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- junio 1, 2010
Después de casi
mes y medio de estar contaminando las aguas
del Golfo de México con el vertido
de entre 1.9 y tres millones de litros de
petróleo al día y luego de varios
intentos fallidos por detener el derrame del
crudo, ahora la compañía petrolera
British Petroleum (BP) se concentra en lo
que en verdad le preocupa e invierte sus recursos
en la contratación de personal y firmas
especializadas en la limpieza... de su imagen.
Zoom Activistas de Greenpeace
sostienen una manta con el mensaje en inglés:
"Beyond Petroleum?"
De acuerdo con información difundida
por la agencia Reuters, la compañía
responsable del derrame contrató a
una ex funcionaría del Departamento
de Energía (DOE, en inglés)
de Estados Unidos para apuntalar su campaña
mediática y con ello tratar de limpiar
su imagen.
Anne Kolton, ex directora de asuntos públicos
del DOE será a partir de esta semana
la responsable de las relaciones con la prensa,
informó Andrew Gowers, director del
grupo de medios de BP. Asimismo, también
contrató a la firma de relaciones públicas
y de gobierno Brunswick Group.
En tanto, la mancha negra
sigue sin control y sus impactos sobre los
ecosistemas marino y costero no habrá
manera de que desaparezcan con campañas
publicitarias; tampoco podrán ser compensados
con indemnizaciones monetarias.
BP también comienza
a recibir reclamos ahora por los montos pagados
como compensación a los afectados en
Luisiana por el derrame. Hasta el domingo
la petrolera tenía 26 mil quejas de
pescadores, guías de pesca y otros
que aseguran haber perdido sus ingresos por
la marea negra y han recibido menos de los
5 mil dólares que se les prometieron
y, que afirman, no son suficientes para sobrevivir.
Las afectaciones al ecosistema
aún están siendo evaluados.
El procurador general estadunidense Eric Holder
inspeccionó el daño causado
por el derrame y se reunirá con fiscales
federales y procuradores estatales quienes
realizarán una investigación
sobre la explosión de la plataforma
petrolera Deepwater Horizon.
+ Más
En Bonn, exigen a gobiernos
acordar bajas sustanciales de CO2
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- junio 2, 2010
Al iniciar la conferencia de Bonn sobre cambio
climático, Greenpeace alertó
a los 182 países asistentes que si
los gobiernos del mundo no acuerdan reducciones
más grandes de gases de efecto invernadero
(GEI) para antes de 2020, evitar el caos climático
sin causar un colapso económico será
prácticamente imposible.
La conferencia de Bonn es la mayor reunión
internacional sobre cambio climático,
desde que la cumbre de Copenhague en diciembre
pasado donde no se logró un nuevo pacto
para salvar el clima. El objetivo en Bonn
es recoger los temas que no se resolvieron
y en los que se debe avanzar para lograr un
acuerdo global, ambicioso, vinculante, obligatorio.
Greenpeace participa en
un evento paralelo a la reunión de
Bonn, donde se reunen expertos en cambio climático,
representantes de Corea del Sur y Micronesia,
para delinear lo que los ambientalistas llaman
la “brecha de gigatoneladas”, que es la enorme
diferencia que existe entre lo que los gobiernos
prometieron en la pasada cumbre de Copenhague
sobre cambio climático y lo que realmente
se requiere para evitar un cambio climático
fuera de control.
Los científicos calculan
que si queremos reducir a 25 por ciento el
riesgo de llegar a un aumento de 2 grados
en la temperatura global, sólo podrían
emitirse a la atmósfera 1,500 gigatoneladas
(GTon) de emisiones de dióxido de carbono
equivalente (CO2e) entre los años 2000
y 2050. Sin embargo, del año 2000 y
2010 se han emitido entre 45 y 47 GTon de
carbono equivalente cada año, es decir
un tercio del límite de emisiones marcadas
por los científicos para la mitad de
este siglo.
Hay que recordar que una
gigatonelada de CO2e equivale a mil millones
de toneladas; para darnos una idea, esta cantidad
equivale a 19 veces lo que emitió EUA
del año 1900 al 2000.
Los compromisos voluntarios
hechos por los países desde Copenhague,
y que son parte del llamado Acuerdo de Copenhague,
no permitirán mantener el aumento de
la temperatura por debajo de los 2 grados,
y menos aún debajo de los 1.5 grados,
como reclaman más de 100 países
en desarrollo; por el contrario, llevarán
al mundo a un calentamiento de más
de 3 grados por arriba de los niveles pre-industriales,
aumentando el riesgo de alcanzar puntos de
no retorno, como el colapso de las placas
de hielo de Groenlandia.
Si los gobiernos dejan para después
del 2020 la reducción más ambiciosa
de emisiones, será imposible estabilizar
el aumento de la temperatura debajo de los
2 grados porque:
•el retraso requerirá
de reducciones más agresivas y rápidas
que tendrán también mayores
impactos socio-económicos,
•el retraso permitirá, por ejemplo,
que los gigantes de la energía construyan
más plantas de carbón. Más
de la mitad de la capacidad para el suministro
energético del 2020, aún está
por construirse.
Algunas de las soluciones que Greenpeace propone
incluyen:
que los países industrializados adopten
una meta incondicional de reducción
de emisiones de GEI del 30 por ciento para
2020 (encaminándose al 40 por ciento);
•que los gobiernos no pretendan
estafar a la sociedad mediante reducciones
difíciles de medir, bajo el Protocolo
de Kyoto, como el “aire caliente” o las emisiones
procedentes del cambio de uso de suelo o de
la silvicultura;
•los países en desarrollo deberían
hacer más de lo que han prometido;
•acabar con la deforestación, principalmente
en zonas tropicales.
+ Más
Se hacen ácidos los
océanos
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- junio 3, 2010
Greenpeace está en el Ártico
y hoy fue testigo de un experimento revolucionario,
y el más grande en su tipo, para medir
la acidificación del océano,
es decir, los cambios en la alcalinidad de
las aguas marinas y sus efectos en la biodiversidad
por el aumento del bióxido de carbono
(CO2).
La investigación pretende conocer cuáles
son los daños que puede sufrir la vida
marina con diversas concentraciones de CO2
y está a cargo del Instituto de investigaciones
marinas de Leibniz en Alemania (IFM-GOEMAR,
por sus siglas en alemán).
El experimento se realiza
en en el fiordo de Kongsfjord, cerca de la
base científica de Ny-Ålesund
en el archipiélago de Svalbard, a mil
200 kilómetros del polo norte. Para
realizarlo, Greenpeace transportó en
su barco Esperanza nueve mesocosmos, que son
como tubos de ensayo gigantes en los que se
recrearán los efectos futuros sobre
la acidificación de los océanos
en el ecosistema marino. La tripulación
del Esperanza ha colaborado con los científicos
de IFM-GEOMAR para la instar y preparar los
mesocosmos.
Los efectos de la acidificación
se están reflejando ya en todos los
océanos, pero el bióxido de
carbono es absorbido con mayor rapidez en
el Ártico que en aguas más cálidas.
Desde la revolución industrial, el
CO2 comenzó a emitirse en mayor cantidad
y las aguas alcalinas de los océanos
se volvieron más ácidas provocando
que la supervivencia sea más difícil
para todos los organismos marinos. Esto afecta
principalmente a las especies que necesitan
formar una estructura calcárea en sus
cuerpos como los corales, moluscos, plancton
y otros organismos que juegan un papel importante
en la red trófica, al ser un alimento
de vital importancia para peces, aves, mamíferos
marinos, e inclusive humanos.
De acuerdo con el profesor
Ulf Riebesell de IFM-GEOMAR, líder
del proyecto, los océanos ya se han
acidificado en un 30 por ciento. Si continúanos
emitiendo bióxido de carbono a la misma
tasa, la acidificación se podría
incrementar en un 100 por ciento antes del
que termine este siglo. Esto es mucho más
de lo que los organismos marinos han experimentado
por lo menos desde hace 20 millones de años.
El experimento de acidificación
del océano concluirá a finales
de julio, en tanto, Greenpeace continuará
con la expedición “el Ártico
bajo presión” a bordo del barco Esperanza
durante el verano boreal, para exponer y documentar
otras amenazas para la vida silvestre y el
medio ambiente en el océano glacial
ártico, como el derretimiento del hielo
marino debido al cambio climático y
la expansión de las pesquerías
a nuevas zonas que anteriormente estaban protegidas
con el hielo marino.