Tras una semana de negociaciones,
82 países deciden seguir adelante
22 febrero 2008 - España
— Después de una semana de negociaciones
diplomáticas, las voces de las víctimas
y de los Estados más comprometidos
han prevalecido en Wellington. Los países
allí presentes han aprobado un borrador
de Tratado de prohibición de bombas
de racimo que será sometido a negociaciones
formales en Dublín, el próximo
mes de mayo. La llamada “Declaración
de Wellington” establece la prohibición
de las bombas de racimo, la asistencia a las
víctimas y la limpieza de los territorios
afectados.
Las organizaciones de la
CMC Barcelona (Fundació per la Pau,
Justicia i Pau, Moviment per la Pau y el Comité
Catalán de Ayuda al Refugiado) y Greenpeace
quieren mostrar su satisfacción porque
el texto del borrador no fue “rebajado” durante
esta reunión crucial. Y saludan el
papel jugado por el país anfitrión,
Nueva Zelanda, por su fuerte compromiso con
un Tratado de prohibición claro e inequívoco.
También puede ser valorado como un
gran éxito el hecho de que 82 países
hayan firmado el texto.
Más de 500 representantes de 122 Gobiernos,
así como organizaciones de la sociedad
civil y supervivientes de las bombas de racimo
procedentes de 38 países, se reunieron
del 18 al 22 de febrero en Nueva Zelanda para
participar en el penúltimo encuentro
del Proceso de Oslo.
Después de intensas
discusiones hubo un amplio acuerdo sobre el
texto de los artículos que se refieren
a la asistencia a las víctimas, limpieza
de áreas contaminadas por submuniciones
sin detonar y destrucción de arsenales.
Las propuestas de algunos países, especialmente
europeos, que pretendían “diluir” el
texto e introducir excepciones a la prohibición,
no fueron aceptadas. Y, aunque serán
discutidas de nuevo en Dublín, el texto
final del borrador no las incorpora.
Los Estados que ahora o
en el pasado han usado, producido y almacenado
bombas de racimo, y que han suscrito la Declaración
de Wellington, deben mostrar la voluntad política
de negociar este Tratado, para prevenir más
muertes de civiles y asistir a las víctimas
en las décadas futuras.
Los asuntos más polémicos
y discutidos son posibles excepciones al Tratado
para algunos tipos de bombas de racimo (con
determinadas características técnicas);
periodos de transición en los que,
aunque hayan sido prohibidas, todavía
podrían utilizarse; y el uso de bombas
de racimo en operaciones militares realizadas
conjuntamente con países que no sean
parte del Tratado. Otro asunto controvertido
es la responsabilidad de países que
han usado en el pasado bombas de racimo de
ayudar a su limpieza y retirada.
Para la CMC Barcelona y
Greenpeace la situación está
clara: las bombas de racimo ya no tienen sentido.
Se trata de un arma propia de la Guerra Fría,
diseñada para utilizarse contra columnas
blindadas del Pacto de Varsovia en las llanuras
centroeuropeas. Pero, cuando se usan en los
campos de olivos del sur de Líbano,
y en los abarrotados suburbios de Basora,
de forma inevitable matan civiles, además
de que no suponen una ventaja militar.
Durante la semana, los países
en vías de desarrollo han expresado
de forma rotunda su apoyo a un Tratado que
prohíba todas las bombas de racimo.
Estados como Laos, Líbano, Indonesia
y Nigeria han reclamado un Tratado lo más
fuerte posible, sin excepciones por razones
técnicas que ellos nunca serán
capaces de cumplir. Las preocupaciones y dudas
expresadas por una minoría de Estados,
especialmente los europeos, han sido recopilados
en un documento adjunto que será discutido
en Dublín, pero que sin duda no tiene
el mismo peso que el texto del Tratado.
La CMC Barcelona y Greenpeace
felicitan al Gobierno español por haber
firmado la Declaración de Wellington.
Éste es un paso positivo, que está
en consonancia con su compromiso de apoyar
todas las iniciativas dirigidas a la prohibición
de las bombas de racimo (expresado en el texto
de la Ley de Comercio de Armas, aprobada el
pasado mes de diciembre).
Sin embargo, la insistencia
de la delegación española en
la necesidad de consenso, y de que se tengan
en cuenta las preocupaciones de algunos países
en relación a excepciones, etc., son
un motivo de preocupación, ya que es
un retroceso respecto a su postura en la última
cumbre de Viena. Apelamos al Gobierno español
a apoyar un Tratado sin excepción alguna,
y a dar prioridad a las consecuencias humanitarias
de este tipo de armas.