezcan un
Mandato de Bali, con acuerdos significativos para
el segundo periodo de compromiso del Protocolo de
Kioto y financien la adaptación de los más
empobrecidos al impacto que el calentamiento global
está generando.
Los informes “Con el agua al cuello”
atestiguan que el impacto del cambio climático
afecta sobre todo a las poblaciones más empobrecidas
del mundo, a pesar de ser las menos responsables
de sus causas, puesto que pone en peligro la producción
de alimentos, los suministros de agua, la salud
pública y los medios de subsistencia en los
países del Sur. El primer informe es genérico
y los demás están dedicados a evaluar
la situación en Latinoamérica, Caribe
y África.
El número de personas afectadas
por desastres ascendió hasta los 2.000 millones
en la década de los 90, mientras que en 1970
se calculaban en unos 1000 millones. Por otra parte,
actualmente el planeta sufre una crisis hídrica
que el calentamiento global empeorará: 1.200
millones de personas no tienen acceso a agua potable
y 2.400 millones no disponen de los servicios sanitarios
básicos. Se calcula que en 2025 la proporción
de población en el planeta con graves problemas
de acceso al agua pasará del 34% (1995) al
63%, es decir unos 6.000 millones de personas, la
cantidad total de habitantes del mundo hoy día.
Según la Organización
Mundial de la Salud (OMS) cada año mueren,
al lo menos, 150.000 personas como resultado directo
del calentamiento global, que puede disparar a unos
niveles sin precedentes los brotes de enfermedades
y socavar los ODM en lo referente a reducir la mortalidad
infantil, mejorar la salud materna, la lucha contra
el VIH/SIDA y la malaria.
Nuevos modelos de desarrollo
En el capítulo de recomendaciones,
los informes resaltan que es necesario que los países
industrializados reduzcan totalmente las emisiones
de gases de efecto invernadero para mediados de
siglo y así mantener el aumento de la temperatura
media global por debajo de los 2 grados centígrados,
evitando que el calentamiento global y sus efectos
perniciosos vayan a más. Se pone de manifiesto
también la necesidad crear nuevos modelos
de desarrollo “resistentes al cambio climático”
y respetuosos con el clima y la biodiversidad. Para
cada nueva política o proyecto es necesario
plantearse la pregunta: ¿se está aumentando
o disminuyendo la vulnerabilidad de la población
y los ecosistemas frente al clima?
Las organizaciones hacen un llamamiento
a los países industrializados para que asuman
su responsabilidad y aumenten las donaciones destinadas
a financiar la mitigación y adaptación
al cambio climático en los países
del Sur. Unas primeras estimaciones calculan el
coste de la adaptación en los países
en desarrollo en unos 50.000 millones de dólares
anuales. En este sentido cabe destacar que los subsidios
de los países de la OCDE para sus industrias
nacionales de combustibles fósiles alcanzaron
los 73.000 millones de dólares al año
a finales de los años noventa.
Los informes recalcan la importancia
de combatir la pobreza como factor clave para paliar
los efectos del cambio climático. El número
de personas en el África subsahariana que
subsiste con menos de un dólar al día
se ha duplicado desde 1981, hasta llegar a los 313
millones de personas en 2001, lo que representa
un 46% de la población.
África
El continente africano es la región
más pobre del mundo y por lo tanto la más
vulnerable a los impactos del cambio climático.
El 70% de la población trabajadora vive de
la agricultura, sector que está seriamente
amenazado por las sequías y las inundaciones
frecuentes. Desde 2001, períodos consecutivos
de sequía han provocado graves dificultades
alimentarias en África del Sur. El 33% de
la población sufre malnutrición, proporción
que asciende hasta el 55% en África Central.
Hoy día, 14 países africanos tienen
problemas de escasez de agua y en los próximos
24 años se les unirán 11 más.
A todo ello hay que sumar otros factores que aumentan
la vulnerabilidad: las enfermedades, los conflictos
armados y un sistema comercial internacional injusto.
Latinoamérica y Caribe
La región de Latinoamérica
y Caribe es también muy vulnerable al cambio
climático ya que el 44% de la población
vive en la pobreza. El informe confirma que la temperatura
y los patrones pluviales de la zona, hasta ahora
regulares, están volviéndose menos
predecibles y a menudo más extremos. Estos
últimos años se han intensificado
los huracanes y las tormentas tropicales, están
desapareciendo los glaciares en los Andes y ha aumentado
el nivel del mar, lo que afecta a gran parte de
la población de la región, puesto
que 60 de las 77 ciudades latinoamericanas más
grandes están ubicadas en la costa.
En el informe se constata que
antes de 2025 el 70% de la población de la
región vivirá en zonas con bajo abastecimiento
de agua y que tenderán a propagarse a países
de clima templado enfermedades como la malaria,
el dengue y el cólera, hasta el momento confinadas
en su mayoría a regiones tropicales o subtropicales.
Por otra parte los bosques latinoamericanos conforman
más de un cuarto de los bosques globales.
Si se sobrepasa el umbral de los 2º C se acelerará
el cambio climático y se producirá
la extinción de incontables especies de plantas
y animales.
Los informes destacan la importancia
de las selvas tropicales no solamente como ecosistemas
claves para el clima global, sino también
por su riqueza biológica y su importancia
como hogar y fuente de alimentación de cientos
de pueblos indígenas. En este sentido, en
Bali se va a debatir la necesidad de reducir las
emisiones de la deforestación, a través
de un mecanismo del mercado que pagaría la
conservación de los bosques por su función
de sumideros de carbono, desincentivando a la vez
su talado y quema por los sectores de madera y agricultura.
La adopción de este mecanismo supondría
un avance enorme tanto en la justicia entre los
países del Sur y del Norte, como en la lucha
global contra el cambio climático y la pérdida
de biodiversidad.
Artículo: Coral G. Barón