Panamá 26 de febrero
de 2010.- Un perezoso (Choloepus-hoffmanni)
de dos garras, que se encontraba en un establecimiento
comercial de Los Pueblos, corregimiento de
Juan Díaz, fue rescatado por funcionarios
de la Dirección de Áreas Protegidas
y Vida Silvestre de la Autoridad Nacional
del Ambiente (ANAM).
Una llamada de de empleados
de Furniture Place, en el área comercial,
puso en alerta al establecimiento por encia
del animal, que se encontraba debajo de uno
de sus camiones de reparto.
José Antonio González,
del departamento de Rescate y Vida Silvestre
de la ANAM, indicó que el mamífero
es un adulto de aproximadamente 15 libras,
y se encontraba en perfecto estado.
El perezoso será
reubicado en el Parque Nacional Camino de
Cruces, área de la capital que mantiene
muchos árboles de guarumo, cuyas hojas
son preferidas por este cuadrúpedo.
Estos animales son cautelosos,
silenciosos, discretos, respetuosos y pacíficos,
además de resultar vitales para la
salud de los ecosistemas.
El perezoso de dos garras
pasa la mayor parte del tiempo en árboles,
aunque pueden viajar por el suelo para llegar
a otro árbol y son excelentes nadadores.
Son estrictamente nocturnos y se mueven lentamente
sobre la cubierta en la noche para mascar
hojas.
Esta especie también pasa la mayor
parte del día dormitando entre las
ramas de los árboles, casi invisible
para cualquier observador aunque le tenga
delante.
Lo cierto es que la diferencia
cuando está durmiendo y cuando se está
moviendo es prácticamente nula, puesto
que si decide ponerse en marcha para alimentarse
o cambiarse de rama lo hace con tal lentitud
que para un observador sería como sentarse
a ver crecer una planta.
Se alimenta de vegetales,
brotes y hojas tiernas que coge directamente
con la boca y mastica, también, con
extraordinaria lentitud.
Todo esto podría hacernos pensar que
se trata de un animal débil y desvalido
y nada más lejos de la realidad. Es
muy resistente a las agresiones y las heridas
y soporta los rigores del hambre y la sed.
Sus pautas de comportamiento
aunque extrañas, son muy eficaces,
puesto que no están dirigidas a repeler
o impedir con la huida una posible agresión,
sino a evitar que ésta se produzca
sencillamente porque no le ven.
Los perezosos tienen una
sola cría que en sus primeros días
permanece pegada al cuerpo de su madre, que
a partir de las seis semanas de edad comienza
a tratarlos con cierto desdén.
El perezoso puede girar
su cabeza casi trescientos sesenta grados
y tiene los pelos parasitados por un liquen
de color verdoso que le ayuda en su perfecto
camuflaje.