En esta página Reportaje
- agosto 5, 2010
Por primera vez, el editorial de la revista
científica Nature cuestionó
el papel que la ciencia está jugando
para garantizar la producción
de alimentos en el planeta, frente al acelerado
incremento de la población mundial,
de 6,8 millones en la actualidad a 9,1 millones
en 2050, y los cada vez menos equitativos
ingresos económicos por familia, sobre
todo en los países en desarrollo.
El aumento de rendimiento sostenible - con
ayuda de menos agua, fertilizantes y pesticidas;
que favorezca una agricultura ecológica
basada en la biodiversidad - va a ser una
parte crucial de la solución.
Nature explicó que
la crisis alimentaria del año 2008,
que aumentó a 100 millones el número
de personas con hambre en el planeta, no fue
tanto el resultado de una baja alarmante en
la producción de alimentos, sino un
tema vinculado a la volatilidad del mercado
-con causas que van mucho más allá
de la oferta y de la demanda-.
La revista científica
señaló que la economía
puede dañar la disponibilidad de alimentos
de diversas maneras y puso como ejemplo a
los países de la Organización
de Cooperación y Desarrollo Económico
(OCDE), que subsidian a sus agricultores con
alrededor de un billón de dólares
al día, esto genera dificultades enormes
para que los campesinos de países en
desarrollo encuentren un lugar en los mercados
mundiales.
A pesar de las posturas
de sus defensores, para Nature los cultivos
genéticamente modificados (OGM) no
son la panacea para resolver el problema mundial
del hambre y agrega que son irrelevantes para
los países pobres. La publicación
agrega que exagerar los supuestos beneficios
de los OGM sólo puede aumentar la desconfianza
del público e incrementar las preocupaciones
acerca de la privatización y monopolización
de la agricultura.
"La revista científica
Nature demuestra una vez más que el
hambre es un problema de distribución,
falta de acceso a la tierra y a los recursos
para hacerla producir; no es un problema de
carencia de alimentos. El problema real es
que son demasiadas las personas que no tienen
suficientes ingresos para comprar comida y
cada vez son menos las personas que producen
sus propios alimentos. Estos problemas no
se resolverán con la introducción
de las semillas transgénicas, al contrario,
los cultivos transgénicos pueden agravar
el problema del hambre y el endeudamiento
de los pequeños productores, porque
requieren de inversiones mayores en semillas
caras y grandes cantidades de agrotóxicos”,
declaró Aleira Lara coordinadora de
la campaña de agricultura sustentable
y transgénicos de Greenpeace.
“Es urgente incentivar la
investigación de alternativas orgánicas
y sustentables, que garanticen la seguridad,
la soberanía alimentaría para
todos y que protejan al medio ambiente”, concluyó
Lara.
Fuente:
Nature, Volume: 466. Pp.
531–532. 29 July 2010. http://www.nature.com/nature/journal/v466/n7306/full/466531a.html.
Información tomada el día 4
de Agosto del 2010 a las 11:26 hrs.
Hacen guacamole los bosques en Michoacán
En esta página Reportaje - agosto 5,
2010
En Michoacán, la falta de coherencia
entre las políticas públicas
vinculadas al uso de suelo y los recursos
forestales está permitiendo la transformación
de los ecosistemas de la zona en monocultivos
de aguacate, es decir, está convirtiendo
los bosques en guacamole.
Los datos existentes sobre
la acelerada deforestación en la entidad
dan cuenta del criterio mercantil sobre el
uso de la tierra: en los 11 municipios donde
se concentra 95 por ciento de la región
productora de aguacate, se perdió,
de 11000 a la fecha, casi 40 por ciento de
los bosques de pino y encino a una tasa del
3 por ciento anual, tan sólo en la
franja de 1,200 y 2,500 metros sobre el nivel
del mar.
En 1968, la superficie total
dedicada al cultivo del aguacate en Michoacán
comprendía 13,350 ha. Esta superficie
aumentó en más de 170 por ciento
para 1975 (23,000 ha); 250 por ciento más
para 1980 (58,800 ha); 130 por ciento para
el año 2000 (78,500 ha) y 110 por ciento
en los 6 años siguientes (86,500 ha
hasta el 2006). Es decir que desde 1968, y
sin contar las miles de hectáreas de
bosques que desde 2006 a la fecha han sido
transformadas, la superficie en que se cultiva
este fruto en la región ha aumentado
cuando menos en casi 650 por ciento.
La falta de coherencia y
coordinación entre las dependencias
involucradas en los sectores agropecuario
y forestal, la Procuraduría Agraria,
el Registro Agrario Nacional, la Comisión
Nacional Forestal, la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente,
ha impulsado el cambio de uso del suelo y
el mercado ilegal de tierras forestales, toda
vez que no hay registro de ninguna autorización
de cambio de uso del suelo con fines agrícolas
en la zona desde 1980 (3). Es decir, las plantaciones
aguacateras han avanzado sobre los bosques
al amparo de la falta de una política
forestal clara, la burocracia, los vacíos,
la multiplicidad de dependencias y la ilegalidad.
La acelerada deforestación
provocada por la sustitución de bosques
para sembrar huertas de aguacate es todavía
más preocupante en un contexto de cambio
climático. De acuerdo con un estudio
realizado por investigadoras de la UNAM, un
aumento de la temperatura global de 2 °C
en promedio y una disminución de 10
por ciento en la precipitación, pueden
ocasionar cambios en el 50 por ciento del
territorio mexicano, a tal magnitud que la
vegetación de zonas templadas, como
los bosques de pinos y encinos, se verían
seriamente afectados provocando una reducción
en su distribución y podrían
ser desplazados por otro tipos de vegetación
que toleran condiciones ambientales más
áridas.
Si en esta proyección
se considera que los bosques deteriorados
y fragmentados son más vulnerables
al cambio climático, entre 60 y 70
por ciento de los bosques templados se podrían
ver afectados en el futuro. Esto a su vez
provoca una especie de círculo vicioso:
la deforestación por un lado aumenta
la emisión de CO2 a la atmósfera,
este aumento en la concentración de
CO2 incrementa y acelera los cambios en el
régimen climático, aumentando
la frecuencia e intensidad de eventos climáticos
extremos (sequías e incendios) que
ponen en riesgo a los bosques templados. Si
se piensa esto en el contexto de deforestación
que afecta en la actualidad a los bosques
de Michoacán, la situación es
alarmante.
Además, la acelerada
pérdida de bosques en Michoacán
puede tener otras graves repercusiones para
la población del estado, resultantes
de la pérdida de la biodiversidad que
albergan, de los importantes recursos biológicos
que proveen, así como de muchos otros
servicios como la captura, retención
y distribución del agua, y la retención
del suelo, que previene deslaves e inundaciones.
A pesar del interés
que el presidente Felipe Calderón ha
mostrado en las discusiones a nivel nacional
e internacional por el tema ambiental, la
política del gobierno mexicano está
centrada en el fomento a la reforestación
y el establecimiento de plantaciones forestales
comerciales, es decir, falsas soluciones como
la principal vía para hacer frente
a la deforestación y al cambio climático.
Aunque Calderón asegure
que se ha hecho un esfuerzo sin precedente
del cual se siente orgulloso y de haber recibido,
en 2008, el Certificado Global de Liderazgo
en Materia Ambiental, México sigue
siendo uno de los 5 países a nivel
mundial que más rápidamente
pierde sus bosques y selvas.