La
Habana y Madrid, 6 de febrero de 2008. A través
de una resolución ministerial, el gobierno
cubano responde a una reclamación de
los grupos conservacionistas durante las últimas
dos décadas para poner fin a una prolongada
y constante captura de 500 ejemplares al año
de tortuga carey, una de las especies de tortuga
marina más amenazada del Caribe.
Esta medida beneficiará
también a las tortugas que desovan
en las playas de todo el Caribe y que van
regularmente a alimentarse a aguas cubanas.
Como todas las tortugas marinas del mundo,
las amenazadas tortuga verde (Chelonia mydas)
y tortuga boba (Caretta caretta) del Caribe
están en peligro por la pérdida
de lugares de puesta y de alimentación,
la recogida de huevos, la captura accidental
en las artes de pesca, los residuos sólidos,
como los plásticos, la contaminación
—química y lumínica— y la muerte
por colisión con embarcaciones. Las
poblaciones de tortuga carey (Eretmochelys
imbricata) han sufrido en el último
siglo un declive del 80% ya que, además
de las anteriores amenazas, son capturadas
por sus vistosos caparazones que se usan en
joyería y ornamentación.
“Esta decisión tiene
un significado muy importante para Cuba, para
el Caribe y, en general, para la conservación
de las tortugas marinas”, apuntó la
Dra. Susan Lieberman, Directora del Programa
Internacional de Especies. “Cuba debe ser
puesta como ejemplo por su decisión,
con una excelente base científica y
pensando en los interés de su gente
a largo plazo.”
Esta iniciativa es el fruto
del trabajo conjunto del Ministerio de Industria
Pesquera (MIP) y WWF/Adena, con el apoyo económico
de la Agencia Internacional de Desarrollo
de Canadá (AIDC). “Este paso refleja
el deseo político del Gobierno cubano
de responder a la llamada de la comunidad
internacional para adoptar medidas que garanticen
la conservación de las tortugas marinas”,
señaló la Dra. Elisa García,
Directora de Regulaciones del MIP de Cuba.
A las dos últimas
comunidades locales que seguían capturando
tortugas marinas en Cuba se les apoyará
con recursos económicos y asistencia
técnica para desarrollar alternativas
económicas sostenibles, modernizar
sus flotas pesqueras, y hacerles beneficiarios
de las actividades de protección de
la tortuga carey que se emprendan.
La ayuda de WWF/AIDC, más
de 400.000 dólares, permitirá
convertir el Centro para la Investigación
Pesquera del Ministerio en un centro regional
de referencia para la conservación
y la investigación de las tortugas
marinas, aprovechando las décadas de
experiencia de los científicos cubanos.
Asimismo, se apoyará a la Oficina Nacional
de Inspección Pesquera (ONIP) —encargada
de la aplicación de la ley cubana de
pesquerías— para asegurar el cumplimiento
de la prohibición.
Según Enrique Segovia,
director del programa de conservación
de WWF/Adena: “En España, hubo un tiempo
en que también se capturaban tortugas
para alimentación, pero ahora uno de
los problemas principales es la captura no
intencionada en la actividad pesquera —muy
especialmente en el palangre de superficie—.
Otros problemas son la desaparición
de las escasas playas de puesta por la construcción
de urbanizaciones y puertos, la colisión
con embarcaciones, la contaminación
y la ingestión accidental de basuras
y plásticos”. Y añadió:
“Es imprescindible que las administraciones
españolas apuesten decididamente por
su conservación y desarrollen una Estrategia
de Conservación para las tortugas marinas
(verde, boba y laúd) y un Plan de Recuperación,
que minimicen sus amenazas en nuestras aguas”.
Una muestra de esta necesidad
es el proyecto desarrollado el pasado verano
en Andalucía y Canarias que supuso
la traslocación de huevos de tortuga
boba desde Cabo Verde a nuestras aguas. WWF/Adena,
y otros grupos de investigación y conservacionistas,
denunciaron esta práctica que no aseguraba
ningún objetivo de conservación
real a corto y largo plazo. “La Junta de Andalucía
y el Gobierno de Canarias podrían ver
un ejemplo en la actuación del gobierno
cubano y adoptar medidas de gestión
ecosistémica semejantes”, concluyó
Segovia.
Artículo: Cristina Rabadán