25 febrero
2008 - Argentina — Nota de opinión
de Rosario Espina, coordinadora de la campaña
contra el Cambio Climático.
Debido a que han aparecido
muchos comentarios y opiniones que cuestionan
las lámparas de bajo consumo por su
contenido de mercurio, vemos la necesidad
de aclarar este aspecto tan importante.
En primer lugar, una Lámpara
Fluorescente Compacta (LFC) –lámpara
de bajo consumo- ahorra entre un 75% y un
80% (4 a 5 veces) más de energía
que una bombita común, y ofrece la
misma potencia lumínica. Si bien es
cierto que las LFC tienen mercurio, la cantidad
que hay en cada una es de alrededor de 2 miligramos,
mil veces menos que un termómetro clínico
y cien veces menos que un tubo fluorescente.
Estos datos pueden corroborarse en publicaciones
del Instituto Nacional de Tecnología
Industrial (INTI).
La utilización de
lámparas de bajo consumo reduce ampliamente
el impacto ambiental por el ahorro de energía
que conlleva. La quema de combustibles fósiles
que se lleva a cabo para generar energía
emite, además de gases de efecto invernadero,
mercurio. Es decir que el ahorro de energía
implica también menos emisiones de
mercurio al medioambiente.
El mercurio es un material
peligroso y bioacumulativo en toda la cadena
alimenticia, por lo cual es indispensable
tomar precauciones. Todo plan de recambio
de lámparas incandescentes por las
de bajo consumo requiere de la instrumentación
de un plan de recolección diferenciada,
considerando a estas lámparas como
residuos electrónicos. Existen al respecto
innumerables experiencias a nivel mundial
que podrían servir como ejemplo.
Todos los análisis
de ciclo de vida completo (desde la fabricación
hasta la disposición final) demuestran
un balance ambiental positivo para las LFC.
En Argentina un estudio de este tipo realizado
por la Facultad de Ingeniería de la
UBA así lo señala también.
Greenpeace reclama la prohibición
de la comercialización de lámparas
incandescentes para el año 2010, no
sólo por razones que hacen a la crisis
energética que atraviesa el país.
Debemos introducir políticas serias
y de largo plazo en materia de eficiencia
energética, para disminuir las emisiones
de gases que provocan el calentamiento global.
El reemplazo generalizado de las bombitas
incandescentes implica poder prescindir de
la construcción de varias centrales
de energía y así evitar el aumento
de emisiones de gases de efecto invernadero,
además de ahorrar recursos naturales
no renovables.
1] El ahorro que una LFC
ofrece puede ser del 75% al 80% respecto de
una lámpara incandescente para la misma
potencia lumínica.
2] Las lámparas de bajo consumo duran
entre 5 y 10 veces más que las incandescentes.
3] Al aportar a la eficiencia energética,
reducimos la dependencia de fuentes contaminantes
y caras como los combustibles fósiles
y la energía nuclear.
4] Las lámparas de bajo consumo tienen
mil veces menos mercurio que un termómetro
clínico y cien veces menos que un clásico
tubo fluorescente.
5] Si bien su precio es
más elevado que las incandescentes,
el costo se recupera rápidamente por
su efectividad y duración.
Rosario Espina