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ACTIVISTAS RECLAMARON UN JUICIO JUSTO PARA LOS ACTIVISTAS JAPONESES PROCESADOS POR DENUNCIAR CAZA DE BALLENAS

Panorama Ambiental
Internacional
Febrero de 2010
 

10 febrero 2010 - Buenos Aires, Argentina — Miembros de la organización protestaron frente a la Embajada de Japón en Buenos Aires para exigir un juicio justo a dos activistas que están siendo perseguidos por el gobierno japonés por denunciar el contrabando de carne de ballenas.

Durante la demostración, una activista caracterizada como la justicia y vestida con kimono sostenía en los platillos de la balanza una lata de carne de ballena y la foto de los activistas procesados.

El próximo lunes 15 de febrero comenzará el juicio oral contra Junichi Sato y Toru Suzuki, dos activistas de Greenpeace que en 2008 fueron arrestados luego de denunciar públicamente los resultados de una investigación en la que se probaba que los integrantes de la flota ballenera traficaban carne de ballena. A pesar de haber entregado las pruebas a la policía y a los fiscales, la justicia japonesa procesó a los activistas y los acusó de haber robado la carne para venderla en el mercado negro.

Greenpeace reclama que se lleve a cabo un juicio justo, que respete los derechos humanos de los activistas y que se realice una investigación sobre el gobierno japonés para determinar si no encubrió este tipo de delito en el pasado.

“Se debe juzgar la caza de ballenas, no a quienes demuestran su ilegalidad”, manifestó Milko Schvartzman, coordinador de la Campaña de Océanos de Greenpeace Argentina, “Demandamos a la justicia de Japón un juicio justo y limpio, tal como se lo piden las Naciones Unidas y toda la comunidad internacional”.

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas dictaminó que el gobierno nipón ha violado diversas leyes internacionales sobre derechos humanos, al enjuiciar a dos y reconoció que el accionar gubernamental es prueba de la existencia de corrupción.(1)

“Con esta protesta intentamos hacer llegar nuestra voz a los oídos del pueblo y el gobierno japonés, para exigir un juicio justo a nuestros activistas y la finalización del programa de caza científica de ballenas impulsado por el gobierno”, concluyó Schvartzman.

Cada año, la flota ballenera japonesa se interna en el Santuario Ballenero Antártico para cazar un promedio de 700 ballenas en el marco del programa de caza científica japonés, que contradice todos los tratados de protección de cetáceos, suscriptos por la mayoría de los países del mundo.

Nota

(1) Dictamen del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: http://www.greenpeace.org/international/press/reports/opinion-of-the-unhrc

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Comenzó el juicio a los activistas detenidos por defender a las ballenas

15 febrero 2010 - Aomori, Japón — Después de casi dos años de la injustificada detención de Junichi Sato y Toru Suzuki por denunciar la corrupción en la industria ballenera, comenzó el juicio a los activistas.

El juicio se inició con la fiscalía luchando por demostrar sus propios argumentos y los testigos viéndose obligados a estar de acuerdo con la defensa en determinados puntos clave.

Aunque Japón sostiene que la caza de ballenas se realiza en concepto de "investigación científica", pagada con los impuestos de Japón, la matanza de las ballenas está en manos de una compañía comercial.

Un testigo de esta compañía y otro de la empresa de mensajería utilizada para transportar la carne contrabandeada en todo el país estaban en el tribunal para testificar acerca de la comercialización de la carne de ballena. Si bien la historia cambió levemente desde las declaraciones originales, algo se hizo evidente: nada tenía que ver con la "investigación científica".

Por otro lado, el jefe de ventas de Kyodo Senpaku - la empresa contratada por el Instituto de Investigación de Cetáceos del Gobierno para llevar adelante la flota ballenera - admitió en el interrogatorio que se entregaron "souvenirs" de carne de ballena a la tripulación. El costo de los mismos no fue contabilizado en las declaraciones financieras a pesar de que el programa de caza de ballenas es un proyecto financiado por el Gobierno. Previamente esta misma persona había realizado declaraciones públicas en la que insistía en que no existía una práctica de entregar carne de ballena a modo de "souvenir". También admitió bajo juramento que tras las denuncias de Greenpeace en 2008 los llamados "souvenirs" dejaron de entregarse a los oficiales de la flota.

La fiscalía también citó a declarar al gerente de la compañía de mensajería Transporte Seino, que transportaba las cajas de carne de ballena por el Japón en abril de 2008, tras el regreso de la flota del Santuario Ballenero Austral. En su testimonio confirmó que había pagado al propietario de la caja aproximadamente 30.000 yenes (300 dólares) de su propio bolsillo sin haber registrado nunca esa compra. También admitió que el propietario le había dicho que la caja contenía alimentos y no "cartón", tal como figuraba en la hoja de contenidos descriptos.

La decisión de empezar este proceso judicial y esta persecución política a los activistas fue tomada por el anterior gobierno japonés. El nuevo Gobierno puede enmendar la vergonzosa postura del anterior al asegurar un juicio justo que se adhiera a las normas jurídicas internacionales y al dictamen de la ONU. Además, debe volver a investigar las demandas originales realizadas por Junichi y Toru.

El Primer Ministro Hatoyama ya ha demostrado su liderazgo el diciembre pasado en Copenhague, donde se destacó por su apoyo a un justo y ambicioso pacto contra el cambio climático. Ahora tiene la oportunidad de ser visto como un líder mundial también en materia de derechos humanos, velando por que la corrupción sea llevada a juicio, en lugar de los hombres honorables que la exponen.

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Pídele al gobierno de Japón un juicio justo para los activistas japoneses

Estas conclusiones establecen que en diciembre de 2009 el CDH informó al gobierno japonés que los derechos humanos de los activistas Junichi Sato y Toru Suzuki habían sido violados por el sistema judicial de este país y concluyó que Sato y Suzuki “actuaron teniendo en cuenta que sus acciones estaban en el interés del público, en su intento de exponer la malversación de fondos de la industria ballenera financiada por los contribuyentes”.

El organismo reconoce que los activistas cooperaron voluntariamente con la policía y con el fiscal japonés, pero que esta cooperación no fue reconocida. Además, agrega que el gobierno no valoró información esencial para el caso como los detalles de las actividades que realizaban los activista, la investigación que llevaron a cabo, las pruebas que reunieron o la ayuda que dieron a las autoridades niponas para investigar sus denuncias.

Junichi y Toru actuaron en interés público para exponer un escándalo de corrupción en el programa de caza de ballenas, el cual es financiado por los contribuyentes. Ahora está claro que esto no es sólo la opinión de Greenpeace, sino también del órgano competente de las Naciones Unidas. Greenpeace espera que los tribunales japoneses tomen nota de esta opinión y juzguen el caso en consecuencia.

El Grupo de Trabajo agrega en sus conclusiones que “el derecho de estos dos activistas del medio ambiente a no ser privado arbitrariamente de su libertad, sus derechos a la libertad de opinión y de expresión y el ejercicio de actividades legítimas, así como su derecho a participar en actividades pacíficas sin intimidación o acoso no fue respetado el sistema de justicia japonés”.

Agrega que el gobierno “ha infringido los artículos 18,19 y 20 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y los artículos 18 y 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos” y que a Sato y Suzuki se les había negado el derecho a impugnar su detención ante un tribunal independiente e imparcial en un proceso justo, por lo que solicitó que el resto del juicio se realice de manera imparcial.

Cabe destacar que grupos globales de defensa de los derechos humanos tales como Amnistía Internacional y Transparencia Internacional han cuestionado desde el principio, la legitimidad de la acusación de Japón contra los Dos de Tokio.

Como fase previa a la audiencia de Sato y Suzuki, que se realizará el próximos lunes 15 de febrero; hoy inicia una semana de protestas en las embajadas japonesas en todo el mundo. Además, a fines de esta semana, Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace Internacional, viajará a Japón para observar el juicio contra los dos activistas de la organización ambientalista.

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Enfrentan un juicio por defender a las ballenas

17 febrero 2010 - Aomori, Japón — Este 15 de febrero, en Japón comenzó la primera parte del juicio contra los activistas Junichi Sato y Toru Suzuki que denunciaron la venta ilegal de carne procedente del Santuario Ballenero de la Antártida

Firma la ciberacción (en inglés) para exigir un juicio justo

Esta primera parte del juicio dejó en evidencia a la acusación, que difícilmente pudo probar sus propios argumentos y cuyos testigos se han visto obligados a darle la razón a la defensa de Junichi y Toru en los puntos clave.

Del mismo modo, se han contradecido en las declaraciones públicas realizadas con anterioridad en las que habían insistido en que “que no existía ninguna práctica de entregar como obsequio carne de ballena a los tripulantes de los balleneros”.

Ayer admitieron bajo juramento que, a raíz de las denuncias realizadas por Greenpeace en 2008, se ha dejado de realizar esta práctica.

"Es la primera vez que el Grupo de trabajo sobre la Detención Arbitraria del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas ha emitido una resolución de este tipo en Japón. Es algo sin precedentes. El fiscal debe tomar en cuenta que los derechos humanos de los activistas no se respetaron", dijo Alejandro Olivera, coordinador de la campaña de océanos y costas de Greenpeace México.

La acusación también llamó a declarar al gerente de la empresa de mensajería Seino Transport, la cual repartió las cajas con la carne de ballena en abril de 2008, una vez que la flota regresó del Santuario Ballenero de la Antártida. En su declaración, confirmó que pagó al propietario de la caja cerca de 30 mil yenes de su propio bolsillo y no registró el pago. También admitió que el propietario le había indicado que la caja contenía alimentos y no el “cartón” que figuraba en el albarán.

"Las pruebas acerca de la exposición de malversación de fondos de fondos públicos ha sido la misma durante los últimos 18 meses, sin embargo el relato ofrecido por los testigos, no resisten al escrutinio de un día. Es claro que la versión oficial de la verdad no puede ser de confianza y que la investigación originalmente iniciada por Junichi y Toru se debe de iniciar inmediatamente”, dijo Sarah Burton, directora adjunta de programas y abogada de Greenpeace Internacional, quien asistió al juicio en Aomori.
La fiscalía también cuestionó al administrador de correo del "Transporte Seino", empresa que enviara las cajas de carne de ballena por todo Japón en abril de 2008 una vez que la flota regresara del Santuario Ballenero Austral.

En su testimonio confirmó que había pagado al propietario de la caja de carne de ballena cerca de 300 dólares de su propio bolsillo, y no registró este pago. También admitió que el propietario le había dicho que la caja contenía alimentos y no el "cartón" que aparece como descripción en la hoja del contenido.

"Este juicio no se trata sólo de una caja de carne de ballena, es el respeto a los derechos humanos, de defender el derecho internacional y tener la libertad para llevar a cabo las investigaciones legítimas de interés público ", añadió el Dr. Kumi Naidoo, Director Ejecutivo de Greenpeace Internacional.


 

Fuente: Greenpeace – Internacional
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