07 mayo 2009 - DF, México
— Carbón y nuclear
son las energías que se aprobarían
para generar electricidad, de acuerdo con
el Programa de Obras e Inversiones del Sector
Eléctrico 2009-2018 de la CFE
México se niega a
combatir el cambio climático y apuesta
nuevamente a la generación de electricidad
con tecnologías obsoletas y sucias
como el carbón, así lo demuestra
un informe recientemente publicado por la
Comisión Federal de Electricidad (CFE),
denunció Greenpeace.
En un análisis que
realizó la organización ambientalista
sobre el Programa de Obras e Inversiones del
Sector Eléctrico 2009-2018 (POISE 2009-2018),
publicado por la CFE, se señala que
la segunda tecnología para la generación
de electricidad en el país será
el carbón, con 2 mil 78 megawatts de
capacidad adicional para los próximos
años, lo que demuestra nuevamente la
incongruencia del gobierno federal en materia
de políticas sobre energía y
en los esfuerzos para revertir los efectos
del cambio climático.
Cabe destacar que este programa
es el instrumento de planeación que
sirve como base para el desarrollo futuro
de la industria eléctrica nacional,
mismo que es actualizado y publicado cada
año.
El POISE 2009-2018 contempla
la generación de 17,942 MW de capacidad
adicional para el servicio público,
con la siguiente composición: 2,930
MW en plantas hidroeléctricas, geotermoeléctricas
y eoloeléctricas; 2,079 MW en carboeléctricas;
522 MW en unidades de turbogás y de
combustión interna; 8,795 MW en centrales
de ciclo combinado a gas natural, así
como 2,368 MW cuya tecnología ni energético
primario han sido definidos, pero que podrían
desarrollarse a partir de carbón y
energía nuclear, de acuerdo con el
documento.
“Aun cuando el presidente
Calderón se ha comprometido a reducir
a la mitad las emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI) para mediados de siglo,
el sector energético que contribuye
con el 27.3 por ciento de dichas emisiones,
planea seguir invirtiendo en tecnologías
sucias y peligrosas en lugar de aprovechar
el gran potencial de México en energías
limpias como la solar, la eólica, la
biomasa, las pequeñas hidroeléctricas
y la geotermia. Sin embargo, su mensaje al
mundo es incongruente con las políticas
y acciones domésticas y no muestra
señales claras de su compromiso para
evitar el cambio climático catastrófico”,
señaló María José
Cárdenas, coordinadora de la campaña
de Cambio climático y energía.
Si bien el POISE contempla
en su estrategia la inclusión de las
energías renovables para la generación
de electricidad, se mantiene la presencia
de combustibles fósiles como el carbón
y se prevé que el precio de este combustible
caerá abruptamente con el desmantelamiento
de este tipo de centrales por parte de Estados
Unidos –uno de los principales productores
y consumidores de carbón-. Una justificación
adicional es que el precio de este combustible
es menos volátili respecto a otros
energéticos.
Lázaro Cárdenas,
Michoacán, así como las regiones
de recursos potenciales de carbón en
Coahuila, son los sitios considerados para
las futuras centrales incluidas en el plan
de expansión del POISE.
Asimismo, el programa indica
que debido a la desaceleración del
crecimiento de la demanda y a los periodos
de licitación, construcción
y desarrollo de la infraestructura para este
tipo de proyectos, se ha considerado que a
partir de 2017 será posible reactivar
la instalación de centrales carboeléctricas
y la tecnología nuclear podría
ser una opción factible después
de 2018.
“Para Greenpeace la energía
nuclear es incompatible con un modelo energético
sostenible ya que no cumple ninguna de sus
premisas: no es económicamente eficiente,
ni socialmente justa, ni medioambientalmente
aceptable. La energía nuclear ha demostrado
ser un fracaso económico, tecnológico,
medioambiental y social, que ha causado ya
graves problemas a la salud pública
y al medio ambiente; el ejemplo más
claro lo tenemos en casa y se llama Laguna
Verde. En el mundo la energía nuclear
sólo ha dejado accidentes por radiación
y generación de residuos imposibles
de eliminar; además contribuye a la
proliferación de armas nucleares”,
añadió Cárdenas.
El informe de Greenpeace
“[R]evolución Energética: Una
perspectiva de energía sustentable
para México” demuestra que México
tiene el potencial necesario para aprovechar
al máximo las fuentes de energía
renovables para reducir las emisiones de gases
de efecto invernadero de nuestro país
y de este modo evitar las peores consecuencias
del cambio climático, mediante cinco
principios clave:
1. Retiro paulatino de energía
sucia e insostenible
2. Desacoplar crecimiento económico
del uso de los combustibles fósiles
3. Instrumentar soluciones renovables, eficiencia
energética y descentralizar los sistemas
energéticos
4. Respeto a los límites naturales
5. Equidad y justicia
Cabe señalar que
a fines de este año se llevará
a cabo la Cumbre de Naciones Unidas sobre
el Clima en Copenhague y el acuerdo alcanzado
en dicha reunión necesita reactivar
una economía de energías limpias
para el futuro, conservar los bosques del
mundo, proteger a los más vulnerables
y encaminarnos hacia la disminución
de las emisiones globales que garantice que
la temperatura global no rebase un aumento
de 1.5 grados centígrados.
Para ello, los países
industrializados tendrán que reducir
sus emisiones de GEI en 40 por ciento para
2020, pero para lograr una acción global
progresiva, profunda y fortalecida, los países
en desarrollo deben reducir el aumento de
sus emisiones proyectadas de 15 a 30 por ciento
para el año 2020, si queremos tener
alguna oportunidad de evitar los efectos catastróficos
del cambio climático.
“En lugar de invertir en
energía nuclear y plantas de carbón,
el gobierno federal debería darle prioridad
a medidas de eficiencia y ahorro energético,
así como incentivos para detonar las
energías renovables en el país.
Seguir generando electricidad con combustibles
fósiles producirá más
cambio climático y gases de efecto
invernadero en nuestro país. Lo México
necesita es una Revolución Energética
¡ahora!”, finalizó Cárdenas.
+ Más
Greenpeace calificó
de improvisada la gestión de pilas
y aparatos electrónicos del Gobierno
de la Ciudad
08 mayo 2009 - Buenos Aires,
Argentina — Greenpeace denunció hoy
la improvisada gestión del tratamiento
y disposición final de los residuos
de aparatos eléctricos y electrónicos
(RAEE) por parte del Gobierno de la Ciudad
que, en la práctica, es incoherente
con sus objetivos y refleja una vez más
una política vacía en relación
a la gestión de la basura.
“Las iniciativas del gobierno
porteño sólo apuntan a ofrecer
una salida cosmética y publicitaria
y no a dar soluciones de fondo al grave problema
de los desechos electrónicos, que crece
día a día en la Argentina y
en el mundo. Para evitar este tipo de acciones,
es indispensable contar con un marco legal
nacional que regule la gestión de estos
residuos; en este sentido, el proyecto que
está en discusión en el Senado
Nacional es un paso muy importante”, declaró
Rosario Espina, coordinadora de la campaña
de Residuos Electrónicos de Greenpeace
Argentina.
Para la organización
ambientalista, el Plan de Gestión Integral
de Pilas y Baterías Recargables Agotadas
y los Programas Piloto de Recolección
Aparatos Eléctricos y Electrónicos
propuestos por el gobierno porteño
carecen de los mecanismos de gestión
convenientes para el tratamiento de estos
residuos. “Además del manejo inadecuado,
cargan al Estado y a los contribuyentes con
la obligación económica de esta
tarea, mientras que la política que
debe aplicarse en estos casos es que la responsabilidad
recaiga sobre los productores de los aparatos
descartados”, agregó Espina.
En el caso del programa
de gestión de residuos eléctricos
y electrónicos, Greenpeace advirtió
que presenta serias fallas a nivel operativo:
quienes reciben estos residuos no cuentan
con tecnología, capacitación
e infraestructura para realizar el tratamiento
de estos residuos peligrosos. Esta situación
promueve el manejo informal de estos residuos
con el consiguiente riesgo para la salud de
los trabajadores y el medio ambiente.
Con respecto a las pilas
y baterías recargables, la entidad
ambientalista aclaró que la resolución
del gobierno de la Ciudad no establece sanciones
por lo que esta gestión queda en manos
de la iniciativa voluntaria de las empresas
productoras. En lo referido a la disposición
final, no se tuvo en cuenta que la Argentina
no tiene aún plantas que traten este
tipo de residuos y que no se ha habilitado
la exportación para su reciclaje en
el exterior con tecnologías adecuadas,
lo que representa la mejor opción ambiental
para su tratamiento.
Los residuos electrónicos,
las pilas y baterías requieren de un
tratamiento específico por su alta
toxicidad. La Agencia de Protección
Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires propone
el envío de pilas y baterías
no recargables a los rellenos sanitarios comunes
sin ningún proceso previo. Las pilas
y baterías aún si cumplen con
los valores máximos establecidos por
ley, no deben ser consideradas inocuas, y
mucho menos deben ser recolectadas, concentradas
y enviadas a rellenos sanitarios por el potencial
de contaminación que puede tener esa
concentración, sino enviadas a rellenos
de seguridad.
Greenpeace consideró
que el proyecto de ley sobre gestión
y tratamiento de residuos eléctricos
y electrónicos representa un gran avance
para crear de manera urgente una infraestructura
especial de reciclaje, establecer la responsabilidad
individual del productor como concepto político
y determinar incentivos para reducir la presencia
de residuos peligrosos y complejos en los
nuevos aparatos eléctricos y electrónicos.