26 Jun 2009 - El cambio
climático es una de las mayores amenazas
a la supervivencia de las ballenas, sobre
todo de aquellas especies cuyas condiciones
ambientales son muy específicas. Una
ligera modificación de estas variables
podría hacer desaparecer a toda una
especie, como la ballena azul, el mamífero
más grande del mundo. WWF ha impulsado
el acuerdo en la Comisión Ballenera
Internacional (CBI) de realizar a finales
de año un seminario internacional para
combatir los efectos del cambio climático
en los cetáceos.
El gobierno de Costa Rica,
en colaboración con WWF ha dado a conocer
hoy, en el marco de la CBI, los resultados
del seminario “Cetáceos y cambio climático
en el Pacífico tropical este”, que
tuvo lugar a principios de año en el
país centroamericano. Las conclusiones
de dicho informe confirman que el aumento
de la temperatura marina es responsable de
que desaparezca o disminuya el alimento de
las ballenas - zooplancton y peces – mudándose
a aguas más frías en otras latitudes
o a mayores profundidades.
Por otra parte el ciclo
de vida de este alimento se ve desplazado
en el tiempo, de manera que las ballenas llegan
a veces muy ‘temprano’ y otras demasiado ‘tarde’
a sus lugares de alimentación. Este
factor es determinante a la hora de procrear,
ya que las debilitadas ballenas no tienen
suficientes reservas como para hacer frente
a una larga gestación.
Los datos del estudio vienen
a apoyar la decisión tomada ayer en
la CBI de llevar a cabo un seminario internacional
en Viena, el próximo mes de noviembre,
para estudiar detenidamente la influencia
del aumento de temperatura en las poblaciones
de ballenas, así como crear mecanismos
de adaptación que se materialicen en
planes de gestión para minimizar los
efectos del cambio climático.
Otro efecto del incremento
de la temperatura del agua es la proliferación
de algas tóxicas, parásitos
y especies invasoras, lo que se traduce en
una mayor mortalidad de peces, crustáceos
y otros organismos que sirven de sustento
a las ballenas.
La ballena azul, o la ballena
gris serían las primeras especies en
sucumbir a los efectos del cambio climático,
ya que su alimentación en muy concreta,
y tendrían serios problemas para adaptarse
a estas alteraciones.
Las ballenas del Ártico
y el Antártico
Las especies restringidas
a una zona geográfica concreta son
las más vulnerables al cambio climático
y merecen una mención especial, como
la Vaquita mexicana y muchas especies de delfines
de río. El mismo riesgo comparten algunas
poblaciones de cetáceos, como la ballena
jorobada en el océano Índico,
o el rorcual común en el Mediterráneo,
que han decidido abandonar las costumbres
migratorias de su especie y establecer en
estas aguas sus hogares permanentes.
El informe recuerda que
el efecto negativo del aumento de la temperatura
marina es especialmente preocupante en los
polos, y se remite al caso de la muerte de
cientos de ejemplares de ballena gris en la
región del mar de Bering entre 1983
y 2000. En aquella ocasión el calentamiento
del agua hizo desaparecer el plancton del
que estos cetáceos se alimentan, y,
con él, murieron también las
ballenas. El informe avisa que, de seguir
así la tendencia, las poblaciones de
cetáceos de agua caliente tenderán
a aumentar, mientras que las de agua fría,
desaparecerán poco a poco.
La CBI finaliza mañana
en Madeira (Portugal), tras una semana de
encuentros entre países defensores
y detractores de la caza de ballenas.
+ Más
WWF aplaude el avance sobre
cambio climático de la CBI, pero critica
la permisividad con Japón
26 Jun 2009 - Tras una semana
de negociaciones, la Comisión Ballenera
Internacional (CBI) ha adoptado una resolución
trascendental sobre cambio climático
en el último día de su reunión.
No obstante, WWF denuncia que no se ha avanzado
en asuntos que obstaculizan tradicionalmente
su progreso, como ocurre con la caza de ballenas
realizada por Japón bajo el pretexto
de la investigación científica.
Los países miembros
de la CBI acordaron ayer unánimemente
adoptar una resolución sobre cambio
climático, promovida por EEUU y Noruega.
Los 85 países han debatido durante
una semana los asuntos de mayor importancia
relacionados con las ballenas, aunque han
decidido posponer para finales de año
la mayor parte de las decisiones críticas.
La resolución plantea
el cambio climático como una de las
principales amenazas a la supervivencia de
las ballenas, y urge a los gobiernos a reducir
sus emisiones de carbono en la próxima
reunión sobre cambio climático
de la ONU, en el camino previo hacia Copenhague.
La doctora Susan Lieberman,
responsable del Programa de Especies de WWF
Internacional, explica: “Es un desarrollo
muy positivo que puede ayudar a que las próximas
negociaciones sobre cambio climático
tengan en cuenta su impacto en la preservación
de la biodiversidad”, y añade: “No
obstante, los miembros no se han puesto en
marcha para frenar la caza comercial de ballenas
fuera del control de la CBI, un problema fundamental
al que se debe dar una respuesta prioritaria.
Lamentablemente, a día de hoy, sigue
igual”.
Como ejemplo, los países
que conforman la CBI no han actuado en el
asunto de la ‘caza científica’ llevada
a cabo por Japón, un error que ha llevado
a la muerte a miles de ballenas, particularmente
en el Santuario Ballenero Antártico.
Bajo el disfraz de la investigación,
Japón ha continuado desafiando la moratoria
total a la caza establecida en 1986, con el
pretexto de que es necesario sacrificar estos
animales para responder a cuestiones científicas.
Aunque los países
miembros de la CBI no se han pronunciado en
muchos de los asuntos relacionados con la
caza de cetáceos, sí que se
han producido avances en otros asuntos clave,
que requieren una atención inmediata.
Entre ellos, destacan la protección
de las poblaciones de pequeños cetáceos,
como los delfines o las marsopas.
La publicación durante
la reunión del viernes del informe
de WWF ‘Pequeños cetáceos, las
ballenas olvidadas’ deja constancia de cómo
estos mamíferos encuentran la muerte
por causa de la polución, la pérdida
de hábitat, la caza o las redes de
pesca no selectivas. Sus problemas se ven
agravados, además, por la falta de
medidas de conservación, eclipsadas
por las grandes ballenas.
El apoyo a los pequeños
cetáceos llegó de la mano de
Australia. El ministro de medio ambiente de
este país, Peter Garret, ha anunciado
la donación de 300.000 euros para la
conservación y la protección
de los pequeños cetáceos. Al
mismo tiempo, se ha previsto un seminario
en el mes de noviembre para hacer frente a
los problemas de estas especies y su relación
directa con el cambio climático.
Como recuerda la doctora
Lieberman: “Es hora de que la CBI cumpla sus
compromisos y se dedique firmemente a la conservación
de todas las ballenas, grandes y pequeñas,
transformándose finalmente en una convención
del siglo XXI