OAXACA DE JUAREZ,
Oaxaca.- “El agua está viva porque
nace de la madre tierra” dicen los habitantes
zapotecos de la cuenca del río Copalita,
en la Sierra Sur de Oaxaca, quienes viven
rodeados de bosques nublados y bosques de
pino encino, en la parte alta y media de las
montañas.
En este territorio de gran
riqueza natural, la geología, la altitud,
el suelo y los bosques se han conjuntado para
que el agua, indispensable para la existencia
de las comunidades animales y vegetales, brote,
y los habitantes la consideren no sólo
un elemento propicio para la vida, sino “la
vida misma”, y el alma de su actividad económica.
Para la sociedad productora
de café La Trinidad el agua es vital,
sin ella, sus productos de café, panela,
miel, y hongos no podrían subsistir.
Es por eso que a nueve años de su creación
sus 400 socios, en su mayoría indígenas,
se han planteado como meta, además
del fortalecimiento económico de las
comunidades a través de la comercialización
exitosa de sus productos, el manejo sostenible
de su riqueza natural.
La Sociedad de Solidaridad Social de productores
de café “La Trinidad” inició
un 29 de enero de 1999, cuando los grupos
indígenas de la parte alta de la cuenca
del río Copalita, cafeticultores provenientes
de ocho comunidades de los municipios de San
Pedro el Alto, Santiago Xanica y San Pedro
Pochutla, en los distritos de Miahuatlán
y Pochutla, se organizaron de manera autónoma
para producir café orgánico
certificado.
En 2008, cuando sus ventas
ascienden a 161 toneladas de grano al año
entregadas a mercados orgánicos y de
comercio justo en Estados Unidos, los productores,
en su mayoría de la etnia zapoteca,
han visualizado junto con la Alianza WWF-Fundación
Gonzalo Río Arronte, I.A.P., el comienzo
de un Programa de apropiación comunitaria
y uso adecuado de los recursos naturales de
la cuenca alta del río Copalita.
La Alianza comenzó
a trabajar con La Trinidad en el 2006, a través
de su proyecto Manejo del Agua en Cuencas
Hidrográficas: Desarrollo de Nuevos
Modelos en México , al conocer su programa
de apropiación comunitaria y ante la
necesidad de la organización de fortalecer
la dimensión ambiental de su labor
productiva.
En talleres participativos
en las ocho comunidades se concluyó
que una de sus necesidades primordiales era
la conservación y buen manejo de sus
manantiales, sus fuentes de abastecimiento
de agua, a las que tributan gallinas, velas,
flores y oraciones previas a la temporada
de lluvias.
A través de proyectos
demostrativos de conservación de las
zonas de captación, protección
de las fuentes de agua, provisión de
servicios sustentables de agua y saneamiento
para comunidades rurales, se estableció
un convenio de trabajo con La Trinidad.
De esta manera, técnicos
y profesionales de organizaciones locales
como la Unión Nacional de Trabajadores
Agrícolas (UNTA), Expresa, S.C., y
WWF participaron en la formación de
12 técnicos comunitarios, quienes ahora
son capaces de hacer un diagnóstico
de la problemática de sus suelos y
agua, y conocen más sobre prácticas
para manejo y conservación. También
tienen capacitación en herramientas
de comunicación como elaboración
de carteles o montaje de pequeñas obras
de teatro para dar mensajes ambientales a
los productores.
En recorridos de campo los
productores propusieron iniciativas que hablan
de la preocupación de sus comunidades
por recuperar prácticas y técnicas
que utilizaron generaciones anteriores y que
no afectan al agua, los bosques o la productividad
del suelo. En la práctica construyeron
estructuras de protección para manantiales
y reforestaron dos hectáreas, como
acciones de conservación de suelos
y bosques.
Durante las actividades
de conservación, la concepción
cultural del agua surgió en cada una
de las comunidades. Muchas de ellas conciben
a los manantiales, “al elemento agua,” como
un ente vivo, y le hacen ofrendas para hacer
patente la gratitud por recibir el vital líquido.
En la organización
social destacaron los esfuerzos para lograr
acuerdos entre comunidades e instituciones
locales, como la construcción de estructuras
de protección en Llano Flor y Los Naranjos
Esquipulas, en donde participaron sus autoridades
y asambleas para beneficiar a 700 habitantes.
Ambas comunidades se abastecen de un mismo
manantial, por lo que optaron por realizar
trabajos conjuntos, aportando recursos económicos
complementarios a la inversión de la
Alianza, tequios y contribuciones coordinadas
de material local.
Los comités de agua
se reorganizaron y también las autoridades,
en lo que se refiere a las normas para la
administración del recurso para los
habitantes de cada las dos comunidades. El
trabajo conjunto, comunitario, logró
que d os de los manantiales de estas comunidades
ahora estén libres de contaminación
por residuos sólidos y detergentes,
y que se lleven a cabo acciones de limpieza
mensual en los ríos.
También han mejorado
en el conocimiento de sus reservas de agua.
Con apoyo técnico de la Alianza, las
comunidades realizaron el inventario de sus
manantiales. Identificaron 54 y posicionaron
y caracterizaron los 23 principales en mapas
y sistemas de información geográfica
(SIG). De forma paralela, y con personal del
Instituto de Geología de la UNAM, se
guió la medición de cantidad
de agua que escurre por el río Copalita
en la temporada de secas, y se realizó
un muestreo biológico para determinar
los indicadores de calidad de la cuenca.
En Santiago Xanica, donde
la tenencia de la tierra es privada, el dueño
del predio donde se encuentra el principal
manantial de la comunidad donó una
hectárea a la redonda para realizar
el módulo de protección y mantener
protegida el área de recarga, donde
se acordó no habrá ninguna actividad
agrícola.
La Sociedad de Productores
La Trinidad tiene claro el panorama: conservar
el capital natural que poseen, su agua, suelo
y bosques, contribuirán a incrementar
su producción orgánica. Así,
podrán vender su café a precios
justos; con ello y la diversificación
de cultivos estarán en posibilidades
de destinar recursos para continuar, en un
círculo virtuoso, y canalizar inversiones
para conservar la riqueza natural.
La dinámica de invertir
en el desarrollo comunitario no es nueva para
ellos, es parte de su vida. Han impulsado
la infraestructura social comunitaria y los
servicios de salud reproductiva y cajas de
ahorro para las socias. Hoy, han decidido
que es tiempo de ocuparse del manejo racional
y la conservación de sus fuentes de
agua.
Nota para los editores:
WWF es una de las organizaciones independientes
de conservación más grandes
y con mayor experiencia en el mundo. WWF nació
en 1961 y es conocida por el símbolo
del Panda. Actualmente, cerca de 5 millones
de personas cooperan con WWF, y cuenta con
una red mundial que trabaja en más
de 100 país es.
En el año 2003 WWF
inició, en alianza con la Fundación
Gonzalo Río Arronte (FGRA), el programa
“Manejo del Agua en Cuencas Hidrográficas:
Desarrollo de Nuevos Modelos en México”
que incluye la atención de las cuencas
Copalita, Zimatán y Huatulco, entre
cuyos objetivos figuran la evaluación
de la dinámica hidrológica y
socioeconómica para la toma de decisiones,
el fortalecimiento del marco institucional
para el manejo integrado de cuencas, el desarrollo
y prueba de esquemas de manejo racional del
agua en sitios clave, la promoción
de la participación comunitaria conciente
en dichos esquemas y la difusión y
réplica de las experiencias positivas.
Ignacio González Mora
Oficial Sierra Costera
Programa Bosques Mexicanos, WWF-México