07
julio 2008 - DF, México — Aunque sobreviva
el 100 por ciento de los árboles plantados
en las campañas de reforestación
promovidas por Proárbol, esto no ayuda
a resolver la problemática que enfrentan
los bosques de nuestro país, dice el
coordinador de la campaña de Bosques
de Greenpeace
México seguirá
perdiendo sus bosques a un ritmo de 600 mil
hectáreas por año (1), debido
a que el gobierno federal enfoca la política
forestal del país en la reforestación
y no en combatir la deforestación,
y de este modo, aumentará el desabasto
de agua en diversas zonas del país,
se incrementarán los efectos del cambio
climático (2) y se agravará
la pobreza de millones de personas que viven
en los bosques mexicanos, dijo Greenpeace.
Aunque sobreviva el 100
por ciento de los árboles plantados
en las campañas de reforestación
promovidas por Proárbol, esto no ayuda
a resolver la problemática que enfrentan
los bosques de nuestro país, ya que
estas campañas están encaminadas
a “restaurar” y “reponer” las zonas deforestadas
y no a atender las causas de fondo que provocan
la acelerada pérdida de nuestros bosques.
“Mientras la política
forestal de esta administración mantenga
como prioridad del Proárbol a los programas
que promueven la plantación de arbolitos,
continuará la tala ilegal y nuestros
bosques seguirán desapareciendo. México
tiene el quinto lugar en deforestación
en el mundo. Esta situación empeora
cada vez más las condiciones de vida
de 12 millones de personas que habitan en
zonas forestales y agravará la pobreza
en esas regiones. Por más que se planten
millones de árboles y aunque la tasa
de sobrevivencia sea del 100 por ciento, se
agudizará la grave crisis que viven
nuestros bosques”, explicó Héctor
Magallón, coordinador de la campaña
de bosques de Greenpeace.
La crisis de nuestros bosques
se caracteriza por una alta tasa de deforestación,
un mercado en el que 50 por ciento de madera
que se extrae proviene de la tala ilegal (3)
y una enorme importación de productos
forestales que representa el 80 por ciento
del déficit comercial nacional. Esta
problemática es generada por la falta
de oportunidades y apoyos para que la gente
que vive en las regiones forestales aproveche
de manera sustentable sus recursos (madera,
resinas, hongos, etc.), por lo que se ve orillada
a convertir las áreas boscosas en tierras
de cultivo o pastizales para ganado, o a talar
los árboles para obtener recursos de
la venta de madera.
“El año pasado, Proárbol
anunció que se plantaron 250 millones
de arbolitos y que para este año se
plantarán 280 millones. Aunque sobreviva
el 100 por ciento de los árboles plantados,
eso sólo alcanza para `recuperar´
entre 250 y 280 mil hectáreas, eso
es menos de la mitad de los bosques que perdemos
cada año (4). Más aún,
los terrenos reforestados no constituyen bosques
y no lo harán hasta después
de varias décadas o hasta cientos de
años. Las áreas donde se han
plantado millones de arbolitos no brindarán
en el corto plazo los servicios ambientales
que ofrecen los bosques que estamos perdiendo
y para cuando lo hagan, ya habremos perdido
la totalidad de los recursos forestales que
aún tenemos. Además, pagar un
peso con 70 centavos por cada árbol
plantado a las personas que participan en
este programa de reforestación no ayuda
a resolver su pobreza”, continuó Magallón.
La tasa de sobrevivencia
de los árboles plantados en las campañas
de reforestación es de alrededor del
10 por ciento, así lo reconoció
el propio secretario de medio ambiente, Juan
Elvira (5) y concuerda con los datos preliminares
de un estudio que lleva a cabo Greenpeace
sobre los resultados de las campañas
de reforestación impulsadas y financiadas
por Proárbol durante 2007; este estudio
estará listo en los primeros días
de septiembre.
“El secretario de medio
ambiente presume que la ONU le otorgó
un reconocimiento a México por sus
esfuerzos en reforestación. Sin embargo,
el reconocimiento del organismo internacional
se basa en los datos que la misma Comisión
Nacional Forestal (Conafor) le dio y no en
un análisis de campo de los resultados
de las campañas de reforestación
del Proárbol”, dijo Magallón.
Durante 2007, los programas
destinados a promover las plantaciones forestales
comerciales y la reforestación recibieron
2 mil 300 millones de pesos (mdp), de los
4 mil 123 millones de pesos asignados a Proárbol.
En 2008, este presupuesto se incrementó
a 2 mil 664 millones de pesos. En cambio,
los programas que promueven el Manejo Forestal
Sustentable (MFS) recibieron el 14 por ciento
de estos recursos, lo que ha tenido como consecuencia
que sólo el 15 por ciento de la superficie
forestal de nuestro país se encuentre
bajo esquemas de MFS.
“Mientras la gente no valore
sus bosques, y vea una ventaja en mantenerlos
en pie y en buen estado de conservación,
no habrá manera de detener la deforestación
y no habrán árboles que alcancen
para recuperar nuestros bosques, los cuales
pueden desaparecer en el presente siglo. Es
preciso que la política forestal dé
un mayor impulso a los programas que promueven
el MFS por parte de las comunidades y ejidos,
que en conjunto poseen 80 por ciento de los
recursos forestales del país (6), en
vez de darle prioridad a la reforestación.
No es tarde para corregir el rumbo, por lo
que exhortamos al presidente Felipe Calderón
a recapacitar y priorizar el MFS”, concluyó
Magallón.
Notas:
1.“Assessing Land Use/ Cover Changes: a Nationwide
Multidate Spatial Database for Mexico”, Mas
et al, International Journal of Applied Earth
Observation and Geoinformation, 5, 2004: 249-261;
FAO, State of Forestry in Mexico, 2000.
2.Al menos 14 por ciento de las emisiones
de gases de efecto invernadero de nuestro
país provienen de la deforestación.
“México, tercera comunicación
nacional ante la Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre Cambio Climático”,
Instituto nacional de Ecología, Secretaría
de Medio Ambiente, 2006.
3.“Programa de Combate a la Tala Clandestina,
2004”, Profepa, 2004.
4.La propia Conafor reconoce que las campañas
de reforestación no contribuyen a detener
la deforestación. Durante una entrevista,
el coordinador de conservación y restauración
de Conafor, Vicente Arriaga, declaró:
“no nos confundamos en el sentido de que reforestamos
para contrarrestar la deforestación.
Sería como intentar llenar un barril
sin fondo, si es que el proceso de deforestación
activa no se frena”.
5.Periódico Excélsior, 29 de
enero de 2008, primera plana y pag 15.
6.Estudios realizados por el Instituto de
Geografía (UNAM) en Quintana Roo y
Guerrero, demuestran que en zonas donde comunidades
y ejidos llevan a cabo un MFS la tasa de deforestación
es menor a la de las ÁNP. “Los bosques
comunitarios de México. Logros y desafíos”,
David B. Bray y Leticia Merino, 2004.
+ Más
In memoriam por los bosques
de México si continúa Proárbol
10 julio 2008 - DF, México
— Esta mañana sesenta activistas de
Greenpeace instalaron un cementerio de 200
árboles en el Zócalo capitalino,
representando lo que ocurrirá con los
bosques de México si Proárbol
continúa con este tipo de programas
de "reforestación"
Con tal de cumplir con la
meta de plantar durante el año pasado
253 millones 208 mil 686 arbolitos en el país,
al amparo del Proárbol se plantaron
esencialmente nopales forrajeros, magueyes
y otras especies exóticas, denunció
Greenpeace México.
Para denunciar este verdadero
fraude forestal, la organización ambientalista
instaló un cementerio en el Zócalo
capitalino, representando lo que ocurrirá
con los bosques de México si Proárbol
continúa con este tipo de programas
de “reforestación”. Más de 60
activistas colocaron 200 árboles sobre
ataúdes con la leyenda “víctima
del Proárbol”, simbolizando el resultado
real de las campañas de reforestación
y su impacto sobre los bosques del país.
Los activistas portaban máscaras con
el rostro de Felipe Calderón y sujetaban
coronas de flores con la leyenda “Nuestros
bosques, víctimas de Proárbol”.
“De los 253 millones 208
mil 686 arbolitos plantados en las campañas
de reforestación en 2007, por lo menos
52 por ciento corresponde a nopales forrajeros,
agaves, magueyes y especies exóticas.
Es decir, se trata de especies no forestales
o inadecuadas para nuestro país, ya
que son ajenas a los ecosistemas que se pretenden
restaurar. Por ello, los bosques de México
son víctimas de este programa gubernamental”,
afirmó Héctor Magallón,
coordinador de la campaña de bosques
de Greenpeace.
De acuerdo con el Reporte
Ejecutivo Proárbol 2007, dado a conocer
por la Comisión Nacional Forestal (Conafor)
este año (1), 49 por ciento de los
“árboles” utilizados para reforestar
son nopales, 1.6 por ciento son agaves y magueyes,
y 1.4 por ciento son especies exóticas
como eucalipto, pirul, melina, teca, jacaranda,
nogal y nim.
“Es escandaloso que la reforestación,
el programa preferido del presidente Calderón
y la principal estrategia del Proárbol
para `proteger´ nuestros bosques, utilice
especies que no son forestales o son exóticas
para `recuperar´ y `restaurar´
las 600 mil hectáreas de bosques que
perdemos año tras año (2). La
reforestación por definición
no puede detener la deforestación porque
tiene como propósito reponer las zonas
forestales que se han perdido. Es ridículo
utilizar especies que sirven de forraje para
ganado, como el nopal, o para hacer pulque
o mezcal, como el agave y el maguey. Nuestros
bosques son la principal víctima de
la política forestal”, explicó
Patricia Arendar, directora de Greenpeace.
Esta situación se
agrava si se considera que el propio secretario
de medio ambiente, Juan Elvira, ha reconocido
que la tasa de supervivencia de los árboles
plantados es de apenas 10 por ciento (4).
Los resultados preliminares de un estudio
de campo que está llevando a cabo Greenpeace
para documentar los resultados de las campañas
de reforestación del Proárbol
en 2007, confirman estas declaraciones: 90
por ciento de los árboles plantados
en los sitios visitados se murieron a menos
de un año de la reforestación.
La utilización de
especies exóticas para reforestar tiene
serios impactos sobre la biodiversidad y,
de acuerdo con la Comisión Nacional
para el conocimiento y uso de la Biodiversidad
(Conabio), “la introducción de especies
exóticas ocupa el segundo lugar en
importancia (en cuanto a amenazas a la biodiversidad
de plantas) después de la destrucción
del hábitat, al actuar de manera sinérgica
con las otras amenazas” (5). Por si esto fuera
poco, el usar este tipo de plantas viola diversas
disposiciones establecidas en la Ley General
de Vida Silvestre (6) y la Ley de Desarrollo
Forestal Sustentable (7).
“Está claro que para
alcanzar la anunciada meta de plantar 250
millones de árboles, la Conafor recurrió
a especies que no son árboles, que
no son especies forestales y que son exóticas
e invasoras, aunque esto sea ilegal. Además,
incluyó plantaciones forestales comerciales
para reportarle a la ONU que se plantaron
334 millones de `arbolitos´ en la reforestación.
¿A qué van a recurrir este año
para alcanzar la meta de plantar 280 millones
de árboles? Los resultados hablan por
sí solos. Es momento de que se corrija
la política forestal para dejar de
tirar el dinero a la basura y tomar medidas
que sí ayuden a conservar los bosques
que todavía tenemos (8)”, cuestionó
Magallón.
“Ya basta de tirar el dinero
a la basura. Ya basta de campañas de
reforestación que sólo buscan
un impacto mediático pero que no benefician
a los bosques (9), no ayudan a mitigar el
cambio climático (10), nos vuelven
más vulnerables a sus impactos y no
combaten la pobreza de los 12 millones de
personas que viven en las regiones forestales
de nuestro país. Le hacemos un llamado
al presidente Felipe Calderón a corregir
el rumbo, a que deje de priorizar la reforestación
y le de un mucho mayor impulso al Manejo Forestal
Sustentable por parte de las comunidades.
Sólo así, nuestros bosques dejarán
de ser víctimas del Proárbol”,
concluyó Arendar.
Las prioridades de Proárbol
Durante 2007, los programas
destinados a promover las plantaciones forestales
comerciales y la reforestación recibieron
2 mil 300 millones de pesos (mdp), de los
4 mil 123 millones de pesos asignados a Proárbol.
En 2008, este presupuesto
se incrementó a 2 mil 664 millones
de pesos. En cambio, los programas que promueven
el Manejo Forestal Sustentable (MFS) por parte
de comunidades y ejidos, que en conjunto poseen
80 por ciento de los bosques de México,
recibieron sólo el 14 por ciento de
estos recursos, lo que ha tenido como consecuencia
que menos del 15 por ciento de la superficie
forestal de nuestro país se encuentre
bajo esquemas de MFS.