11 septiembre 2008 - Buenos
Aires, Argentina — En el marco del Congreso
Mundial sobre Biocombustibles "Biofuels
Markets Americas" realizado
en Buenos Aires, organizaciones no gubernamentales
advirtieron sobre los impactos ambientales
y sociales que la producción de éstos
provocará en América Latina.
Gobiernos y sectores empresariales
muestran un respaldo cada vez mayor a la producción
de biocombustibles para el transporte, orientada
a satisfacer la demanda de un creciente mercado
internacional. Esto ocurre a pesar de las
numerosas investigaciones que alertan sobre
los peligros que ello implica en las regiones
donde éstos se producen.
Las organizaciones Greenpeace Argentina, Amigos
de la Tierra Argentina, Taller Ecologista,
Programa Argentina Sustentable (PAS) y CEPPAS
consideran que el Estado nacional y los organismos
oficiales (1) deben en primera instancia advertir
el riesgo que los actuales patrones de producción
de biocombustibles generan en nuestra región,
y en una segunda, desarrollar políticas
tendientes a diversificar la matriz energética
en base a las mejores opciones en materia
de bioenergía junto a otras fuentes
limpias y renovables.
En los últimos años
se ha otorgado a los biocombustibles, etanol
y biodiesel, un rol cada vez más importante,
sobre todo por parte de los países
industrializados que son los mercados de mayor
consumo energético y de combustible.
Esta es la razón por la que se está
procurando la creación de un mercado
internacional de biocombustibles que les permita
acceder a estos insumos desde aquellos países
que poseen los mayores potenciales de producción
de biomasa, como es el caso de Argentina.
Pero en estos países,
la producción de biocombustibles representa
hoy una clara amenaza para la biodiversidad
y la soberanía alimentaria. La extensión
de cultivos tales como el maíz, la
soja, la colza, la palma o la caña
de azúcar, destinados a la producción
de biocombustibles presiona sobre el territorio
provocando la destrucción directa e
indirecta de ecosistemas naturales, como las
selvas tropicales y los bosques nativos. Además,
pone en riesgo la seguridad alimentaria mundial
al competir por las tierras fértiles
disponibles, colocando en peligro la subsistencia
de las poblaciones más pobres del mundo.
En este contexto, una reconsideración
radical acerca de la producción de
biocombustibles se torna urgente. Lo más
importante: las medidas gubernamentales que
generan el desvío de granos y aceites
comestibles para la producción de biocombustibles
deben ser detenidas.
En el mismo sentido, la
producción de biocombustibles orientada
al mercado internacional, encamina a los países
del Tercer Mundo, destinados a abastecerlos,
a la especialización y al monocultivo,
desarticulando la provisión del mercado
interno y destruyendo por completo otras actividades
productivas, tal como se presenta en el caso
Argentino. En los últimos años
el Estado nacional colocó a la actividad
agrícola al servicio del mercado global
de la soja y sus consecuencias están
a la vista: la desaparición de una
enorme cantidad de otras importantes e imprescindibles
actividades agropecuarias que, por la contundencia
en la alta rentabilidad sojera, fueron progresivamente
abandonadas (tambos, cultivos alternativos,
ganadería, etc.) y la descomunal tasa
de deforestación ha causado la pérdida
irreparable de más de 2 millones de
hectáreas (2) de bosques nativos desde
1998 hasta ahora.
Por otro lado, la ventaja
en el balance de emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI) en la producción
y el consumo de biocombustibles es en la mayoría
de los casos muy baja, cuando no nula o negativa.
La degradación o conversión
de los bosques y selvas naturales o de otros
ecosistemas naturales no solo destruye la
biodiversidad sino que además provoca
altas emisiones de dióxido de carbono
a la atmósfera (3). Al mismo tiempo,
cada vez más investigaciones (4) demuestran
que muchos proyectos de bioenergía
no son sostenibles.
En Argentina, la política
actual en materia de bioenergía, apunta
a generar un mercado cautivo, subsidiando
a las empresas proveedoras de biodiesel en
base a aceite de soja y a las empresas petroleras
que esencialmente mantienen la misma cadena
que hasta ahora, sin costo adicional. El 5%
de corte para el 2010 establecido por la Ley
26.093 es irrelevante en términos de
política climática y de seguridad
energética y desvía cuantiosas
cifras en fondos que podrían destinarse
a la promoción de otras fuentes de
energía renovable y de sistemas descentralizados
de generación. Por el contrario, lo
que se plantea es subsidiar el consumo vehicular.
La situación energética
en Argentina se caracteriza por una enorme
fragilidad debido a su fuerte dependencia
de los combustibles fósiles. Ésta
acarrea problemas ambientales y emisiones
de GEI y conlleva la inseguridad del suministro
energético. La altísima dependencia
de los combustibles fósiles (89 %)
hace que la Argentina posea la peor matriz
energética de la región en cuanto
a uso de fuentes renovables. Frente a un escenario
de escasez estructural de estos recursos todo
indica que se buscará suplir esta escasez
con otras fuentes con grandes impactos y riesgos
ambientales: grandes hidroeléctricas,
plantas de energía nuclear, mayor uso
de carbón y las peores opciones en
materia de biocombustibles.
Se plantea la urgente necesidad
de una política nacional energética
que adopte medidas de reducción en
la emisión de GEI, incluyendo a aquellas
tendientes a aumentar la eficiencia energética
y reducir el consumo de energía. La
bioenergía debe complementar y equilibrar
el suministro de energía en un sistema
diversificado de fuentes de energías
limpias y renovables (solar, eólica,
minihidráulica, geotérmica,
de las olas y de las mareas) que modifiquen
radicalmente la actual dependencia de la matriz
energética argentina de los combustibles
fósiles.
Por otro lado, las políticas
adoptadas y promovidas desde el Gobierno nacional
en materia de energía, no deben contener
de ningún modo, medidas de apoyo a
la producción de biocombustibles destinados
a la exportación, tales como subsidios
y/o cancelación de impuestos, pero
tampoco objetivos o metas obligatorios de
corte que fomenten cualquier tipo de uso de
la biomasa o la producción de biocombustibles.
Asimismo, no pueden establecerse ventajas
a la exportación de biocombustibles
tales como alícuotas de retenciones
más bajas en comparación a las
de los productos agrícolas. Esto supone
un subsidio encubierto del orden de cientos
de millones de U$ mucho más que lo
reciben todas las energías renovables
en el país.
Es por ello que, dentro
de la promoción a escala local de la
bioenergía, se deben priorizar los
usos estacionarios de la misma. La biomasa
que se emplea para producir electricidad y/o
calor es considerada la aplicación
más eficaz, ya que en este caso pueden
aplicarse prácticas de cogeneración
más eficientes y no resulta necesaria
su posterior transformación a estado
líquido. Por otro lado y dependiendo
de la regionalidad de los recursos (generados
especialmente por residuos de la actividad
forestal y agrícolas), fomentar la
generación descentralizada y socialmente
sustentable y producciones como la que podría
llevar a cabo la agricultura familiar o de
pequeña escala .
— Greenpeace Argentina,
Amigos de la Tierra Argentina, Taller Ecologista,
Programa Argentina Sustentable (PAS) y CEPPAS
[1] El Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) es uno de los organismos regionales
que más ha estado impulsando el desarrollo
de la producción de biocombustibles
en la región.
[2] Según la Unidad
de Manejo del Sistema de Evaluación
Forestal (UMSEF) de la SAyDS de la Nación
entre 1998 y 2006 la pérdida de Bosques
nativos en las principales provincias del
Norte y Centro del país, alcanza las
1.890.599 ha. Teniendo en cuenta que el promedio
de desmontes de los últimos cuatro
años evaluados oficialmente es de 277.000
ha. se estima que la deforestación
desde 1998 a la actualidad supera las 2.000.000
de ha.
[3] La deforestación
ya es causante de aproximadamente un quinto
de las emisiones de GEI.
[4] “FAO World agriculture:
towards 2030/2050. Prospects for food, nutrition,
agriculture and major commodity groups. Global
Perspective Studies Unit”. Organización
para la Agricultura y la Alimentación
(Farming and Agriculture Organization, FAO).
Junio de 2006.
Crutzen, P.J. et ál.:
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negates global warming reduction by replacing
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