20
mayo 2008 - Argentina — Nota de Opinión
de Juan Carlos Villalonga, Director Político
de Greenpeace Argentina
La explosiva expansión de proyectos
mineros en la Argentina está siendo
impulsada por medidas adoptadas por las propias
autoridades nacionales y por un contexto de
precios internacionales que tornan a esta
actividad atractiva en términos económicos.
La expansión minera en búsqueda
de materiales, por lo general suntuosos y
de carentes de valor para el desarrollo real
de la sociedad, es escandalosa e inaceptable,
ya que no podemos permitir la degradación
ambiental y poner bajo riesgo las escasas
fuentes de agua potable.
Caso emblemático
de esta situación ha sido el “boom”
que ha tenido la minería de oro desde
hace algunos años. A esta actividad
se suma la creciente ola de inversiones para
explotar el uranio existente en algunas regiones
de la Argentina. Nuevamente, decisiones gubernamentales
locales e intereses promovidos por el mercado
internacional, son los motores que impulsan
esta explotación en varias provincias.
En este contexto vemos,
por un lado, la pretendida reactivación
de la actividad nuclear nacional que impulsa
a la Comisión Nacional de Energía
Atómica (CNEA) y el Gobierno Nacional
para a reabrir y explotar nuevos yacimientos
de uranio. La CNEA ya ha acordado con el gobierno
de Salta la explotación de Cerro Otto.
Pero aún más,
cuando hablamos de minería de uranio
debemos señalar que se trata de una
minería de alto riesgo para los trabajadores
y para el medioambiente. Además, agregar
que la CNEA mantiene un pasivo ambiental en
todas las regiones donde ha estado extrayendo
y procesando uranio desde su origen al día
de hoy. Ejemplos de ello puede verse en Don
Otto (Salta), Los Adobes (Chubut), Los Gigantes
(Córdoba), La Estela (San Luis), Malargüe
(Mendoza), Sierra Pintada (Mendoza) y Los
Colorados (La Rioja). Con un total de 4.715.000
toneladas de residuos de la actividad que
contienen uranio. Antes que pensar en abrir
nuevas minas, la CNEA debería destinar
esfuerzos técnicos y económicos
para remediar los impactos ambientales provocados
en esas zonas de su intervención años
atrás.
A esta actividad que desarrolla
la CNEA se suma ahora el interés internacional,
dado los bajos costos locales y el alto precio
del uranio. Así aparecen empresas que
llegan a la Argentina para extraer uranio
con el objetivo de proveer al mercado internacional,
este es el caso de las compañías
Wealth Resources, Mega Uranium, Maple y Marifil
y Madero Minerals de Canadá y la Globe
Uranium de Australia. Córdoba, Neuquén,
Mendoza, Salta, La Rioja, Catamarca y Santa
Cruz son las provincias bajo la mira del interés
internacional.
Justamente las actividades
de una compañía Canadiense ya
han despertado la movilización y preocupación
de vecinos en la zona de Fiambalá.
Así esa zona se suma a las decenas
de pueblos cordilleranos que se encuentran
amenazados por la actividad minera y donde
una fuerte movilización social procura
ponerles freno.
El caso de la explotación
de uranio, la actividad a escala local y regional
no solo representa riesgos en si misma sino
que además se trata del combustible
esencial para alimentar una industria de alto
riesgo como es la producción nucleoeléctrica,
actividad de la que podríamos prescindir
perfectamente, si se hiciera un uso intenso
de las energías renovables disponibles
en Argentina como en el resto del mundo. Es
por ella que resultan inaceptables los riesgos
que la minería de uranio representa
para estas comunidades locales. No es necesaria
la industria nuclear, debemos poner el acento
en otra dirección energética.
Fuentes energéticas que no dejen como
legado contaminación ambiental ni dependan
de recursos escasos, cuya extracción
pone en peligro los recursos naturales en
las zonas explotadas.
Para un panorama completo
de la minería en la Argentina, ver
el informe emitido en TN-Ecología del
pasado sábado 17 de mayo.
+ Más
Retoma GDF propuestas ambientales
de Greenpeace
19 mayo 2008 - DF, México
— Cambio climático, protección
al maíz y la Autopista Lerma-Tres Marías,
ejes de la reunión en la que se dieron
cita el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo
Ebrard y Gerd Leipold, Director de Greenpeace
Internacional
Para plantear temas ambientales
que son de gran importancia en la Ciudad de
México, Greenpeace se reunió
con Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito
Federal, y con Martha Delgado, titular de
medio ambiente local.
En el marco de los 15 años
de trabajo de la organización ambientalista
en nuestro país, Gerd Leipold, director
de Greenpeace Internacional y Patricia Arendar,
directora de Greenpeace México pidieron
al gobierno local fijar su postura frente
al cambio climático, la protección
del maíz frente a los organismos transgénicos
y en torno a la Autopista Lerma Tres Marías,
ya que en ese proyecto se plantea un tramo
que cruzaría por el DF.
“Estamos muy preocupados
por la amenaza que representa la posible construcción
de la Autopista Lerma Tres Marías en
zonas de reserva ecológica dentro del
Gran Bosque de Agua. Este proyecto pone en
riesgo a 35 millones de mexicanos en las ciudades
de México, Cuernavaca y Toluca, que
reciben ese vital líquido. Es preciso
que las autoridades respeten esta región
y desistan en su intento de urbanizar el centro
de este bosque. Está demostrado que
ninguna carretera en nuestro país escapa
al crecimiento de la mancha urbana, y en el
caso del Gran Bosque de Agua, esto representará
mayores problemas por deforestación,
para el abasto de agua y efectos más
intensos por el cambio climático”,
señaló Patricia Arendar, directora
ejecutiva de Greenpeace México.
En esta reunión,
la organización ambientalista insistió
a ambos funcionarios sobre la importancia
de mantener a la Ciudad de México libre
de maíz transgénico y les exhortó
a frenar el avance de la contaminación
por estos granos modificados. Ante ello, Marcelo
Ebrad señaló que su gobierno
se opone abiertamente a la siembra de transgénicos
en su territorio y que desde 2007 trabaja
para evitar que los cultivos de la capital
del país se contaminen.
“Los transgénicos
no frenarán el hambre en el mundo y
tampoco lo harán en México,
estos productos modificados sólo benefician
a las grandes transnacionales como Monsanto
y dejan a su paso una estela de daño
ambiental y deudas económicas para
los agricultores que adoptan esa técnica”,
afirmó Gerd Leipold, director de Greenpeace
Internacional.
En materia de cambio climático,
el GDF expuso su estrategia para revertir
el cambio climático desde el ámbito
local y Greenpeace le exhortó a redoblar
esfuerzos para reducir las emisiones de gases
efecto invernadero en la capital del país.