La
organización ecologista recuerda a
la ministra que los Organismos Modificados
Genéticamente no son la solución
al hambre - 04 noviembre 2008 - España
— Greenpeace lamenta las declaraciones de
la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural
y Marino, Elena Espinosa, en las que afirma
que “la biotecnología (en referencia
a los transgénicos) es un aliado y,
en tanto que los científicos y los
técnicos nos avalen con el mayor rigor,
con el mejor conocimiento, y en la mayor transparencia,
no veo razón para no articular su uso”(1).
La organización ecologista pide a la
ministra que abandone la ambigüedad que
muestra en este tema y aclare su postura y
la de su ministerio sobre los transgénicos.
Precisamente en estas semanas
la UE está debatiendo un nuevo sistema
de autorización y evaluación
de transgénicos porque el actual ignora
los efectos a largo plazo de los transgénicos,
las evidencias sobre los daños a la
biodiversidad, las opiniones científicas
contrarias a los OMG y las preocupaciones
de determinados estados miembros. El sistema
en vigor tampoco considera la pérdida
de variedades y de sabiduría agrícola
ni los efectos de la contaminación.
En España sin embargo,
el Gobierno permite que se sigan cultivando
unas 80.000 hectáreas de maíz
transgénico, las cuales entran masivamente
en la cadena alimentaria sin ningún
control ni transparencia (2).
En sus declaraciones la
ministra afirma trabajar para “mejorar las
condiciones de vida de los ciudadanos de forma
compatible con la conservación de los
recursos naturales”. Greenpeace quiere recordar
que el Gobierno de España permite variedades
que se han prohibido en la mayor parte de
los estados productores de maíz de
la UE por razones sanitarias o ambientales.
Ayer mismo, Francia ha renovado la moratoria
que puso en marcha el pasado mes de enero
contra el maíz MON 810 basándose
en una serie de estudios sobre los riesgos
para el medio ambiente. A pesar de esto, el
Ejecutivo español ignora esta situación
y sigue tolerando que España sea el
único país que lo cultiva a
gran escala.
Greenpeace reitera que existe
un amplio consenso científico que demuestra
la peligrosidad de estos cultivos. Numerosas
evidencias describen los impactos reales y
potenciales sobre la salud de maíces
de Monsanto, como el MON 863 (que España
importa) o el MON 810 (que España importa
y cultiva) o la patata “Amflora” de BASF,
cuya aprobación el Gobierno apoya a
pesar del rechazo por parte de la OMS, el
Instituto Pasteur o la Agencia Europea del
Medicamento. “Si la UE es incapaz de predecir
los efectos a largo plazo de estos peligrosos
cultivos, los ministros tienen hoy la obligación
de actuar para proteger nuestro futuro. Este
tipo de declaraciones defienden el interés
de las empresas y no el de los ciudadanos”,
ha afirmado Juan-Felipe Carrasco, responsable
de la campaña de Transgénicos
de Greenpeace.
Con respecto a la situación
mundial de la alimentación, el último
informe de la Evaluación internacional
del conocimiento, ciencia y tecnología
en el desarrollo agrícola (3) elaborado
por cerca de 400 científicos y firmado
por 60 países, afirma la urgencia de
un cambio radical en el modelo de producción
de alimentos. Científicos y representantes
de los gobiernos han concluido que los transgénicos
no son ninguna solución al alza de
precios de los alimentos, la pobreza, la pérdida
de biodiversidad y el cambio climático
(4).
“Los transgénicos
no contribuirán a solucionar el hambre,
son una tecnología monopolizada por
un grupo de empresas que se comportan como
'dictadores de la alimentación', impiden
ejercer el ancestral derecho a guardar e intercambiar
semillas, socavan las bases de una agricultura
social y medioambientalmente sostenible y
concentran la riqueza", afirma Carrasco.
“Si el Ejecutivo español quisiera realmente
contribuir a una mejoría de la situación
mundial, no promocionaría los transgénicos”.
Greenpeace pide al Gobierno
que si realmente cree en la transparencia,
en lugar de afirmar que los transgénicos
son “aliados”, apoye el proceso europeo para
que:
* Los efectos a largo plazo
sobre el medio ambiente y los impactos sobre
la salud sean considerados en el proceso de
autorización, y la evaluación
de riesgos de la EFSA (Autoridad Europa de
Seguridad Alimentaria) sea suspendida mientras
esto no se dé.
* La evaluación de
riesgos sea llevada a cabo por organismos
independientes que tengan la suficiente experiencia
e información. Así mismo, deben
implicarse a científicos expertos en
medio ambiente y en ecología.
* Se pongan en marcha medidas
que eviten la contaminación de las
semillas.
* Se garantice que han sido
perfectamente evaluados los efectos del empleo
de herbicidas en conjunción con cultivos
tolerantes a herbicida.
* Se tomen en cuenta los
efectos socio-económicos de los transgénicos
durante el proceso de aprobación.
* Se otorgue a los estados
y a las autoridades locales el derecho a establecer
zonas libres de transgénicos.
NOTAS:
(1) Entrevista publicada
por el diario El País (4/11/2008)
(2) Greenpeace ha presentado
recientemente un documento que recoge testimonios
de productores víctimas del maíz
transgénico. Disponible en:
http://www.greenpeace.org/espana/news/greenpeace-desenmascara-las-co
(3) Iniciativa del el Banco
Mundial con un amplio grupo de organizaciones,
entre ellas la FAO, el PNUD, el Programa Ambiental
de Naciones Unidas, la OMS y representantes
de gobiernos, sociedad civil, sector privado
e instituciones científicas de todo
el mundo.
(4) Informe Final de la
Evaluación internacional del conocimiento,
ciencia y tecnología en el desarrollo
agrícola (IAASTD), abril 08, Johannesburgo,
Sudáfrica, disponible en http://www.agassessment.org/