Posted on 01 mayo 2010
Vertido del Prestige, Galicia 2002
De nuevo, el petróleo es protagonista
de la que con toda probabilidad será
una de las mayores catástrofes ambientales
en el medio marino. Las imágenes de
petróleo ardiendo en las aguas nos
recuerdan, una vez más, los enormes
riesgos de la explotación de petróleo
y gas para el medio ambiente y el bienestar
económico de las regiones costeras
mientras que los satélites nos muestran
con claridad estremecedora
cómo la mancha provocada tras la explosión
de una plataforma petrolífera frente
al Golfo de México llega a las costas
estadounidenses.
Nadie puede calcular la
magnitud del desastre, pero sin duda estamos
ante una situación crítica que
contaminará zonas de un extraordinario
valor ambiental durante décadas. Veremos
cómo evoluciona en los próximos
días y semanas. La petrolera BP, que
gestiona la plataforma, ha anunciado que se
hará responsable de la limpieza y que
pagará las reclamaciones de las personas
afectadas, pero ¿quién cuantificará
el valor de los ecosistemas afectados y quién
pagará por estos daños?
Mientras tanto, es inevitable
pensar que el impacto ambiental sería
incluso mucho mayor si este vertido hubiera
tenido lugar en el remoto entorno del Ártico,
donde la severidad de las tormentas y el grosor
del hielo imposibilitarían la respuesta
a un vertido, aunque fuera de menor magnitud.
Por ello, el plan anunciado por Obama el pasado
mes de marzo que abre las puertas a nuevas
prospecciones no sólo en el Golfo de
México sino en la costa atlántica
estadounidense y en Alaska disparó
todas las alarmas. Ahora parece que, en el
fragor de la respuesta a este desastre, la
Casa Blanca anuncia la congelación
de esos planes.
Esperemos que sea así,
y que se retiren los permisos de explotación
petrolífera en el Ártico previstos
para julio de este año, aún
pendientes de la aprobación del informe
de impacto ambiental. Aún más,
el accidente de esta plataforma debería
suponer de forma inmediata la paralización
de la explotación de gas y petróleo
en las aguas del Ártico. Y la cancelación
de las licencias de explotación en
los mares Beaufort y Chukchi, que fueron aprobadas
durante la administración Bush.
Han pasado más de
dos décadas desde que se produjo la
catástrofe del Exxon Valdez, que liberó
40 millones de litros de petróleo en
las aguas cristalinas del golfo del Príncipe
Guillermo (Alaska, EEUU), acabando con la
vida de millones de animales marinos y aves.
Los efectos devastadores de esta catástrofe
continúan dejándose sentir hasta
hoy.
¿Cuándo vamos
a aprender la lección? ¿Va a
replantearse Obama de una vez por todas la
adicción de Estados Unidos al petróleo
y poner en marcha de verdad un nuevo modelo
energético que minimice estos riesgos?
+ Más
El desastre del Golfo de
México confirma los riesgos de las
plataformas petrolíferas en el mar
Posted on 04 mayo 2010
Vertido del Golfo de Méjico
A este ritmo, se superará el vertido
del Exxon Valdez esta semana
Las recientes catástrofes
en plataformas petrolíferas y los escapes
de petróleo, incluyendo el desastre
del Deepwater Horizon en el Golfo de México,
muestran la necesidad mundial de cambiar hacia
un modelo energético más limpio
y más seguro, según ha señalado
hoy la organización WWF.
WWF insiste en que si se
quiere extraer petróleo y gas en aguas
cada vez más profundas y lugares más
inaccesibles habría que tener en cuenta
los riesgos que conlleva entrar en territorios
donde existe una mayor probabilidad de accidentes
con consecuencias ambientales mucho más
graves.
“En el Golfo de México,
las infraestructuras petroleras son las más
desarrolladas del Planeta, con acceso a los
métodos tecnológicamente más
avanzados para responder al vertido. Esto
ofrece el mejor escenario posible para hacer
frente a un desastre de esta magnitud”, apunta
William Eichbaum, portavoz de WWF EEUU. Y
continúa: “Sin embargo, a pesar de
todo, la crisis empeorará y nos enfrentaremos
a la peor catástrofe de petróleo
ocurrida hasta el momento”.
Se estima que entre 400
y 600 especies están amenazadas por
el fuel que se escapa de la plataforma y que
está llegando a la costa de Louisiana.
En estos momentos, la zona se encuentra en
una de las épocas más críticas
para que sucedan este tipo de catástrofes
debido a la migración de aves. Además,
el área es vital como punto de invernada
y de descanso para casi las tres cuartas partes
de las aves acuáticas. A esto se suma
que es el periodo más importante de
nidificación, con los primeros pollos
volando hacia las marismas.
Asimismo, es una región
crítica para la freza del atún
rojo que está regresando a la zona
para su temporada de reproducción.
Las consecuencias del vertido son imprevisibles
para esta especie en peligro. Igualmente,
están bajo amenaza las principales
industrias de marisco de EEUU, que supone
aproximadamente la mitad de la gamba desembarcada
en EEUU y el 40% de sus ostras, ahora también
reproduciéndose.
“La devastación ecológica
y económica que se extiende por el
Golfo de México debería hacernos
reflexionar sobre la exploración de
petróleo en alta mar y sobre su producción
que, de hecho, es profundamente arriesgada.
Los gobiernos deberían sopesar dos
veces su decisión de desarrollar estas
actividades en aguas cada vez, si cabe, más
peligrosas”, subraya el Director General de
WWF Internacional, James Leape.
Las compañías
petroleras están subestimando los riesgos
asociados a su actividad, especialmente en
las zonas más profundas de nuestros
océanos y en las zonas de mayor sensibilidad
ambiental. WWF ha destacado cómo las
evaluaciones de impacto ambiental y los planes
de contingencia para la explotación
petrolera del inhóspito mar de Chukchi,
en Alaska, desestiman los riesgos de vertido
como “insignificantes” y rehúsan analizar
potenciales riesgos o planes de respuesta.
El petróleo es muy
tóxico para el medio ambiente marino
y costero, y sus impactos en la fauna silvestre
pueden persistir durante décadas. Todavía
puede encontrarse petróleo y verse
los daños infligidos por el peor vertido
en los océanos de EEUU, el desastre
del Exxon Valdez que tuvo lugar en 1989. Se
calcula que el Deep Horizon está perdiendo
5.000 barriles de petróleo al día,
lo que sobrepasará la cantidad del
Exxon Valdez esta semana.
A finales de 2009, WWF participó
en la evaluación de los riesgos e impactos
ambientales del vertido que causó la
exploración de Montara en el mar de
Timor, un brazo del océano Índico.
Aunque supuso una décima
parte del actual desastre del Golfo de México
(se estimaron unos 400 barriles al día,
frente a los actuales 5.000) y de que tuvo
lugar en aguas menos profundas (90 metros,
frente a 1.500), se necesitaron cuatro intentos
y 73 días para taponarlo.
El vertido se extendió
por el mar y los arrecifes a lo largo de 90.000
km2 y afectó a las aguas indonesias,
así como al Triángulo de Coral,
un área prioritaria para WWF.
Igual que el Golfo de México,
la zona afectada por el accidente de Montara
daba cobijo a ballenas, delfines, área
de reproducción de atún, tortugas
y aves marinas.
“El precio real que pagará
la fauna no se sabrá nunca”, afirma
la Directora de Conservación de WWF
Australia, Gilly Llewelyn, quién viajó
al mar de Timor para evaluar la información
oficial y la suministrada por parte de la
compañía durante el vertido.
Y prosigue: “Simplemente no se hizo el suficiente
esfuerzo para calcular el impacto total del
vertido. Pero creemos que había miles,
sino decenas de miles, de criaturas marinas,
como aves, ballenas y delfines, afectadas
que habrían estado en contacto con
el petróleo”.
La Dra. Llewellyn, una científica
marina también familiarizada con el
Golfo de México, apuntó que
la riqueza biológica de la costa de
Louisiana es fruto de una complejidad de ecosistemas
que mezclan islas con fondos arenosos formando
barreras y marismas fangosas.
”Se puede limpiar la arena,
pero no se puede limpiar el limo”, concluye.
“Si el petróleo llega a las zonas más
fangosas, los efectos podrían ser desastrosos
y muy duraderos”.
+ Más
Ecologistas en acción
y WWF recuerdan que el veneno sigue asolando
el valle del Tiétar
Posted on 10 mayo 2010
Proyecto WWF contra el veneno
Nuevos casos de envenenamiento en fincas reincidentes
truncan la recuperación del águila
imperial en el valle del Tiétar y ponen
en evidencia la falta de actuaciones eficaces
contra el veneno en una de las comarcas naturales
más importantes de Castilla-La Mancha.
WWF y Ecologistas en Acción
han recopilado información de, al menos,
6 nuevos casos de posible uso del veneno detectados
en los últimos seis meses en el valle
del Tiétar. En el más grave
de ellos, en Oropesa, murieron el pasado mes
de diciembre siete buitres leonados.
Por otra parte, el veneno
se encuentra, con toda probabilidad, detrás
de la desaparición de las parejas de
águila imperial de la vertiente toledana
del valle del Tiétar. A pesar de que
a partir de 2005 se inició una incipiente
recuperación de la especie en este
área, tras la ausencia de estas tres
parejas, en la actualidad el águila
imperial no se reproduce en la zona.
En las últimas décadas
el águila imperial del valle del Tiétar
muestra signos de estar fuertemente amenazada,
casi desaparecida, sin seguir la senda de
la recuperación que disfrutan otras
poblaciones de la especie en el resto de su
área de distribución. Sólo
una fuerte presión directa, como la
que provoca el veneno, explica que no se recupere
la más amenazada de nuestras águilas
en una zona que es idónea por su abundancia
de espacios forestales y de conejo.
Otras especies que están
desapareciendo del valle del Tiétar
son los milanos, el real y el negro. Otras
han visto fuertemente mermadas sus poblaciones,
como el buitre negro, el buitre leonado, el
águila ratonera o la gineta. Tampoco
frecuentan este territorio como lo hacían
en otros tiempos, especies como el alimoche
o el águila perdicera.
WWF y Ecologistas en Acción
consideran que la Dirección General
de Política Forestal no aplica en el
valle del Tiétar las medidas contempladas
en el Plan contra el Veneno de Castilla-La
Mancha lo que demuestra su mal funcionamiento.
Por este motivo, van a solicitar una reunión
urgente para exponer sus propuestas al Director
General de Política Forestal y al Director
del Organismo Autónomo de Espacios
Naturales (OAEN).
La falta de vigilancia,
la escasa investigación de los casos,
la lentitud de los análisis o la falta
de reacción sancionadora de la Junta
de Castilla-La Mancha son algunos de los puntos
que se quieren poner sobre la mesa. También
se echan en falta iniciativas para llegar
a acuerdos de custodia del territorio en áreas
críticas, como el valle del Tiétar,
donde es urgente conseguir una gestión
de la caza y la ganadería compatible
con la conservación de especies amenazadas.