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LA CUMBRE DE BALI DETERMINARÁ EL FUTURO CLIMÁTICO DEL MUNDO

Panorama Ambiental
Internacional
Diciembre de 2007
 

14 diciembre 2007 - Buenos Aires, Argentina — La segunda fase del Protocolo de Kyoto se enfrenta a un gran desafío: lograr que los principales emisores acepten el acuerdo que permitiría salvar el planeta.

El agravamiento del calentamiento global y la falta de respuestas políticas por parte de la comunidad internacional han puesto al mundo en un momento muy crítico en términos climáticos.

Este mes de diciembre en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP13) en Bali, se estará llevando a cabo el cierre del primer período de compromisos establecidos en el Protocolo de Kyoto, el acuerdo global que determinó por primera vez las responsabilidades obligatorias con el fin de reducir las emisiones que provocan el cambio climático para el mundo industrializado. Aunque este primer paso ha sido dado en el camino correcto, la meta de lograr una reducción del 5% para el período 2008-2012 fue casi insignificante ante la magnitud del problema. Y más aún cuando el principal emisor, Estados Unidos, mantiene la intransigencia ante la adopción del acuerdo.

La publicación de diversos informes por parte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) a lo largo de este año ha corroborado la gravedad de la situación climática global. Estas evidencias y el fin de la primera fase del Protocolo de Kyoto provocan mucha incertidumbre a nivel internacional.

La puesta en marcha de la segunda fase de aplicación del Protocolo de Kyoto dependerá del acuerdo que la comunidad global logre en Bali este año y de él, el futuro climático de las próximas décadas.

A pesar de la gravedad de la situación, llegamos a este punto con grandes dificultades. Estados Unidos, el principal emisor no está dentro de las reglas de juego y sin ellos, no hay muchas posibilidades de éxito a futuro. A esto se suma la oposición de este país a la ratificación del Protocolo de Kyoto. En la reciente Cumbre de Viena varios países estuvieron trabajando para lograr que el rango de reducciones a negociar en Bali sea mucho menor. Japón, Canadá, Nueva Zelanda, Rusia y Suiza intentaron introducir nuevos valores que tendrían como consecuencia la suba de la temperatura global de unos 4ºC durante este siglo. Los científicos consideran que habría que permanecer por debajo de los 2ºC respecto de los niveles pre-industriales para que los daños del cambio climático sean “tolerables” en términos humanos, ambientales y económicos.

Esta discusión no terminó en Viena, en la última semana de agosto. Durante el mes de septiembre, Estados Unidos realizó algo así como una “Cumbre de los Grandes Emisores” por fuera de las Naciones Unidas (ONU) a la que asistieron los ocho países más industrializados (G-8) –Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia- y las grandes economías emergentes –Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Corea del Sur-, es decir: los principales contaminantes.

El objetivo fue ofrecer un pacto voluntario a los poderosos y mayores emisores de la tierra que, posiblemente, ofrecerán objetivos de reducción menos ambiciosos a cambio de mayores garantías de cumplimiento. Pero dentro de este marco no muy alentador, una buena señal de compromiso fue enviada desde Australia por parte del nuevo primer ministro electo Kevin Rudd, quien aseguró que su país se convertirá en parte oficial del Protocolo de Kyoto en un plazo de 90 días. De esta forma, de las naciones más desarrolladas del mundo, solo quedaría Estados Unidos sin ratificar el Protocolo, tras el anuncio realizado por Australia.

Debemos asumir que el menú en Bali tendrá dos grandes opciones, hacer lo que el clima y la humanidad necesitan o aceptar el mal menor, que es lo que ofrecen los responsables del desastre climático. En ambos enfoques se comienza a incluir un aspecto que no tolera más demoras y es la incorporación de países no industrializados dentro del esquema de reducción de emisiones. Algo indispensable debido a la enorme cantidad de emisiones que representa el mundo en desarrollo. Cabe aclarar que la incorporación de estos países necesita negociaciones muy cuidadas que garanticen el derecho al desarrollo, la equidad y el principio de que las naciones industrializadas deben realizar los mayores aportes en la materia. Más allá de ello se debe reconocer que los países en desarrollo son parte de esto y tienen que contribuir en la lucha contra el cambio climático. Estas responsabilidades deberían ser plasmadas en el nuevo acuerdo de la Conferencia.

La situación imperante torna urgente actuar ahora, y es necesario establecer las medidas para iniciar las negociaciones -fijar un plazo- sobre la segunda fase del Protocolo de Kyoto, con el objetivo de alcanzar metas obligatorias de reducción mucho mas ambiciosas en el 2009. Los gobiernos deben asumir este compromiso con el fin de mantener la temperatura media mundial por debajo de 2°C. Esto es lo que debe ser acordado en la conferencia de Clima de Bali. Para lograrlo, las naciones ricas deben comprometerse a reducir el 30 % de sus emisiones para el 2020 y el 80 % para el 2050. Esto puede ser posible si los países industrializados comienzan una revolución energética y ayudan a los países en desarrollo a hacer lo mismo, así como proporcionarles los incentivos para que se comprometan a poner fin a la deforestación.

De esta forma llegamos a Bali en medio de una grave situación. En este encuentro tendremos la oportunidad de diseñar un esquema global de reducción de emisiones equitativo y creíble o nos enfrentaremos a un nuevo fracaso que difícilmente podamos reparar en el futuro. Las predicciones del IPCC indican que lo que hagamos en la próxima década es determinante para que el ascenso de las temperaturas se dispare completamente o que se desacelere y nos permita confiar en que sabremos enfrentar el mayor desafío ambiental de nuestra historia.
Juan Carlos Villalonga
Consejo Asesor Energías Limpias
Director Político Greenpeace Argentina

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La Cumbre del Clima de Bali se salva del colapso, a pesar del empeño de Estados Unidos en rebajar el contenido del acuerdo

15 diciembre 2007 - Bali, Indonesia — Para Greenpeace, el acuerdo sobre el clima alcanzado hoy en Bali se ha visto despojado de los objetivos de reducción de emisiones exigidos por la comunidad científica y por la humanidad en su conjunto.Tras las críticas sin precedentes recibidas de los participantes en la reunión de Naciones Unidas, Estados Unidos se vio forzado a rectificar para no romper el consenso y evitar el colapso total del encuentro.

A pesar de ello, las tácticas poco limpias de la Administración Bush han hecho que en el Mandato de Bali se omita cualquier referencia a las cruciales reducciones de emisiones necesarias para detener el cambio climático, y se ha relegado a la ciencia a un simple pie de página.

“La Administración Bush ha manipulado sin escrúpulos el nivel de acción sobre el cambio climático que la ciencia exige”,- dijo Gerd Leipold, Director Ejecutivo de Greenpeace International.- “Han relegado la ciencia a un simple pie de página.”

En el año en que el IPCC, ganador del Nobel de la Paz, ha dejado bien claros los impactos inaceptables que tendría la falta de previsión del cambio climático, hemos visto durante esta semana noticias tan alarmantes como veranos sin hielo en el Ártico en los próximos cinco a seis años, o que la afirmación de los científicos de que 2007 ha sido el séptimo año más caluroso de la historia.

Greenpeace confía en que la mayor presión pública en cada continente acabará forzando a los gobiernos en los próximos dos años a llegar a un acuerdo sobre las importantes e inevitables reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero exigidas por la ciencia. Alemania ha dado ya ejemplo al anunciar que reducirá sus emisiones en un 40% para el año 2020.

“Los gobiernos deben seguir plantando cara a este incapaz Presidente estadounidense con su pobre agenda. Los países industrializados deben fijar ya objetivos ambiciosos para reducir las emisiones y situarse a la cabeza a nivel nacional e internacional, en la esperanza de que pronto habrá una nueva Administración norteamericana." declaró Raquel Montón, responsable de cambio climático de Greenpeace, asistente a la Cumbre de Bali

La Administración Bush se vio humillada por la firme resolución de los países en vías de desarrollo (China, India, Brasil, Sudáfrica), que llegaron a Bali con propuestas concretas encaminadas a jugar un papel justo en los esfuerzos globales para evitar el peligroso cambio climático y lo que se encontraron fue una estrategia por parte de Bush poniendo en tela de juicio todos los temas de mayor importancia para los millones de personas que sufren ya los impactos del cambio climático.

El acuerdo final incluye un mandato para negociar una segunda fase más firme del Protocolo de Kioto para el año 2009, iniciar un proceso para financiar y poner en práctica tecnologías limpias para los países en vías de desarrollo, y crear un fondo de ayuda para las víctimas del cambio climático. Por primera vez, el Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático tratará el problema pendiente del 20% de emisiones globales procedentes de la deforestación.

Greenpeace acoge positivamente las primeras medidas encaminadas a lograr reducciones en las emisiones producto de la deforestación, que a la larga servirán de protección del clima y de los bosques. Pero no hay que olvidar que la pérdida forestal es muy grave: cada dos segundos se destruye un área del tamaño de un campo de fútbol. Los gobiernos deberían haber hecho mucho más por reflejar esta urgencia. Aún hay mucho por hacer antes de atajar la deforestación de manera efectiva.

En este encuentro se avanzó mucho más de lo que nadie esperaba en materia de ayuda para la adaptación a los impactos del cambio climático y en el fomento de tecnologías limpias, con lo que los más vulnerables se verán beneficiados en forma de financiación. Pero hay que decir que la financiación acordada en Bali es una bagatela comparada con las necesidades de adaptación, y siguen aún sin verse los miles de millones necesarios para una auténtica revolución energética. Los países desarrollados no han llegado a ofrecer nada sustancial sobre estos temas. Esto tiene que cambiar si queremos detener tantas tragedias y evitar el desarrollo de un sistema energético tan contaminador.

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Greenpeace exige más acciones y menos discursos para combatir el cambio climático

19 diciembre 2007 - DF, México — El que autoridades ambientales extranjeras aseguren que México es el cuarto país (luego de Suecia, Alemania e Islandia) en tomar acciones contra el cambio climático, no asegura en lo absoluto que realmente las autoridades nacionales estén llevando a cabo políticas concretas para establecer compromisos reales que permitan combatir efectivamente este grave problema.

En este sentido, no basta que German Wach (una ONG dedicada al cuidado del medioambiente) perciba a México como un país preocupado por frenar el cambio climático, ya que, de hecho, las emisiones de dióxido de carbono que produce nuestro país son, según un documento llamado “La Estrategia Nacional de Cambio Climático”, de 643.2 millones de toneladas, equivalentes al año 2002.

El mismo documento informa que la reducción real de dióxido de carbono en el país es de aproximadamente 7.35 millones de toneladas. Esto quiere decir que sólo se está mitigando el 1.4 por ciento de los gases que se emiten.

En la reciente cumbre sobre cambio climático realizada en Bali, la delegación de México desaprovechó la oportunidad de asumir el liderazgo argumentando que los distintos países deben tener “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, lo cual quiere decir que nuestro país no se comprometió a aprovechar todo su potencial de mitigación (4) para fijar sus propias metas de reducción de emisiones.

En cambio, otros países sí presentaron compromisos firmes para combatir el problema: Noruega, Nueva Zelanda y Costa Rica (curiosamente, todos países considerados pequeños emisores de gases de efecto invernadero) se comprometiron a que sus emisiones de CO2 en unos pocos años sean nulas, es decir que lo que emitan será compensado evitando deforestación, reforestando o desarrollando proyectos de energía limpia.

En suma, hace falta mucho por hacer para combatir el cambio climático, por ello, Greenpeace hace las siguientes preguntas al Gobierno Federal:

¿Tiene México planes específicos a nivel nacional para reducir las emisiones de dióxido de carbono en el sector energético, industrial, de manufacturas, construcción y transporte?, Si los tiene ¿cuáles son?

Si México se adapta al cambio climático podrá contribuir a revertir los efectos de este fenómeno a nivel mundial. Por ello Greenpeace exige a los tres niveles de gobierno atender cuanto antes este gravísimo problema.

 
 

Fuente: Greenpeace – Internacional (www.greenpeace.org)
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