Publicado el
22 agosto 2013 | Desde que el ser humano comenzó
a domesticar el ganado, ha contado con un aliado
natural para deshacerse de los cadáveres
de sus animales. Cuando a un pastor se le moría
una oveja o una cabra, no tenía más
que abandonarla en el campo para que la naturaleza
hiciese su trabajo: las aves carroñeras,
como los buitres o los milanos, se ocuparían
de hacerla desaparecer en cuestión de
horas o incluso minutos.
Pero hace algo
más de una década, la crisis de
las vacas locas acabó con esta simbiosis
milenaria entre aves carroñeras y pastores.
Un problema creado por la ganadería industrial
acabó afectando a las prácticas
ganaderas extensivas y respetuosas con el medio.
La preocupación por la enfermedad llevó
a la Unión Europea a publicar en 2002
un reglamento para regular el destino de los
subproductos animales no dirigidos al consumo
humano, que obligaba a los ganaderos a acogerse
a un sistema para recoger los cadáveres
del ganado. En ciertos casos, las carroñas
podían dejarse en puntos de la red de
muladares –una red bastante deficiente en muchos
lugares- para la alimentación de las
aves necrófagas, pero normalmente el
destino era la incineración.
Esta nueva situación
perjudicaba a los pastores, que tuvieron que
empezar a pagar por un servicio que la naturaleza
hacía gratis, una importante carga adicional
para un sector que ya pasa por tiempos difíciles.
También fue un golpe duro para las aves
necrófagas, que tenían mucho menos
alimento disponible en el campo. “La escasez
de alimentos ha llevado a las aves, principalmente
los buitres, a modificar su comportamiento natural
en la búsqueda de alimento, y se han
multiplicado los conflictos con ganaderos”,
explica la técnico del programa de especies
de WWF España, Gema Rodríguez.
Además,
el nuevo modelo de alimentación en muladares,
que eliminaba el azar de la búsqueda
de recursos –las carroñas aparecen en
un lugar concreto y predecible, en vez de en
cualquier punto del campo, como antes- ha perjudicado
a aves como el alimoche frente a la feroz competencia
de los buitres leonados. Un estudio publicado
por investigadores del CSIC en marzo de 2013
reveló que los muladares actúan
como “trampas ecológicas” que perjudican
la coexistencia de las aves carroñeras.
Según los investigadores, “la normativa
sanitaria debe permitir que las carroñas
de ganado extensivo y de ungulados salvajes
queden en la naturaleza de modo impredecible,
tal y como ha ocurrido durante siglos en los
sistemas agroganaderos mediterráneos”.
Por suerte, reconociendo
la importancia de la práctica tradicional
de abandonar animales muertos en el campo para
la alimentación de las aves y otros animales
carroñeros, en 2009 la UE aprobó
una normativa –traspuesta a la legislación
nacional en noviembre de 2011- para volver a
permitir a los ganaderos extensivos abandonar
las carroñas de sus animales en el campo.
Poco a poco las Comunidades Autónomas
–de momento 7 de las 17- van aplicando la nueva
norma en sus legislaciones autonómicas.
La última ha sido Castilla y León,
una región de gran importancia para las
aves carroñeras. En Segovia está
el Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega
de WWF, que alberga la mayor colonia europea
de buitre leonado y donde cría una de
las principales poblaciones de alimoche en España.
Para ofrecer información a los pastores
de la zona sobre el nuevo decreto en Castilla
y León y sobre los procedimientos que
tienen que seguir para conseguir la autorización
para volver a dejar carroña en el campo,
WWF convocó ayer una jornada en la casa
del parque de Montejo, que contó con
la presencia de una treintena de ganaderos y
de la Jefe de Sección de Espacios Naturales
y Especies Protegidas de la Consejería
de Fomento y Medio Ambiente de la Junta, Elena
Hernández.
Los ganaderos
estaban encantados con el nuevo decreto que
les permite dejar los cadáveres en el
campo “como se ha hecho toda la vida”, nos dijo
Víctor, un pastor de ovejas de Fuentelcésped.
Además del ahorro, coinciden en que el
método tradicional para deshacerse de
los cadáveres es mucho más limpio.
“Lo que se hace ahora con el sistema de recogida
es muy artificial y rompe la cadena alimentaria.
Además, cuando el camión de recogida
de cadáveres va de explotación
en explotación es un auténtico
peligro para la propagación de enfermedades
a nuestros animales”, nos contó Yoli,
una joven pastora de cabras de Fuentenebro.
Con el nuevo
decreto, se hará una estimación
de cuánto alimento necesitan las poblaciones
de aves necrófagas, y los ganaderos autorizados
a dejar carroñas podrán hacerlo
en las “Zonas de Protección para la Alimentación
de Especies Necrófagas de Interés
Comunitario (ZPAEN)”, que en el caso de Castilla
y León ocupan una gran parte del territorio
–incluida toda la provincia de Segovia.
La aprobación
del decreto es sin duda una buena noticia para
la conservación de especies amenazadas
como el alimoche, el buitre negro o el milano
real. Es ahora el turno de las Comunidades Autónomas
que aún no han aplicado en su legislación
el real decreto aprobado por el Consejo de Ministros
hace ya casi dos años. “Es incomprensible
que regiones tan importantes para las aves carroñeras
y ciertos carnívoros como Extremadura,
Aragón, Navarra o Asturias aún
no hayan puesto en práctica la nueva
normativa. Las aves y los pastores están
a la espera”, concluye Gema Rodríguez.
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Nace una cría
de elefante de Sumatra dentro del “Escuadrón
Elefante de Rescate”
Publicado el
25 agosto 2013 | Una cría de elefante
de Sumatra, en peligro crítico de extinción,
ha nacido en el Parque Nacional Tesso Nilo de
Indonesia. Su madre es parte de un equipo de
élite, llamado “Escuadrón Elefante
de Rescate” –elephant Flying Squad, en inglés-,
que ayuda a evitar conflictos entre las comunidades
locales y los elefantes salvajes. Es el cuarto
nacimiento dentro del escuadrón desde
su creación en 2004 por WWF y el Ministerio
de Bosques de Indonesia. La madre de la cría
tiene 35 años y estuvo preñada
durante 20 meses antes de dar a luz al bebé
de 90 kilos
El “Escuadrón
Elefante de Rescate” está formado por
cuatro elefantes de Sumatra adultos y ocho entrenadores
llamados mahouts. Su misión consiste
en devolver los elefantes a la selva cuando
se extravían hasta aldeas cercanas o
granjas. Al reducirse el hábitat de los
elefantes, los animales son más propensos
a acudir a los cultivos para conseguir comida.
El conflicto
entre humanos y elefantes es una amenaza para
la seguridad de las personas que viven alrededor
del parque nacional, y también para los
elefantes que viven allí. Tan sólo
en este año, tres elefantes han aparecido
muertos en Tesso Nilo, y doce fueron matados
el año pasado. Se cree que la mayoría
fueron envenenados.
“El “Escuadrón
Elefante de Rescate” es un modelo exitoso para
reducir el conflicto entre las personas y los
elefantes de un modo seguro para todos”, explica
Christy Williams, coordinador del programa de
rinocerontes y elefantes asiáticos de
WWF. “El conflicto entre humanos y elefantes
es un problema en muchos hábitats del
elefante en Asia y en África. Esperamos
que con más recursos podamos establecer
más patrullas para evitar muertes innecesarias
de elefantes y de personas. La gente y los elefantes
pueden vivir en armonía”.
Hace pocos días,
uno de estos escuadrones sacó a un grupo
de elefantes de una plantación de té
en Assam (India). Una gran manada de elefantes
se había extraviado en el centro del
campo de cultivo, y fueron regresados a la selva
después de la intervención del
escuadrón. |