ONG entra
en la incineradora de Mallorca para denunciar
el negocio de la quema de basuras
Los ecologistas piden al
Consell Insular un nuevo plan de residuos
que incluya un calendario de cierre de la
incineradora de Son Reus y potencie la reducción,
reutilización y reciclaje
17 febrero 2008 - Palma de Mallorca, España
— A primera hora de la mañana de hoy,
varios activistas de Greenpeace han desplegado
una pancarta de más de 120 metros cuadrados
en la planta incineradora de Son Reus en la
isla de Mallorca con el lema “quemar basuras
contamina”. Los ecologistas quieren denunciar
así una de las prácticas más
contaminantes, la incineración de residuos.
Greenpeace ha elegido la incineradora de Son
Reus, un punto negro de la contaminación
en España, porque la isla de Mallorca
tiene uno de los sistemas de gestión
de residuos más contaminantes del Estado,
centrado casi en exclusiva en la quema de
basuras.
La mayoría de las
basuras de la isla acaban incineradas, lo
que genera más de 100.000 toneladas
de cenizas y escorias, un grave impacto ambiental
y un problema de salud pública. El
Consell de Mallorca, además, tiene
en proyecto usar las escorias de Son Reus
en obra civil, lo que extendería el
problema de la contaminación por toda
la isla a través de cementos, tuberías,
bordillos y asfaltos. Las escorias son materiales
altamente heterogéneos y variables
y no se pueden incluir en cementos asegurando
su viabilidad técnica y mucho menos
la protección de la salud humana y
el medio ambiente.
El caso de Son Reus vuelve
a mostrar la permisividad y complicidad de
las administraciones públicas con las
empresas. Un ejemplo de esta colaboración
es la ampliación del contrato que el
Consell de Mallorca ha concedido a la empresa
TIRME para gestionar los residuos de la isla
hasta el año 2041. Greenpeace demanda
al Consell un nuevo plan de residuos que incluya
un calendario de cierre de la incineradora
y apueste por un modelo centrado en la reducción,
reutilización y reciclaje.
“Es totalmente inadmisible
que se dé el monopolio de los residuos
durante más de treinta años
a una empresa que solamente busca quemar la
máxima cantidad de basuras para obtener
los mayores beneficios. Esto va en contra
de las tres medidas básicas de una
buena gestión de basuras; la reducción,
la reutilización y el reciclaje y de
la supuesta sostenibilidad predicada desde
el Consell”, ha declarado Julio Barea, responsable
de la campaña de contaminación
de Greenpeace.
Ni el Govern balear ni el
Ayuntamiento de Palma de Mallorca están
impidiendo que el Consell Insular ceda a TIRME
un negocio de gestión de residuos que
se fundamenta en quemar residuos con graves
consecuencias ambientales y sanitarias y potencia
el cambio climático. Es más,
el Govern balear no considera las escorias
ni las cenizas residuos tóxicos y peligrosos
y el Ayuntamiento de Palma ha cedido los terrenos
para la ampliación de Son Reus y no
ha puesto traba alguna a TIRME. Esto demuestra
la falta de voluntad política por resolver
un problema que no deja de crecer y la connivencia
de los políticos con un modelo de gestión
de residuos que esconde un negocio detrás.
Las incineradoras como la
de Son Reus emiten varios tipos de partículas
ultrafinas, denominadas, en función
de su diámetro, PM2,5 y PM1. Los filtros
de las chimeneas retienen entre el 5 y el
30% de las PM2,5. Sin embargo la legislación
no recoge límites para las PM1, mucho
más finas y perjudiciales, y que los
filtros no pueden retener. Estas partículas
llevan adheridas metales pesados y compuestos
orgánicos peligrosos. Una vez en el
aire, no se frenan en la nariz ni en los bronquiolos,
por lo que pasan a los pulmones y directamente
al riego sanguíneo, atravesando la
membrana celular y provocando alteraciones
del ADN. También producen enfermedades
cardiovasculares y cáncer de pulmón.
La quema de basuras provoca,
además, la emisión de metales
pesados como el mercurio que al ser muy volátil
pasa directamente a la atmósfera. Otros
elementos que salen por las chimeneas de las
incineradoras son las dioxinas, los furanos,
los PCBs, los PAHs, los COVs... todas ellas
sustancias muy tóxicas y persistentes
en el medio ambiente. Estos compuestos son
carcinógenos, capaces de alterar el
sistema hormonal y dañar los sistemas
inmunológico, reproductor y nervioso
e interferir en el desarrollo intelectual
infantil.
Los residuos que provoca
la quema de basuras (cenizas y escorias) son
mucho más contaminantes que la basura
antes de ser quemada. Todas las sustancias
tóxicas y peligrosas que no se emiten
a través de las chimeneas acaban en
las cenizas y escorias. La quema de residuos
provoca que entre un 26 y un 40% de lo que
entra en la incineradora se transforme en
escorias y cenizas, unos materiales que, dada
su toxicidad, tienen que gestionarse y almacenarse
en vertederos de seguridad.
Los estudios más
recientes sobre cambio climático y
gestión de residuos, como el realizado
para el Ayuntamiento de Londres por la consultora
Eunomia en octubre de 2007, señala
la incineración una de las peores técnicas
para la gestión de residuos, ya que
la emisión de gases de efecto invernadero
supera los supuestos beneficios de la generación
de electricidad asociada a la mal llamada
“valorización” de los residuos.
+ Más
Greenpeace termina su acción
en Son Reus tras reunirse con el Consell y
cerrar una reunión con el Ayuntamiento
de Palma
18 febrero 2008 - Palma
de Mallorca, España — Greenpeace termina
la acción de Son Reus después
de reunirse con la consellera de medio ambiente,
Catalina Julvé, y el director insular
de residuos, Guillem Riera, y tras acordar
con el Ayuntamiento de Palma una reunión
que se celebrará en las próximas
semanas. Las negociaciones con el Consell
insular, que se han alargado casi tres horas,
no han aportado ningún dato que lleve
a la organización ecologista a cambiar
su parecer con respecto al grave impacto ambiental
y de salud pública que implica quemar
residuos.
El Consell Insular no ha
mostrado ningún ánimo negociador
y su único objetivo ha sido defender
el Plan Director de Residuos negándose
a cualquier tipo de modificación que
suponga apostar por la reducción de
la generación de basuras, la recuperación
y el reciclaje de los residuos.
La consellera ha entregado
a Greenpeace, como información científica,
el resultado de dos muestras puntuales recogidas
por el propio Consell y la empresa TIRME,
que no contemplan la independencia necesaria
para que tengan objetividad y, por tanto,
validez científica.
No existe hoy en ningún
lugar del mundo una incineradora que no contamine
ni libere sustancias tan contaminantes y persistentes
como dioxinas, furanos, PAHs u organoclorados,
muchas de ellas ni siquiera contempladas en
los análisis del Consell cuando son
compuestos cancerígenos, capaces de
alterar el sistema hormonal y dañar
los sistemas inmumológicos, reproductor
y nervioso e interferir en el desarrollo intelectual
infantil.
“Greenpeace se pregunta
cómo cediendo a los intereses económicos
de una empresa como TIRME hasta el año
2041, que son los de obtener beneficios quemando
basura, van a alcanzar los niveles de reciclaje
necesarios para acabar con este grave foco
de contaminación en la isla. En el
2041 la situación de contaminación
será irreversible”, ha afirmado Julio
Barea, responsable de la campaña de
contaminación.
La consellera incluso ha
mantenido durante la reunión la premisa
de que las cenizas y escorias que salen de
la incineradora no son tóxicas y peligrosas.
Esto indica, entre otras cosas, que el Consell
no está gestionando estos residuos
de forma adecuada para minimizar sus graves
impactos ambientales y sanitarios. Catalina
Julvé ha reconocido, además,
que parte de las escorias (76.670 toneladas)
que se producen en Son Reus acaban en la cementera
de CEMEX, en Lloseta. Esto confirma que el
Consell está permitiendo que la contaminación
se extienda por toda la isla a través
del cemento y los materiales de construcción.
Greenpeace se une a la felicitación
a los mallorquines por su esfuerzo y avance
en la separación de residuos y espera
que el Consell sea respetuoso con la ciudadanía,
deje de quemarlos en la incineradora y ponga
en marcha las plantas de compostaje y reciclaje
con los que cuenta la isla y que están
funcionado a niveles ridículos. De
hecho, el propio Consell ha reconocido en
esta reunión que la recuperación
de la materia orgánica no llega al
1%.